madrid
Actualizado:Un avión cargado de alemanes aterriza en el aeropuerto de Mallorca para disfrutar de unos días de sol y playa; una masa de franceses colapsan el centro de Madrid cubata en mano; y el alcalde de Málaga pide "sacrificar" la movilidad de sus ciudadanos para "garantizar" que los turistas tengan espacios seguros. La Semana Santa y la llegada de la cuarta ola está dibujando con nitidez las incoherencias de las políticas que las Administraciones están impulsando para frenar los contagios de la covid-19. Mientras se endurecen los cierres perimetrales en la mayoría de comunidades autónomas, el turismo sigue siendo una suerte de oasis; la última oportunidad para salvar la economía del Estado.
"Todas estas imágenes generan mucha contradicción. No sé hasta que punto la llegada de turistas podrá tener un impacto epidemiológico real, pero para la opinión pública se transmite una falta de coherencia que tiene mucha importancia", expone Pedro Gullón, epidemiólogo y miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). Todo ello, además de la sensación de injusticia que pueda quedar en parte de la ciudadanía, puede llevar a algunos a relajar las medidas de seguridad por puro hartazgo. "Al final, con esta sensación de 'por qué ellos pueden venir si a mí no me dejan moverme, alguien que esté pensando en ir a ver a sus familiares puede optar finalmente por viajar", reflexiona el experto.
"No podemos asegurar con cuánta intensidad vendrá la cuarta ola, pero sí sabemos que va a llegar"
Para Pepe Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, estas decisiones no sólo pueden influir en que un ciudadano termine optando por saltarse el cierre perimetral de la ciudad en la que vive, sino que pueden generar cierto "descrédito" en el conjunto de medidas que las Administraciones vayan adoptando para cortar la trasmisión del virus en un momento crucial. "No podemos asegurar con cuánta intensidad va a venir la cuarta ola, pero sí sabemos que va a venir porque en las últimas semanas la incidencia ha estado subiendo", alerta. La incidencia acumulada a 14 días ha pasado de los 128,71 casos por 100.000 habitantes que había antes del puente de San José a los casi 150 casos por 100.000 habitantes en la víspera de la Semana Santa.
En los últimos días, con la tendencia de contagios creciente y los cierres perimetrales afianzados, el Gobierno no ha tomado ninguna medida para prevenir la llegada de turistas europeos de países donde la incidencia del virus se mantiene por encima de los niveles de riesgo. El único movimiento ha sido exigir prueba PCR de 72 horas a los franceses que lleguen al país por vía terrestre, algo que según los expertos parece insuficiente para garantizar que no se extienda la transmisión de la covid-19.
"La idea es que se imponga a quienes vienen de zonas con alta incidencia una cuarentena y una prueba de PCR. Si de lo que se trata es de proteger a la gente, haciendo compatible la libertad de movimiento con la salud, es lo que debemos hacer. Pero al final, lo que se demuestra es que se están tomando decisiones pensadas en el turismo y en la economía", explica el experto en Salud Pública, que considera que la Comisión Europea debería haber tenido un papel mucho más crucial a la hora de orientar a los países a tomar este tipo de decisiones. Mientras la incidencia de España roza los 150 casos por 100.000 habitantes, los turistas que llegan a diferentes puntos del Estado proceden de países como Alemania, donde los datos hablan de 227 casos por 100.000 habitantes, o Francia, con 647 casos por 100.000 habitantes.
"Se ha creado un eje que divide Europa en países exportadores de turistas y países importadores de turistas"
La economía española, en la que el turismo y la hostelería tienen un peso preponderante, se ha convertido en un condicionante de peso a la hora de imponer una mayor severidad en las restricciones contra la epidemia. Esto tiene consecuencias importantes en la curva de contagios. "No es casualidad que los países más vulnerables a etapas de vacaciones y crecimiento de la movilidad sean los que tienen mucho peso turístico; como Italia, Francia o España", analiza Gullón. "La capacidad económica de un país para resistir el impacto de medidas restrictivas es importante y los sistemas productivos del sur de Europa están muy condicionados. Por ejemplo, Austria puede permitirse restringirlo porque no tiene un gran peso en la economía y eso hace que sea más fácil para ellos aplicar restricciones. Esto ha creado un eje que divide Europa en países exportadores de turistas y países importadores de turistas, que son los que se ven más vulnerables".
Futbolistas en la playa, restricciones para pobres
Estas diferencias económicas se ven también dentro del propio país, donde la población con mayor número de ingresos tiene una mayor capacidad de saltarse las normas debido a la cuantía de las multas. En los últimos días se ha visto como futbolistas y otras personalidades se saltaban el cierre perimetral para viajar a zonas turísticas exponiéndose a sanciones de 600 euros que, en proporción a sus ingresos se prestan irrisorias. Así, dentro de un clima de hartazgo por la llegada de turistas y las limitaciones a la movilidad de los ciudadanos, las noticias de élites escapando de sus residencias para disfrutar de vacaciones son más leña al fuego para el descredito de unas normas que, a las puertas de la cuarta ola, resultan esenciales.
"La movilidad entre comunidades autónomas es relativamente más común entre gente de clase más alta"
"En cierta medida la movilidad entre comunidades autónomas es relativamente más común entre gente de clase más alta. A la hora de saltarse los cierres perimetrales aparecen dos elementos: personas a las que el riesgo de la multa les merece la pena por el nivel de sus ingresos y gente que tiene una segunda residencia o que no está empadronado en en la ciudad en la que viven y trabajan", explica el epidemiólogo de la SEE. A ello se suma que el nivel de ingresos determina la forma en la que unos y otros viajan, de tal forma que las clases más altas puedan pagarse vuelos nacionales, donde el control es minoritario, frente a las rutas por carretera, donde el Ministerio de Interior ha desplegado el mayor número de policías.
Esta coyuntura ha llevado a reabrir el debate de una reforma legislativa que permita aplicar sanciones en proporción a las rentas del infractor. Para Martínez del Olmo, experto en Salud Pública, en la actualidad el debate debe girar "más que en torno al castigo, en torno a la educación". A su juicio, "necesitamos una estrategia informativa que acerquen los muertos a las personas, que se sepa que detrás de los números había vida". El hecho de que en periodos vacacionales como la Semana Santa –cuando más riesgos de que incremente la movilidad y las restricciones se puedan saltar– no se dé información sobre la evolución de la pandemia es una forma indirecta de "normalizar" la elevada mortalidad diaria. "No es razonable, nos da la sensación de que la pandemia se está acabando y lo que necesitamos es trasladar la realidad constantemente", zanja.
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