Filomena en Madrid Dos días con su madre muerta en casa a la espera del servicio de emergencias
Gustavo Marqués tuvo que esperar 34 horas a que el cadáver de su madre, fallecida de forma repentina el sábado por la mañana en su domicilio de Parla, fuera trasladado al tanatorio. Más de 30 llamadas al 112 no sirvieron para nada.
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madrid,
La histórica nevada caída en el centro de España, y en especial en Madrid, no sólo dejó a personas atrapadas durante horas en las carreteras o provocó la paralización de los transportes terrestres o incluso el cierre de supermercados: también ha dejado una historia de esas con cariz humano que ciertamente sorprende.
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Ocurrió en Parla el pasado sábado, a mediodía, durante lo peor de la nevada. Carmen Castro, de 81 años, murió de forma inesperada en su domicilio. A pesar de que estaba enferma de un cáncer de pancreas, no se esperaba un desenlace tan inminente. A partir del momento en que Carmen fallece, empieza un auténtico calvario para su hijo Gustavo Marqués.
Gustavo y su mujer llegaron a realizar hasta 25 llamadas al Summa 112, el servicio de urgencias médicas de la Comunidad de Madrid para que se hicieran cargo del cadáver de su madre, pero la respuesta que obtuvieron es que la prioridad eran los vivos, no los muertos, según el diario El País. Los servicios de de emergencia, saturados, no podían atenderles. Nadie podía acudir a hacerse el cargo del cadáver, por lo que Gustavo y familia se vieron obligados a velar el cuerpo en su propia casa hasta el domingo por la noche; 34 horas ni más ni menos.
Así lo contaba Gustavo al diario El Mundo el domingo por la noche: "Para conservar a mi madre no hemos encendido la calefacción... Imagínate, con el frío que hace. Ella sigue en su habitación, tumbada con su bata, con las ventanas abiertas. Y nosotros velándola, helados, en el salón. La situación es una pesadilla".
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En un intento desesperado por resolver la situación, el nieto de Carmen Castro acudió el domingo a una funeraria de Parla. Los servicios funerarios se acercaron hasta el domicilio de la fallecida pero no pudieron hacer nada porque faltaba el certificado de defunción que sólo puede firmar un medico.
El médico se presentó el domingo por la noche, pasadas las nueve, y firmó el certificado. Carmen fue trasladada entonces al tanatorio. Pero como si de una broma macabra se tratase, el lunes a las siete de la mañana se presentó un equipo del Summa 112 con una UVI móvil que acude a ver qué se puede hacer por la vida de Carmen, fallecida dos días antes y cuyo cadáver llevaba nueve horas en el tanatorio.