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El declive de Doñana hiere de gravedad las poblaciones de aves, anfibios y depredadores

La falta de agua en el humedal ya afecta a las poblaciones de aves acuáticas, que no paran de menguar. Los expertos señalan que la cadena trófica está cada vez más alterada y la vida silvestre está en crisis.

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Flamencos rosados ​​y caballos salvajes en el Parque Nacional de Doñana en una imagen de archivo del 15 de junio de 2009. — Cristina Quicler / AFP

madrid, Actualizado:

El Parque Nacional de Doñana está herido de muerte. No hay agua y no hay vida. El 59% de las lagunas se han secado, según los datos de la Estación Biológica del CSIC, y el ecosistema está al borde de entrar en un punto de no retorno que llevaría a la desaparición de una rica red de biodiversidad, sinigual en toda Europa. El diagnóstico, tras años de sobreexplotación del humedal, no es halagüeño: poblaciones de aves en declive, mamíferos que desaparecen, depredadores sin presas y una vegetación cada vez más escasa que no deja oportunidad para el refugio animal.

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"El Agua es fundamental. Es el gran valor del parque", indica Iván Gómez Mestre investigador de la Estación Biológica de Doñana. "Todas las especies que tenemos documentadas dependen de una forma u otra del humedal y de sus más de 3.000 masas de agua. Esa riqueza de charcas ha hecho que sea un sistema muy resistente, incluso para hacer frente a especies invasoras como el cangrejo rojo americano. Las lagunas se llenan de manera desigual y por años, lo que hace que las especies hayan tenido históricamente una capacidad alta de encontrar refugio", explica. 

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Pese a la fortaleza del ecosistema, la sobreexplotación de los acuíferos por los usos de regadío intensivo –los cuales pretenden ser ampliados por la Junta de Andalucía de Moreno Bonilla– ha dinamitado y alterado las redes biológicas. Cuando una especie cae el resto de compañeros de de hábitat se resiente.

Las aves, que son el vertebrado que más predomina en Doñana, son el primer eslabón en caer. Los datos de la Sociedad Española de Ornitología (SEO/Bird Life) revelan que de las 22 especies reproductoras que habitan en el humedal, sólo dos han han registrado una tendencia poblacional positiva entre 2004 y 2022. "Muchas de las aves no tienen dónde reproducirse, no tienen alimento ni agua; es dramático. Este año, por ejemplo, además de la sobreexplotación del acuífero por los regadíos, tenemos una sequía importante, la reproducción va a ser un completo fracaso. Las que consigan hacerlo, las crías no van a sobrevivir porque las marismas, físicamente, no existen y no van a tener dónde alimentarse", expone Carlos Dávila, responsable de la Oficina Técnica de Doñana de SEO/BirdLife.

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Esa tendencia ya se ha cobrado víctimas. El fumarel común y el porrón pardo no crían desde el año 2018 y ya se las considera especies desaparecidas en el Parque Nacional de Doñana. Los últimos datos del CSIC revelan, además, que el número total de aves acuáticas es el más bajo desde 1975, con 80.880 ejemplares.

Una cigüeña vuela sobre una laguna del Parque Doñana en Huelva. —AFP/Cristina Quicler.

Cuando se seca el suelo y la tierra abunda donde años atrás predominaba el agua, se secan las plantas y la posibilidad de anidar se vuelve compleja. El ejemplo más llamativo, quizá, es el de los alcornoques, un árbol emblemático del Parque. El nivel de la capa freática ha menguado y las robustas raíces ya no logran humedecerse ni, en definitiva, vivir.

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El 20% de estos árboles centenarios han desaparecido en Doñana, según los datos oficiales de la Estación Biológica, y esto tiene implicaciones negativas para las aves que, históricamente, han descansado sobre estos ramajes. "Si no tienen nidos son mas vulnerables a jabalíes y otros depredadores. Las aves se ven obligadas a estar a unas alturas mucho más bajas y las expectativas de sobrevivir son cada vez más bajas". desarrolla Teresa Gil, responsable del programa de agua del Fondo Mundial para la Naturaleza en España (WWF, por sus siglas en inglés).

Ni presas ni depredadores

La dinámica en la que ha entrado este ecosistema es la de una espiral que se retroalimenta de manera peligrosa. La falta de agua reduce las poblaciones de animales que, en la cadena trófica, son presas jugosas de algunos depredadores de la zona y que, al no disponer de alimentos suficientes, se encuentran con mayores dificultades para sobrevivir o para sacad adelante a sus crías. 

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Los anfibios son una de esas presas esenciales. "Son especies mucho menos emblemáticas y menos conocidas, pero la realidad es que son los vertebrados más amenazados del planeta y, al mismo tiempo, esenciales para los ecosistemas acuáticos. En Doñana, la pérdida de masas de agua les está repercutiendo negativamente porque necesitan de las lagunas para los procesos de cría, los renacuajos necesitan agua para sobrevivir y en estas condiciones es muy complicado. Se ha observado que los anfibios están acortando su ciclo y completan la metamorfosis antes. Lo que ocurre es que no siempre lo consiguen y cuando lo hacen salen mucho más pequeños y con una supervivencia muy baja", describe Gómez Mestre. 

Especies como el sapo de espuelas, el sapillo pintojo o la ranita meridional, entre otras, son indispensables para mantener un equilibrio ecológico: se alimentan de insectos y sirven de alimento de aves y otros depredadores. 

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El conejo es otro símbolo de la emergencia ecológica y de biodiversidad del paraje de Doñana. Este mamífero, esencial en los ecosistemas mediterráneos, experimenta un descenso poblacional sin precedentes. Según el último informe del CSIC, en 2010 se registraba una media de 5 conejos/kilómetros y, en el último censo de 2022, la cifra estaba en los 0,20 conejos/kilómetro. Algo similar, aunque en otras cifras, ocurre con otros herbívoros como las liebres o los ciervos que son, para los carnívoros del Parque, presas imprescindibles. Mientras el zorro ha mantenido estable sus poblaciones, otras especies como el lince o la gineta muestran un descenso paulatino, en parte, por la falta de alimento disponible. 

Un lince ibérico es fotografiado en el Observatorio del Lince Ibérico de El Acebuche, en el Parque Natural de Doñana. — Cristina Quicler / AFP

El problema de los regadíos

"Lo que está claro, como en todas las crisis, es que cuando hay menos recursos hay menos capacidad de cría y de sobrevivir. Todo se está debilitando poco a poco, es muy grave; hay especies de gran interés que están protegidas a nivel europeo que ahora mismo están muy amenazadas en Doñana", opina Gil, que se teme lo peor para el Parque Nacional si, finalmente, el Gobierno de Moreno Bonilla se atreve a aprobar la ley para ampliar el regadío en la corona que bordea el entorno de Doñana. 

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El Ejecutivo andaluz planea amnistiar más de 1.500 hectáreas de regadío que, durante años, han extraído agua del acuífero de Doñana a través de pozos ilegales. Un problema ecológico que ha desencadenado una crisis política de primer orden que enfrenta de lleno al PP de Moreno Bonilla con el Gobierno de España, la Comisión Europea y, por si fuera poco, la comunidad científica.

El investigador de la Estación Biológica de Doñana considera que "es falaz" plantear que la ley anunciada no afectará a Doñana "sólo porque los cultivos se encuentran fuera del Parque". "Solo faltaba que se pudiera cultivar dentro de Doñana. Aunque el regadío esté fuera, se tira de agua del acuífero y se contribuye a que se seque. Es una proposición de ley que va en contra de lo que se debería hacer, que es reducir las extracciones de agua, probablemente la de los cultivos legales también", recalca el científico del CSIC.

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"Es importante no contraponer la necesidad de agua para la conservación y desarrollo económico. Hay que avanzar para que todos los usos sean sostenibles. Si gastamos más agua de la que se repone de manera natural, no habrá agua para nadie, ni para los regantes no para las especies que habitan en Doñana", zanja Gómez Mestre.

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