Madrid
Actualizado:Desde hace más de 16 años trabaja en el programa Contexto, puesto en marcha dentro de la Universidad de València para la intervención psicológica con hombres condenados por violencia de género. Elena Terreros, doctora en Psicología, afirma que estos programas surgen del movimiento feminista de los años 70 en Estados Unidos y que aún tienen poca implantación y financiación en nuestro país, pero que es una de las patas fundamentales para proteger a las víctimas. "Se trata de ayudarles a entender la responsabilidad que ellos tienen en la violencia que han ejercido y las consecuencia negativas que ésta tiene para las víctimas, para sus hijos e hijas y para ellos mismos", afirma, y de rebajar el nivel de reincidencia, puesto que son personas que viven en sociedad y que pueden repetir la conducta violenta con otras parejas. De todo esto tratamos en esta entrevista.
¿Cuál es la filosofía detrás del trabajo con los maltratadores?
El proyecto Contexto surgió en 2006 y yo trabajo en él como psicóloga desde 2007. Se trata de una intervención con maltratadores que surgió desde el movimiento feminista en los años 70 en Estados Unidos. Los servicios que atendían a las mujeres víctimas de violencia de género se dieron cuenta de que para promover un cambio real había que trabajar también con el agresor. Está basado en lo que se conoce como el modelo Duluth, que compagina el modelo punitivo con la reinserción.
De ahí surge la idea de la intervención con maltratadores, que lleva tiempo evaluándose y midiendo su eficacia. La violencia hacia las mujeres es un problema social de toda la vida que estamos intentando atajar desde hace bien poco, realmente, porque llevamos unas pocas décadas.
¿En España es habitual este trabajo con hombres condenados por violencia de género?
Había algunos programas que trabajaban con agresores, pero lo hacían sobre todo en el medio penitenciario, cuando había un delito de carácter grave y estaban en prisión. Pero no había nada a nivel nacional que fuera estructurado y que trabajara con maltratadores en libertad. Cuando los condenados no entraban en prisión. Es a raíz de la ley contra la violencia de género de 2004 cuando en nuestro país surge la idea de ofrecer una respuesta más importante cuando existen delitos de violencia de género con penas inferiores a dos años, que es donde nosotras hacemos nuestro trabajo. Esa ley estableció que aquellos hombres que tuvieran un delito inferior a dos años y que por tanto no entraban en prisión debían hacer un programa específico de reeducación o un tratamiento psicológico. Antes de la ley, estos agresores pagaban una multa y podían tener una orden de alejamiento, pero no se hacía un trabajo con ellos. Es ahí cuando en el ámbito nacional empiezan a surgir el diseño y aplicación de los programas de intervención con maltratadores.
Contexto surge en el 2006 y es a raíz de que el servicio de gestión de penas de València se da cuenta de que una vez aprobada la ley empieza a haber muchos condenados y que no tienen a donde derivarlos porque no existen recursos establecidos que los atiendan. Esto sigue siendo una realidad en casi todo el territorio. Hay muchos hombres condenados y muy pocos recursos. Instituciones Penitenciarias tiene algunos psicólogos que los atienden cuando están en prisión. Estos psicólogos tienen mucha carga y hay una parte del trabajo que lo asumen asociaciones del tercer sector.
Trabajamos en coordinación con el Ministerio del Interior, junto con la Universidad de València, que es la titular del programa y se encarga principalmente de la parte de investigación. Una de las características del programa es que creamos herramientas nuevas que ayuden a mejorar la intervención. Evaluamos nuestro proyecto y hacemos investigación de nuevas herramientas que ayuden a mejorar los tratamientos.
¿Son efectivos estos programas?
Sí. Ya hay evidencias de que estos programas son efectivos. No para el 100% de los casos, por lo que es importante seguir investigando y mejorando los programas. sobre todo, de la parte de investigación.
¿Cómo se mide la eficacia de este programa?
A nosotras nos facilitan los datos de reincidencia de los agresores que están en VioGén, que es la base policial de valoración del riesgo, y en base a ella evaluamos la eficacia. En este caso hablamos de las situaciones de violencia en las que hayan habido alguna actuación policial.
Los últimos datos que recogimos es que cuando ha pasado un año los hombres que han completado el programa reinciden en la violencia de género en un 5,7%. Para aquellos que no llegan a hacer la intervención o para los que no la finalizan, ésta sube al 15%. Realizar el tratamiento es un factor que disminuye la probabilidad de reincidir.
Son datos muy interesantes porque ya sabemos que completar el programa es una medida que ayuda a que no vuelvan a reincidir. Consideramos que las cifras son muy buenas, porque vemos que completando el programa cerca del 95% no reincide. Sabemos que no es toda la realidad, porque son reincidencias que hayan sido registradas en VioGén con una situación de violencia. Dentro de nuestro protocolo, cuando estamos atendiendo a un participante y vemos un riesgo alto, hacemos un informe de alto riesgo de reincidencia y lo enviamos a juzgados, porque a veces un hombre puede estar viniendo a la intervención, pero existir factores de riesgo o que no esté asimilando bien el tratamiento, por lo que puede darse una situación de alto riesgo. En estos casos, siempre lo comunicamos y se activa una alerta en VioGén, y quedan registrados en la base de datos.
Cuando los agresores entran en un programa como Contexto, ¿qué ocurre? ¿Son conscientes del maltrato que han generado?
No. Generalmente no asumen la responsabilidad de lo que han hecho o del delito cometido. Suelen minimizarlo, quitarle gravedad, culpar a la víctima o achacarlo a un sistema legal injusto, sobre todo ahora con el marco político que tenemos. Estamos viviendo un incremento de la creencia de que la violencia de género no existe y los maltratadores lo expresan en mayor medida. Cuando en el Congreso de los Diputados se dice eso, ahora parece que se le da legitimidad de que no es una realidad. También en la televisión y otros medios sale mucho el tema de las denuncias falsas y esto les da argumentos.
Algunos pocos han hecho un trabajo y una asimilación. Porque cuando se produce la denuncia suele haber una ruptura de la relación, de los lazos familiares y del entorno. Por eso, lo primero que hacemos con ellos es una herramienta que creamos en 2013, que es elaborar un plan motivacional individualizado, que favorece la toma de conciencia sobre el delito que se ha cometido y hacemos una actuación más individualizada del caso. El trabajo lo realizamos normalmente en grupo, pero con ese plan individual trabajamos en que se hagan responsables del daño que han hecho y que se marquen un objetivo a trabajar con nosotras a lo largo de toda la intervención. Se trata de ayudarles a entender la responsabilidad que ellos tienen en la violencia que han ejercido y las consecuencia negativas que ésta tiene para las víctimas, para sus hijos e hijas y para ellos mismos. Porque, al final, relacionarte desde la violencia no es bueno para nadie y ellos son los responsables de hacer ese cambio.
Y sobre la relación con sus hijos, ¿entienden cómo les afecta la violencia o que no quieran verlo?
Lo que tienen dificultad de entender es que la violencia que ellos ejercen sobre su pareja, sobre la madre, supone también una violencia para los hijos e hijas. En general, se suele reconocer la violencia física, y esto es algo que también se trabaja con ellos. Que existen otros tipo de violencias, que además son la semilla para que luego se produzca la violencia física y que ésta vaya escalando. Les vamos explicando todo ese proceso y lo importante que es pararlo cuando hay los primeros indicios. La dificultad que suelen tener es que si no han ejercido violencia física directa hacia los hijos, es decir, si no les han pegado, no entienden que la violencia hacia su pareja suponga un daño para sus hijos e hijas. Nos dicen a veces que siempre han discutido en la habitación, que ellos no estaban presentes... Otros también han ejercido violencia directa hacia los hijos e hijas. Pero suelen tener dificultad para entenderlo. Así que trabajamos sobre la toma de conciencia de por qué vivir en un hogar en el que hay miedo es un daño psicológico para los menores y que si la madre sufre violencia, esto genera ansiedad y estrés.
Tienden a pensar que si los hijos no quieren estar con ellos o si les va mal en el colegio no es por la violencia que han ejercido, sino por la ruptura familiar y sobre todo que como ya no hay un padre que esté controlando la situación, a los hijos les va mal y no quieren estar con él. También, como se comentan muchas cosas en las redes sociales, les ayuda a ellos a poner ideas que no son adecuadas o reales sobre la problemática con los hijos.
¿Cuánto tiempo dura el programa con el maltratador?
Hacemos un programa que dura alrededor de diez u 11 meses. Es una intervención bastante amplia. Tenemos una fase de valoración inicial, que nos sirve para construir el plan motivacional personalizado. Evaluamos cómo están al principio y cómo están al final, para ver los cambios que se han producido. También tenemos unas sesiones iniciales para ver qué factores de riesgo existen y luego el trabajo se hace en grupo en unas 33 sesiones de dos horas de duración, una vez a la semana. Lo hacemos siempre con el mismo grupo, porque trabajamos mucho el clima, la confianza, para que ellos aprendan también de sus compañeros. Los grupos son muy potentes porque lo que conseguimos es que a través de las experiencias de otros ellos también aprendan y entiendan. Todos estos grupos son conducidos por profesionales formadas y con experiencia para llevarlos de forma positiva y sacarles rendimiento. Al final del tratamiento hacemos una intervención individualizada y un seguimiento del plan que se ha construido al principio de la intervención. Luego hacemos un seguimiento que suele durar unos dos años.
¿Cuáles suelen ser esos principales factores de riesgo clave o más generalizados?
Algunos de los factores de riesgo que trabajamos y que conseguimos que disminuya es el consumo de alcohol y drogas. Sobre este tema hemos colaborado muchas veces con el Plan Nacional sobre Drogas. Se trata de un factor de riesgo que es un detonador de la violencia. No significa que es el que la genera, pero es importante que sepa que si uno tiene dificultades para controlarse, bajo los efectos del alcohol, las drogas o el cannabis es peor. Hay una creencia de que el cannabis relaja, pero no es esa la realidad. Te hace tener pensamientos mas rumiativos y si estás enfadado, va a peor. Es uno de los detonantes porque hay más probabilidad de que generen violencia y de que esta sea de carácter más grave. Les motivamos a que vaya a un recurso especializado.
Hay factores que se llaman los predicciones de la violencia, como que la persona sea muy impulsiva, que tenga ira como un rasgo. Que tenga una conducta antisocial es uno de los perfiles que se dan. Que haya sufrido violencia en la infancia, que haya sido él víctima de violencia de género física o psicológica. Son factores de riesgo que hace más probable que se desencadene la violencia
Dice que un factor de riesgo es la conducta antisocial. Pero muchas veces se habla de los maltratadores como que son bellísimas personas y que nadie se explica que maltratara a su pareja.
Lo que pasa es que no existe un perfil de agresor. A esto se ha dedicado mucha energía y muchos estudios, pero no existe ese perfil. Lo que existen son factores de riesgo. Lo que hay que entender es que la violencia de género es un problema social, que tiene que ver con el entorno, la legislación que haya. Es distinto vivir en un país con legislación contra esta violencia a que no la haya. Por eso, para nosotras es tan importante este trabajo, porque como sociedad necesitamos darle una respuesta. Algunos han sido víctimas y están reproduciendo lo que vieron, pero otros no. Los factores de riesgo no significa que todos sean impulsivos o antisociales. Son solo factores a tener en cuenta porque si están presentes hay más posibilidad de que reincidan. Algunos factores de riesgo son la falta de apoyo social, tener trabajos precarios o inestables, el choque cultural de cambio. Muchas veces se haba de aislar al maltratador, pero esa falta de apoyo social es también un factor de riesgo muy importante. Lo que hay que conseguir es que el agresor tenga entornos no tolerantes con el uso de la violencia. Promover entornos saludables, porque cuanto más lo aislemos, más se va a aferrar a la víctima y más se va a acorralar ahí.
Existe crítica también por parte del feminismo hacia este trabajo con maltratadores y sobre el hecho de que algunos fondos vayan destinados al agresor.
Lo bueno del feminismo es que hay capacidad para que haya diversidad de opiniones, siempre desde el respeto. Entiendo que haya preocupación por el tema de los recursos económicos porque son muy limitados. Lo que considero es que es necesario hacer un frente común y reivindicar que hayan más recursos y que los recursos que hay para atender a las víctimas no se pueden reducir. Pero el objetivo principal del trabajo con el agresor es la protección a las víctimas. Nosotras trabajamos para que el agresor no vuelva a reincidir y no vuelva a generar nuevas víctimas. Es una pata fundamental dentro de los sistemas de protección a las víctimas de violencia de género que existen. Todas las patas tienen que trabajar en conjunto e ir en la misma línea. Es importante entender que el agresor tiene que cambiar. Cuando hay una víctima sabemos que hay un agresor, y en la violencia de género sabemos quién es... La víctima puede haber conseguido, tras mucho esfuerzo, salir de esa situación de violencia, pero si este señor, el agresor, conoce una nueva pareja va a repetir el patrón. Si no se trabaja con él sí lo va a replicar. Esta persona sigue viviendo en sociedad.
¿Hay fondos del pacto de Estado contra la violencia de género destinado a estos proyectos?
Recibimos fondos de diversas fuentes. Algunos del IRPF. Tenemos un acuerdo con la Consellería de Igualdad de apoyo al programa y alguno de estos fondos salen de los fondos del pacto de Estado. Las administraciones deciden de dónde sacan los fondos. Tenemos fondos de fundaciones, como la de La Caixa que nos subvenciona el proyecto desde hace tiempo. El año pasado recibimos los premios a la innovación social. Hay que recordar que el pacto de Estado tiene una línea presupuestaria que es para el trabajo con asesores pero no se moviliza todo lo que se debiera, por este miedo de que parece que destinar fondos para trabajar con el maltratador es quitárselos a las víctimas. Pero estos programas son de protección hacia las mujeres.
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