Femenino Plural "Las mujeres seguimos siendo la pieza por donde se quiebra una cultura machista, violenta y animal"
Entrevista a Minou Tavárez Mirabal, hija de Minerva, una de las tres hermanas conocidas como "Las Mariposas" asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por el dictador dominicano Rafael Trujillo por considerarlas "destacados comunistas" que conspiraban contra su régimen. Su triple asesinato se convirtió en símbolo de la lucha feminista tanto que la fecha de su muerte fue declarada "Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer".
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madrid, Actualizado:
Orgullosa de ser la hija de la madre que la parió, heredó de ella, de sus tías (Patria y María Teresa) y del resto de su familia batalladora y comprometida, la fuerza más hermosa y digna con la que guiar su vida y transformar la del resto: la del feminismo.
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“No podemos perder de vista el carácter eminentemente político de ese crimen horrendo. Minerva y sus hermanas fueron asesinadas por su militancia, por su activismo político, por haber organizado junto a un grupo de dominicanos valientes un movimiento a nivel nacional que hizo por primera vez temblar a uno de los más crueles tiranos que ha padecido nuestra humanidad”, comenta Minou Tavárez Mirabal a Público.
Esta filóloga, profesora y política dominicana (es fundadora y presidenta del partido Opción Democrática) nacida el 31 de agosto de 1956, de los poquitos recuerdos que tiene de su madre conserva uno en el corazón de su memoria que cree es solo suyo: “El de ella acicalándose una boina frente al espejo, vestida de verde olivo, en la casita donde había sido feliz con mi padre en Montecristi”, recuerda.
La tragedia de su progenitora, María Argentina Minerva Mirabal Reyes de Tavárez, una de las primeras mujeres en obtener el título de Derecho durante la dictadura dominicana, le privó de un lazo único que le ha marcado para siempre, “es una herida que no termina de cerrarse nunca” pero que al mismo tiempo le ha dado toda la fuerza que tiene como mujer. “Vivo desde este impulso de remediar el mundo de las injusticias que a todas luces tienen solución aquí y ahora”, dice.
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Por eso da gracias a la vida y valora tanto ver a sus hijos “desarrollándose en áreas distintas a la meramente política” y confiesa “que se alegra mucho” de que la tengan viva. “Mi hija mayor, Camila, trabaja en Oxfam como coordinadora del programa de acción humanitaria en el país. El menor, Manuel, se está doctorando en Ingeniería Mecánica y a veces se burla de mí porque no alcanzo a explicar con precisión el alcance de su especialidad. Me derrite la manera amorosa y comprometida con que enfrentan los campos en los cuales trabajan. Estamos juntos en eso. Y también me derrite saber que no llegaron donde están siguiéndome a mí. No. Llegaron ahí porque era ahí a donde iban”. El próximo 10 de junio estará en Madrid en la Feria del Libro en un diálogo con la filósofa y maestra feminista Amelia Valcárcel. Esta es nuestra entrevista en exclusiva antes de su viaje a nuestro país.
¿Qué significa llevar un apellido como el de Mirabal?
Llevar el apellido Mirabal es vivir desde el privilegio, pero con la espada de una desasosegada curiosidad clavada en el pecho. Soy Mirabal por una mujer globalmente inmensa que me parió y que la desgracia nos arrancó la posibilidad de conocernos mutuamente. Por eso te hablo de sentirme privilegiada y al mismo tiempo presa de una curiosidad que es una herida que no termina de cerrarse nunca. Y cuando digo privilegio no olvido que en el momento en que sucedieron las cosas -esa cacería de brujas que exterminó a mi madre y a mis tías, y a quienes osaron disentir del régimen trujilllista- los Mirabal no éramos precisamente "buena junta" para la mayoria de las y los dominicanos por temor al peligro que suponía para sus vidas relacionarse con nuestra familia. Ajusticiado el tirano, pasados aquellos aciagos años en que éramos "non gratos" para muchos y muchas, en nuestro pais y en el mundo llegaron los reconocimientos, los agradecimientos, que de alguna manera pretendían también subsanar la desgracia que antes habia entrado a nuestra casa para destrozarla. Lo que nunca llegó fue la justicia.
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¿Recuerdas a tu madre? ¿Crees que has heredado de ella su resistencia y lucha a través de la política?
De mi madre recuerdo mucho menos de lo que quisiera. Imágenes que se mezclan con los cuentos de familia, con las leyendas populares articuladas alrededor de su desgracia y su figura, las muchas respuestas que han dado sus contemporáneos a mis incansables preguntas, los artículos, los libros, sus cartas… Hay una imagen que creo que sí es mía y solo mía: ella acicalándose una boina frente al espejo, vestida de verde olivo, en la casita donde había sido feliz con mi padre en Montecristi.
Por muchos años pensé que sí, que habia heredado de ella y de papi -otro titán de la democracia dominicana- su resistencia y su ejemplo de lucha por la paz, por la libertad, por la justicia. Y por muchos años esa idea me encantaba. Pero debo ser franca y no. Más bien vivo desde este impulso de remediar el mundo de las injusticias que a todas luces tienen solución aquí y ahora, por eso a estas alturas de mi vida sé que yo estaría en el mismo lugar en donde estoy hoy si no me hubieran asesinado a mami. Y estaríamos ambas luchando por las mismas cosas, juntas.
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Las "Mariposas" son un eterno símbolo de la resistencia a las injusticias y la opresión machista ¿A las mujeres solo nos toca sufrir para poder ser reconocidas por nuestra lucha?
Quisiera pensar que no, aun cuando hasta ahora ha sido así. Quizás el avance de políticas afirmativas, impulsadas por políticas y políticos responsables con sus promesas de campaña, contribuyan a delinear un futuro en el que las mujeres no tengamos que sufrir tanto para ser reconocidas y conquistar nuestro derecho de ciudadanía plena. Ir de ser animales inmuebles objeto de propiedad a ser seres humanos sintientes, pasar de ser objeto a sujeta de derecho, se dice fácil, pero es un vals pedregoso tanto en las luchas visibles como en las invisibles y no menos necesarias. Pero a pesar de que es algo que hoy podemos decir que hemos conseguido en casi todo el globo seguimos siendo la pieza por donde se quiebra una cultura machista violenta, animal.
Estamos llenos de tragedias de niñas brutalmente golpeadas por parejas que sostenían con ellas relaciones intergeneracionales tipificadas como violación por la ley y luego ver que en la prensa se cuestiona a la madre o a la familia de la víctima por consentir dichas relaciones… De modo que sí, todavía nos falta mucho por sufrir y vamos a tener que donar ese sufrimiento hasta que se erradique el sexismo que mina nuestra civilización.
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¿Qué consideras estás aportando al mundo como política?
¡Caramba, quisiera ser rimbombante pero no me nace! Sinceramente creo que lo que estoy aportando es el hecho de ser una mujer haciendo las cosas que todo el mundo considera que no son las que me convienen. Estoy aportando mis errores, porque ellos dejarán para las otras que vengan un caminito de piedrecitas que iluminará hasta la luna. Estoy aportando lo que bien podría llamarse “sinvergüencería”: es decir, actuar en los espacios dominados por varones sin la mas mínima vergüenza posible. A las mujeres nos hace mucha falta eso: una buena dosis de sinvergüencería para levantar la mano, hablar, y actuar en todos los asuntos en los que somos bienvenidas y sobre todo en los que no lo somos. Estoy aportando lo que cada noche le contesta el ratoncito cerebro a su campañero de celda de laboratorio llamado Pinky: tratar de conquistar el mundo. Eso siento que aporto. Después, ojalá que haya necesidad de biógrafas e historiadores que se dediquen a contabilizar otros aportes. Ése es su trabajo, no el mío. El mío es levantarme todos los días lo suficientemente enamorada de este mundo como para tener la esperanza y la voluntad de cambiarlo.
¿De todas las batallas cuál crees es la más prioritaria que se tiene que hacer desde el feminismo?
La del control de calidad feminista. Desde el feminismo ésa es la batalla que no se ha empezado a librar. Que cada mujer que tenga el privilegio de asumir una posición de poder ejecute con calidad feminista sus funciones. Que al llegar nos atrevamos a no repetir los mismos patrones, que hagamos la diferencia, conscientes de que hoy por hoy las mujeres somos la última esperanza de salvar nuestra civilización. Nuestro desempeño está obligado a ser transformador, a darle una nueva razón a este mundo, a subir peldaños que nos alejen día a día de un modelo sexista, egoísta, depredador, extractivista, injusto. Una gestión que repita el modelo sexista puede mandarnos al fondo de la escalera nuevamente. Ejemplos hay de más.
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¿En estos momentos cuál es la radiografía de la mujer en República Dominicana?
Cerca de cuatro décadas después de los primeros avances conciernentes a los derechos de las mujeres y de que el tema de género comenzara a aparecer en los programas de diversas instituciones dominicanas y a dos décadas de la aprobación de la ley contra la violencia de género y otras medidas afirmativas adoptadas entre 1990 y 2010 para favorecer a las mujeres dominicanas y dejar atrás discriminaciones y desigualdades, estamos todavía muy lejos de alcanzar un grado material-ideal de las metas fundamentales de progresividad y universalidad de los derechos de las humanas. Confrontamos dificultades todavía para adoptar un marco jurídico que contribuya a afianzar la igualdad como valor fundamental de la democracia e incluir nuevos derechos. El resultado es agridulce, marcado por la tensión entre avances y retrocesos.
“¡Si me matan, yo sacaré los brazos de la tumba y seré más fuerte!” Esa frase de tu madre duele, pero es tan real como la vida misma. ¿La lucha ha de seguir siempre cueste lo que cueste?
Así es: la lucha ha de seguir siempre, cueste lo cueste. Esa frase de mi madre nunca me ha dolido, por el contrario, fue quizás el primer bálsamo que Minerva Mirabal me regaló para curar el dolor de su ausencia. Me puso frente a ella, frente a su determinación inmensa, me enseñó que tenía muy claro el mundo mejor que buscaba con su lucha dejarme como herencia. Esa frase es mi conjuro, me levanta cuando la realidad de la pobreza, de la violencia y las desilgualdades que padecen todavía tantas mujeres y hombres de mi país me golpea; me inspira cuando cada día constato que la democracia dominicana por la que ella y mi padre y mis tías dieron sus vidas sigue siendo una materia pendiente. Esa frase me hermana con otras mujeres del mundo a las que ha ayudado a no rendirse. Para que veas: hace poquito en Panamá, luego de dar una conferencia a un grupo de candidatas en el proceso electoral del 5 de mayo, la más joven de las participantes al enterarse de quien yo era hija, me tomó de la mano y literalmente me arrastró al baño para levantarse la blusa y enseñarme esa frase de Minerva Mirabal tatuada en su vientre.
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El castigo a los asesinos de tu familia fue una farsa. Los instigadores y los autores materiales, condenados en junio de 1962 a treinta años de prisión… apenas cumplieron dos ¿sale barato torturar y matar a las mujeres?
Sí, todavía hasta en las grandes ciudades de las grandes democracias del mundo, sale barato torturar o matar a una mujer. Basta ver casos en que a los agresores la barra de la defensa los declara locos o trastornados y sus condenas son atenuadas significativamente, a pesar de que no presentan ningún historial de violencia contra su propio sexo, sino solo contra mujeres. En cada uno de esos casos en que se libera bajo un montón de tecnicismos legales a los abusadores, recuerdo a los asesinos de mi madre muriendo de viejos en sus camas. Hay mucho camino por delante, todavía. La ley y la trampa, en un sistema carcomido por el machismo, se abrazan.
La falta de acceso a la educación ¿cuánto crees que pesa en el drama de muchas mujeres y en la violencia que sufren en sus hogares?
La falta de acceso a una educación de calidad, no sexista, no clasista, ecológica, no racista, de compasión y paz, es uno de todos nuestros males en este siglo XXI. El tema de la mujer es uno de ellos. La pobreza sigue siendo la violencia mayor que sufren las mujeres. De modo que, si bien es cierto que por culpa de la sesgada educación existente muchas mujeres, niñas, ancianas sufren negándose a sí mismas sin poder disentir de las barbaridades del sistema, igualmente sufren hombres y mujeres por el discrimen racial, de clase, sufren otras especies por nuestra desbordada y desmedida supremacía homosapiens. Y la Madre Tierra, la única casa que tenemos, la gran ausente en casi todas las constituciones del planeta, sufre por un capitalismo desarrollista basado de manera primordial en el consumo.
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¿Crees que si tu madre y tus tías siguiesen vivas tendrían que seguir luchando igual o más que antes y siempre unidas?
Claro que sí. No lo dudo ni un solo momento. Las tres ¡sabrá Dios dónde estarían ahora! ¡Qué voces representarían! Pero, sin duda, estaríamos trabajando juntas por las mismas causas.