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Feminismo Editorial Ménades: "Das una patada a un árbol y te caen cientos de autoras que la historia ha querido silenciar"

La editorial feminista Ménades trabaja para reivindicar el papel de las mujeres en la literatura, publicando a escritoras olvidadas y a autoras contemporáneas que merecen una oportunidad.

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Las editoras Gema Nieto, María Sánchez y Nahiara Burgos

madrid,

Podría decirse que Flora Tristán, Willa Carther, Zitkala Sa, Ioanna Tsatsos y Anne Lister fueron mujeres escritoras. Aunque esta etiqueta no describiría ni el 1% de todo lo que llegaron a ser. Flora Tristán, la combativa socialista que pronunció la frase de “Proletarios del mundo, uníos” (que habitualmente se atribuye a Karl Marx) y fue una de las precursoras del movimiento feminista. Anne Lister (1791-1840), la lesbiana trotamundos cuya vida y obra son una reivindicación de su derecho a hacer lo que quiera y enrollarse con quien quiera. Zitkala Sa (1876-1938), activista sioux que escribió la primera ópera indígena y relató en gran cantidad de textos la resistencia al genocidio cultural del colonialismo británico. Willa Carther (1873-1947), ganadora del Pulitzer en 1923 que sorprende por la precisión psicológica de sus escritos. Ioanna Tstasos, narradora griega que reflexionó extensamente sobre la existencia y la condición humana.

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Nombres que no aparecen en los libros de texto ni en las recopilaciones de Clásicos de la literatura universal. Voces inmortales acalladas por una historia escrita en masculino. Por ser mujeres.

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Estos cinco nombres conforman la primera colección de la editorial Ménades, Las Olvidadas, que han presentado esta semana en Madrid. Ménades nació en 2018 con la vocación de hacer justicia literaria hacia las autoras invisibilizadas, recuperar su papel en la historia y darles el reconocimiento que se merecen. En palabras de Gema Nieto, una de sus creadoras, “levantar una antorcha e ir descubriendo, en lo oscuro, lo que estaba olvidado”. Las editoras Gema Nieto, María Sánchez y Nahiara Burgos cuentan a Público los motivos que impulsan esta iniciativa.

¿Cómo surgió la idea de crear la editorial Ménades?

M.S.- Fue cosa del editor Javier Baonza, que se lo propuso a Carmen Peire, de la Asociación de Mujeres Escritoras e Ilustradoras (AMEIS), que por qué no fundaba una editorial feminista. Él lo dejó pasar un montón de tiempo y el año pasado, en febrero o abril, empezó a gestar la idea y a partir de verano nos empezó a llamar. Contactó conmigo, porque me conocía de Filosofía, que estudiábamos juntos en la UNED, a Gema, porque había trabajado con ella y Gema contactó a Nahiara.

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N.B.- Fue un poco eso, una asociación de mujeres que querían tener una editorial para dar visibilidad a mujeres actuales, la Asociación AMEIS, y entre esta asociación y Javier empezaron a confabular y nos reunieron a todas y nos encantó la idea.

G.N.-Sí, desde el principio. Nos reunimos la primera vez y, además, es que cada una proveníamos del mundo editorial pero de sectores muy distintos: Nahiara venía del periodismo, María es filóloga y filósofa, yo he trabajado muchos años en una editorial también en corrección, Javier es corrector y editor… Nos juntamos un equipo que congeniamos muy bien y, además, cada uno aporta cosas muy diferentes, conectamos. Desde la primera vez que nos reunimos, nos encantó el proyecto y fue todo obra de Javier.

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Centrándonos en la colección de ‘Las Olvidadas’, ¿cómo elegisteis a estas primeras autoras y qué destacarías de ellas?

M.S.- Fue un poco lluvia de ideas al principio, cada una tiraba de sus conocimientos, de decir, “Pues, a mí, me gustaría ver a esta autora publicada”. Es cierto que, quizá en este caso, Gema tenía muchas más ideas que yo, que soy más de ensayo o que Nahiara, pero es cierto que nos salieron un montón de nombres que nos hemos dejado para próximas entregas, más adelante.

N.B.-Lamentablemente, das una patada a un árbol y te caen cientos de autoras que la historia ha querido silenciar, que han omitido, que han sobrevolado por encima, que no se han publicado, que no se conocen… Es que es facilísimo encontrar.

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Retratos

G.N.- O que están descatalogadas, que no se han traducido nunca… Bueno, también ha habido casos de traductores que se han puesto en contacto con nosotras. En el caso de Ioanna Tsatsos, fue Mario Domínguez, que es especialista en Grecia Antigua, el que nos llamó y nos dijo: “Mira, he descubierto a esta autora y es que me parece fascinante. No está publicada en ningún sitio, no se ha traducido, ¿os interesa?” y le echamos un vistazo y nos fascinó. Lo mismo nos ha pasado con Katherine Routledge, que es la antropóloga a la que vamos a publicar ahora próximamente, que es una estudiosa de la Isla de Pascua y tiene muchas tesis antropológicas que están vigentes. Aparte de propuestas de traductores o traductoras, ha sido cosa de ir investigando, ver a qué autora nos gustaría traducir o echábamos de menos en los cánones o en los géneros e ir un poco a por ellas, mirar si los derechos estaban libres o no.. Buscarlas y traducirlas y todo esto en cuestión de pocos meses.

¿Hay alguna cosa que una a todas las autoras?

"Todas son mujeres que han sido rebeldes, pioneras o activistas y han tenido una voz muy propia, muy identitaria", afirma Gema Nieto

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G.N.- Todas son mujeres que han sido rebeldes, pioneras o activistas y han tenido una voz muy propia, muy identitaria… Lo que más nos preocupa es que tengan calidad literaria, que indudablemente la tienen, pero en cuanto a las características comunes es fundamentalmente eso: una obra que ha tenido valor, que tiene valor, y que no se le ha concedido ese valor. A las que no se les ha concedido el mérito que tienen al igual que a sus colegas masculinos, cuando su obra ha sido valiosa e igualmente importante.

N.B.- Todas las autoras han vivido unas circunstancias sociales, por el hecho simplemente de ser mujeres, en las que no han tenido nada fácil ver publicadas sus obras. Lo hemos dicho muchísimo, nosotras lo que queremos hacer es justicia literaria, porque es la única que se puede hacer con estas autoras. Devolverles la identidad creadora que tendrían en su época y que no se les ha dado. Entonces, queremos ser un poco ese espacio de visibilizarlas.

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M.S.- Además, en el caso del ensayo, si bien es cierto que también publicamos a hombres, está, por ejemplo, el caso de Catalina Aparicio. La hemos publicado ahora, nunca había publicado ningún libro, y, como ensayista y como escritora, es extraordinaria y es una pena que haya tenido que esperar tanto tiempo para ser publicada. También es eso: mujeres válidas, con una capacidad literaria asombrosas y con voces que se atreven y que disienten.

G.N.- O fíjate en Carole Pateman. El contrato sexual es un libro fundacional del feminismo de los años 70 y no estaba publicado en España. Es un texto importantísimo para la teoría feminista y para la filosofía y la política.

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N.B.- Nos ha escrito de las universidades alguna profesora que “muchísimas gracias por editarlo, porque no había manera de encontrarlo en ningún sitio y de recomendarlo a nuestros alumnos”.

¿Creéis que, por la forma en la que hemos sido socializadas, las mujeres escribimos diferente?

N.B.- Igual nosotras tenemos una connotación escondida más de rabia. Cuando escriben las mujeres es más hiriente, el dolor que están describiendo, la ira, porque no tienen la facilidad que han tenido los hombres para publicar.

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"En el prólogo hay una autora que dice que ella escribía cuentos porque el tiempo que sacaba para escribir no le daba para escribir una novela", asegura María Sánchez

M. S.- En la antología que vamos a sacar próximamente, en el prólogo hay una autora que dice que ella escribía cuentos porque el tiempo que sacaba para escribir no le daba para escribir una novela. Ya no sólo cómo nos socializan, sino quizá las condiciones materiales que tiene una mujer, esa doble jornada,  dificulta el hecho de poder descubrir otro tipo de formatos. Aunque también tratan temas universales y su literatura es universal también, obviamente.

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G.N.-No hay que obviar que las mujeres siempre han estado relegadas a un segundo plano familiar, político, no han tenido su espacio… Durante años no han tenido derecho a la propiedad, no han podido votar, eran o madres o esposas o monjas, pero no tenían derecho a mucho más. Entonces, dentro de todo lo que caía sobre sus hombros, la circunstancia propia de poder escribir y poder aprender… La mujer que, por lo menos, tenía acceso a la cultura, luego ni siquiera se le daba el espacio para que ella pudiera escribir, la “habitación propia” que decía Virginia Woolf.

N.B.- Ahí lo describe muy bien. Son mujeres a las que se les negaba el acceso a la educación superior, con lo cual sus conocimientos estaban muy restringidos, mucho más que los de sus hermanos, que a lo mejor luego no llegaban a nada o no tenían tanta facilidad, pero era a los que se les daba el camino o se les facilitaba.

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G.N.- ¿Quién conoce al hermano de Virginia Woolf? Nadie (a coro).

N.B.- Encima, eran mujeres que tenían que crecer toda su vida con el estigma de ser mujer, con el discurso de “¿dónde vas a llegar?, tú no vales para esto, las mujeres no tenéis que escribir”. Ocasionaba esa rabia a la que Virginia Woolf se refiere. Ella pone de paradigma de mejor escritor conocido a Shakespeare, porque decía que, para ser un buen escritor, tu alma tiene que estar tranquila, en calma, en paz. Las mujeres hemos guardado tantísima rabia, tantísima ansiedad y tantísima injusticia de por qué se nos trata a nosotras así, que en la manera de escribir se nota y es perceptible en cuanto a temas y a todo.

¿Pensáis que es posible salir de la categoría “literatura de mujeres”, transcenderla?

G.N.- Claro, es que siempre se ha considerado literatura universal la masculina, la escrita por hombres. Nosotras siempre hemos tenido la coletilla “escrita por mujeres”, “literatura femenina”, como si sólo nos concerniese a nosotras. Los temas son universales y los temas atañen al alma humana y al ser humano en general. No hay temas específicos de mujeres, por mucho que se nos intente reducir sólo a unos temas. Revindicar mujeres en todos los ámbitos, sí; pero no literatura “de mujeres”, literatura escrita por mujeres, que es igualmente válida y los temas son exactamente los mismos, y en todos los géneros.

"La literatura es literatura, tú no vas a escuchar nunca literatura de hombres", critica Nahiara Burgos 

N.B.- La literatura es literatura, tú no vas a escuchar nunca “literatura de hombres”. Probablemente, si escuchases “literatura de hombres” sería el 90% del catálogo de cualquier editorial. ¿Cuántas mujeres hemos estudiado en el colegio? Dos, y hemos demostrado siempre en cada presentación que hay una lista interminable.

M.S.- Yo siempre pongo el ejemplo de Filología Hispánica, yo he visto muy pocas mujeres y se supone que es una especialización. Cuando veías mujeres era una asignatura de mujeres escritoras o un anexo de mujeres escritoras. No encuentras un anexo de hombres escritores.

A nivel personal, ¿cómo sentís que os ha afectado el hecho de no tener referentes femeninas? ¿Cuándo os disteis cuenta de que lo que leíamos casi siempre era de hombres?

N.B.- A mí siempre me gusta contar una anécdota, a ellas les hace gracia. Con el tiempo reaccionas y te acuerdas de estas cosas. Yo, de pequeña, le dije un día a mi madre que quería ser niño porque yo era muy romántica y me gustaba escribir poemas y cartas de amor a los niños. Mi madre se quedó así, un poco paralizada, preguntándome “¿cómo que quieres ser niño?”. Yo le dije: “sí, es que todos los poetas son hombres”. Y mi madre: “bueno, yo también era muy romántica, estaba muy enamorada de tu padre…” Mi madre se quedó un poco asustada de que yo quisiera ser niño sólo porque quería escribir. Fue a hablar con la profesora y le preguntó si no había poetas que pudiéramos estudiar que sean mujeres.

“Yo no tengo ninguna pulsión por ser un hombre, yo lo que quería era escribir", afirma Nahiara Burgos

Los referentes deberían estar desde la base. Eso desembocó en estar mucho tiempo estudiando a Gloria Fuertes, como si fuera la única poeta, pero, bueno, que para niños no está mal. Y, con el tiempo, piensas: “yo no tengo ninguna pulsión por ser un hombre, yo lo que quería era escribir y lo único que estudiaba era hombres”. Debería haber más referentes y las niñas deberían saber que pueden ser lo que quieran ser. Ojalá nuestra colección Olvidadas, por ejemplo, llegara a los libros de texto, pero no estar en anexo, que se estudien y que salgan igual en todos los temarios.

G.N.- A mí me ha dado mucha rabia eso siempre. Claro, es que lo normalizas tanto… La invisibilización que tenemos la hemos hecho tan habitual que, no debería ser así, pero no la hemos cuestionado porque la veíamos como algo normal, cuando no lo es. Yo vengo de estudiar Filología Hispánica y Teoría de la Literatura y hasta hace escasos años no he sido consciente de todos estos olvidos y de todos estos huecos que faltaban. Te pones a ver la Generación del 27 y hay miles de mujeres, muchísimas y muy válidas, el gótico sureño estadounidense, la literatura rusa, la poesía beat, en todos los géneros. Incluso, ahora, puedes comprobarlo, en todos los artículos de prensa, en cualquier reportaje, que a las mujeres ni se las reseña ni se las visibiliza igual en todos los temas literarios. Es algo que arrastramos y que todavía se sigue notando.

M.S.- Yo, por ejemplo, recuerdo que cuando empecé Filología, a veces hasta huía de las autoras, porque inconscientemente considerabas que no estaban a la altura o que escribían sobre cosas de mujeres y te aburrían.

G.N.-Ese es el gran triunfo de la educación patriarcal. Hacerte normalizar e interiorizar injusticias.

¿Las mujeres, a día de hoy, siguen estando invisibilizadas en la literatura y en el mundo editorial?

G.N.- Menos, pero sí. No hay más que ver las cifras de mujeres que reseñan, mujeres en los premios literarios, en los jurados, en las categorías de galardones… Se acerca al 9% las mujeres que forman parte de instituciones, academias, premios literarios, etcétera. Por supuesto que están invisibilizadas todavía. El mundo editorial es un mundo que está muy feminizado, en cuestión de que las trabajadoras somos mayoría mujeres, pero en los puestos directivos tanto de medios, como de periódicos, como de grandes editoriales, siguen estando hombres. Son los que toman las decisiones, son los que se reseñan entre ellos y son los que se premian entre ellos. Está costando muchísimo todo eso y pasarán cien años, ochenta años, a lo mejor, hasta que se consiga la igualdad absoluta. Lo mismo en los temarios.

N.B.- Es sangrante, tú lo piensas y: agentes literarias, son la mayoría mujeres,editoras, hay muchísimas mujeres, traductoras, correctoras… En los puestos bajos, ahí estamos todas, pero luego en los puestos de poder, la decisión la toman los hombres.

G.N.- En los catálogos de las grandes editoriales, sólo aparecen un 20% de mujeres; en los libros de texto, un 7%; en premios literarios, un 11; y, en las instituciones literarias, hay un 9% de mujeres. Son cifras que hablan por sí solas.

Como editorial feminista, ¿habéis tenido más obstáculos a la hora de arrancar o que os ha beneficiado el clima actual, más favorable al feminismo?

N.B.- Las dos cosas. Cuando empezamos, en redes sociales, tuvimos un apoyo por parte de la gente que yo no me esperaba, que me dio hasta vértigo. Nada más comenzar ya trescientos seguidores, al día siguiente ochocientos… Era como “dios mío, espera, ¿qué está pasando?”. No es aprovecharte de una moda, si el feminismo está de moda, bienvenido sea. Que se hable del feminismo y que se hable de lo que aún falta por hacer. También cuesta porque es una lucha constante, hay muchísimos libros, no hay lectores para tantos libros. Cómo das a conocer todos los títulos, cómo te das a conocer a la gente… Es complicado y nosotras empezamos con un crowdfunding, eso también ha sido sudar sangre. Conseguir el dinero, dejárnoslo todo para conseguirlo y ahora en ello estamos: en hacer presentaciones, en movernos.

"No es discriminatorio en absoluto, la discriminación ha sido la nuestra a lo largo de la historia", comenta Gema Nieto

G.N.- La respuesta ha sido muy positiva, pero siempre están los típicos que te preguntan y de los que te tienes que justificar. De “¿por qué sólo publicáis a mujeres? Eso es anticonstitucional”, nos dijo uno. “Estáis discriminando a los hombres”, perdona, vamos a ver, es que tendrían que pasar doscientos años para conseguir la igualdad, así que si tenemos que estar doscientos años publicando sólo a mujeres, estaremos doscientos años. Hasta que consigamos la plena igualdad. No es discriminatorio en absoluto, la discriminación ha sido la nuestra a lo largo de la historia. Es indiscutible. Esas son un poco las dificultades, de tener que discutir con los mismos pesados de siempre, pero son los menos. La respuesta está siendo maravillosa.

M.S.- La dificultad es el panorama editorial en sí. Creo que hemos tenido más repercusión, pero también lo hemos trabajado. 

G.N.- Somos una editorial pequeña y nos lo tenemos que luchar mil veces más que una que tiene todos los recursos. Los grandes grupos no tienen que hacer tanto esfuerzos, porque están visibles y tienen pasta para aburrir.

N.B.- Somos cinco y en dos meses hemos sacado diez títulos. Que me digan a mí una editorial pequeña que salga con esta carta de presentación y que haya corrido con todas las portadas, las traducciones, los derechos, lo que nos hemos peleado a nivel legal… Que ganas no nos faltan, vamos.

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