madrid
"Debería ser una prioridad que tengamos nuestros tratamientos disponibles. Vivimos sufriendo y llegamos a morirnos esperando". "Me niego a morir así". Quién habla es Nivín Habub, una mujer palestina de 42 a la que Israel prohibió en numerosas ocasiones salir de la franja de Gaza para recibir tratamientos médicos que podían salvar su vida. Nivín fue diagnosticada de cáncer de mama en 2012 y es una de las protagonistas del documental Condenadas en Gaza, realizado por las periodistas Ana Alba y Beatriz Lecumberri. En él se narra el drama de las mujeres con cáncer que viven en el territorio, una lengua de tierra sometida por Israel a un bloqueo por tierra mar y aire desde hace años y que con el apoyo de Egipto, aísla, empobrece y priva de sus derechos fundamentales a cerca de dos millones de personas.
Nivín es el hilo conductor y protagonista de esta historia con la que comienza y acaba el documental. Ella fue una de las siete mujeres incluidas en una emblemática sentencia del Tribunal Supremo de Israel, que obligó al Estado a permitirles salir de Gaza para recibir tratamientos médicos. Israel denegaba las salidas aduciendo que las mujeres tenían vínculos familiares con miembros de Hamás. "Esta sentencia viene a decir que, incluso aunque eso fuera cierto, no puede ser un motivo para negarles el tratamiento del que dependen sus vidas y que la ley humanitaria está por encima de cualquier otra consideración", explica Lecumberri.
Ese fue el inicio del documental. "Ana y yo llevábamos tiempo trabajando en Jerusalem y queriendo parar de la vorágine para poder contar una historia en profundidad; explicar de alguna forma lo que se vive en Gaza en toda su complejidad y Nivín fue el hilo del que tirar. Fuimos madurando la idea y nos dimos cuenta bien pronto que, si bien toda la población enfrenta dificultades para acceder a tratamientos médicos, en el caso de las mujeres había una discriminación adicional que es que por el hecho de sufrir cáncer, especialmente los ginecológicos, eran discriminadas, marginadas y señaladas y que vivían su enfermedad en con una tremenda soledad y un miedo que nos sorprendió".
"Tienen miedo al rechazo, al estigma, al abandono por parte de sus parejas y seres queridos, a no poder casarse, a ser despreciadas. Eso es lo que nos decidió a contar esta historia. Porque dentro de la condena, como dice el título, ellas están doblemente condenadas. No sólo por la enfermedad y las circunstancias que las rodean, sino también por esa sociedad tan encerrada en sí misma, tan conservador y tan patriarcal debido en gran parte al bloqueo, que es el origen de los males", relata la periodista.
El 40% de las solicitudes para salir de Gaza a recibir tratamientos médicos se deniega por Israel
Nadie ni nada entra o sale de Gaza sin autorización Israelí. Esto incluye tanto a las personas enfermas, como a las medicinas y material médico imprescindible para los tratamientos. Debido a ese bloqueo, quienes necesitan un tratamiento médico solicitan su salida. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), entre 2018 y 2019 entre 2.000 y 3.000 gazetíes solicitaron permiso cada mes a Israel para recibir tratamiento en hospitales palestinos en Cisjordania o Jerusalem, pero el 40% de las solicitudes fue denegada o no obtuvo respuesta.
Imán al Nayar, una mujer de 36 años, fue una de ellas. Enferma con cáncer de mama desde 2017, sus peticiones para poder realizarse un tratamiento de radioterapia fueron sistemáticamente denegadas. Su hermana, sin embargo sí obtuvo permiso de salida para curarse. Son las dos caras de una moneda que muestra la arbitrariedad de vivir o morir y de una realidad que viola derechos fundamentales.
Condena de muerte
"Israel considera las máquinas de radioterapia como tecnología de doble uso y prohíben su entrada. El resultado es que perdemos muchas de nuestras pacientes cada año. Las mujeres a las que no les permiten salir para recibir el tratamiento están sentenciadas de muerte", explica en el documental Firyal Zabet, directora del Centro de Salud para Mujeres Al Bureij. Pero no sólo las máquinas. También se deniega la entrada de medicinas. Tras el cáncer de mama, Nivín desarrolló y cáncer de huesos que precisaba de una inyección mensual que no estaba disponible.
Entre las mujeres protagonistas, la mas joven es una periodista de televisión. Hayar Harb tiene 34 años y consiguió salir a Jordania para curarse tras presionar al líder de Hamas en las redes sociales. Cuando volvió, el canal para el que trabajaba le dijo que no podía continuar con tarea porque había tenido cáncer y que si recaía afectaría a su trabajo. "Estuve sola en Jordania cuando tuve que tomar las decisiones más duras de mi vida, como que me extirparan un pecho sin tener clara la posibilidad de una reconstrucción", relata ante la cámara. Su marido la abandonó. Se casó con otra debido a su enfermedad. Le dijo que era una enferma y que estaba "deforme". "Me dijo: gracias por los servicios prestados durante diez años", narra Harb.
"Hayar cuenta muy bien la discriminación que sufren la mujer en Gaza cuando sufren un cáncer ginecológico. La soledad, el abandono, el estigma. La ves a ella, una mujer tan preciosa, tan inteligente y al mismo tiempo cómo lo que ha vivido le ha destrozado la autoestima. Le ha truncado su futuro en la franja de Gaza. Cómo la señalan por la calle, cómo la gente habla de ella", cuenta Lecumberri. El documental tiene muchas imágenes de las salas de quimioterapia de un hospital de Cisjordania, pero el detalle curioso es que sólo se ven mujeres. A excepción del marido de Nivín, que la acompañó y cuidó hasta el final, todas ellas están solas.
Entre las cosas mas duras del documental, explica la periodista, fue encontrar a las mujeres que contaran las diversas aristas que tiene este drama. Las historias las cuentan las protagonistas y el montaje del documental está engarzado de forma que sólo sus testimonios construyen el complejo poliedro que viven estas mujeres. "En una sociedad como la de Gaza convencer para a un grupo de mujeres para hablar tan claramente, muchas veces enfrentándose a sus padres, a sus familiares, a sus maridos, es algo muy complicado. Esto, unido al miedo y la desconfianza de no saber a donde va lo que dices y si puede empeorar su situación para obtener los permisos. Queríamos que se escuchara su voz, la de mujeres a las que casi nadie escucha, siempre en un segundo plano o que no han contado esto a nadie y se atrevieron a hacerlo delante de la cámara. Fue un proceso muy bonito porque ellas fueron ganando fuerza y eso se notó a lo largo de las grabaciones", cuenta Lecumberri.
La periodista Ana Alba falleció de cáncer en mayo de 2020. No llegó a ver el documental completamente terminado, pero participó en todas las decisiones clave: en la estructura, en el guión, en su forma de ver las cosas. "Es muy de ella, afirma Beatriz, su compañera en esta aventura, que acabó el proyecto tal y como lo habían planeado. "Ella nunca quiso mezclar su enfermedad con el documental. No quiso que influyera".
"A traves de estas historias quisimos contar la realidad compleja de Gaza. Explicar que no existe el blanco y el negro. Que la división interna en Palestina y el el gobierno de Hamas también son un obstáculo para que las personas, las mujeres, vivan vidas plenas. Queríamos hacer una historia que humanizara un conflicto que también tendemos a estereotipar y a tergiversar. Quisimos mostrar todos los lados. El bloqueo, si, pero también la división palestina. Hacer la fotografía lo más completa", concluye Lecumberri.
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