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Así es la colonia senegalesa de A Coruña a la que pertenece el joven que intentó salvar a Samuel

El colectivo se ha desarrollado en torno a una ONG local que lleva un cuarto de siglo ayudando y formando gratuitamente a los migrantes de ese país.

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Asane y Guillero Obanza, en A Coruña. — J.O.

A Coruña,

La policía y la juez le han dicho a Ibrahima Diack que no hable con los medios de comunicación. El joven senegalés que intervino para tratar de evitar que a Samuel Luiz lo mataran a golpes y patadas es un héroe, sí, pero aún vive recluido en su casa de A Coruña evitando cualquier contacto con la prensa que pueda ocasionarle problemas. El Gobierno ha anunciado que regularizará su situación y la de su amigo Makate, quien también se enfrentó a la jauría humana que linchó a Samuel. Pero la juez y la policía le han recordado a Ibrahima que la instrucción por la muerte del joven auxiliar de enfermería sigue siendo secreta, y que es mejor que no hable del asunto con nadie hasta el día del juicio. Y él cumple, a rajatabla.

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"No me preguntes sobre Ibra, por favor, él nos ha pedido que no contemos nada", dice Asane, migrante senegalés en A Coruña y amigo de Diack, con quien comparte trayectoria vital. El nombre con el que lo identificamos en este artículo es un seudónimo, pues Asane está también en situación irregular a la espera de obtener los permisos de residencia y trabajo en España, y no quiere arriesgarse a que pueda pasarle algo. La mascarilla protege su identidad, y sólo por eso acepta posar para las fotos.

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Asane tiene 37 años, uno menos que Ibra. Como él, es pescador, de un pueblecito al sur de la provincia de Thiés, y, como él, llegó a España en patera hace tres años, cruzando los más de 4.000 kilómetros que separan su ciudad natal de Nador, en Marruecos, para embarcarse allí en una frágil embarcación de madera con la que llegar a Meilla, con la esperanza de ganarse un empleo digno con el que poder mantenerse y ayudar a su familia en Senegal. El dueño de la patera, que tenía 35 plazas, metió en ella a 53 personas. "Navegamos casi desde el principio a flor de agua, con un motor Yamaha de 15 caballos al que le entraba agua por todas partes y que acabó dejándonos a la deriva. Así hasta que nos rescató la Cruz Roja", cuenta.

Como Ibra, Asane obtuvo en A Coruña el apoyo de la ONG Ecodesarrollo-Gaia, que desde hace casi un cuarto de siglo ayuda a los migrantes que llegan a la ciudad y que lleva a cabo varios proyectos de desarrollo en Senegal. Entre ellos, una escuela y sanatorio en Yoff, al noroeste de Dakar, que lleva el nombre de la ciudad. Está ubicada en el mismo barrio en el creció Ibrahima, a pocas calles de su casa en Senegal, y por ella han pasado miles de alumnos. La inmigración procedente de ese país forma la colonia africana más numerosa de A Coruña, con cerca de 2.000 personas. Algunas, como el tío de Asane, integradas plenamente en la sociedad coruñesa desde hace lustros y dedicadas a ayudar a los que van llegando.

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"Son pacíficos y solidarios, no es extraño que fuera precisamente uno de ellos la única persona que intentó salvar a Samuel", cuenta Guillermo Obanza, Mito, fundador y coordinador de la organización. A los migrantes senegaleses, y a todos en general, Mito los llama "neocoruñeses". Habla con Ibra por teléfono a diario, pero también rechaza explicar nada sobre su situación, o sobre lo que vivió. Ni siquiera confirmar su nombre o su apellido. "Es su decisión y debemos respetarla", explica.

Asane habla muy bien el español gracias a las clases que él, Ibrahima y decenas de senegaleses reciben gratis en Ecodesarrollo-Gaia. Desde hace un tiempo, en lo que ellos llaman "en el entorno Windows". Es decir, junto a una ventana del bajo de la sede de la ONG , protegida por una mampara que separa al alumno del profesor y que permite cumplir con las normas sanitarias y de prevención contra la covid-19. Asane dice que muchos de sus amigos se han ido a trabajar al campo para empezar a ganar dinero, pero que él ha preferido quedarse en A Coruña y estudiar español. Quiere recuperar su oficio de marinero y de manipulador y almacenista de productos pesqueros. Lo peor, asegura, son las horas muertas, esperando durante años a que le permitan ganarse la vida en lo suyo.

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Mito explica que el comportamiento de Ibra fue heroico no sólo porque, siendo extranjero, migrante sin papeles y de raza negra, intentó ayudar a Samuel enfrentándose a un violento grupo de salvajes que acabaron matándole a golpes al grito de "¡maricón!", y que bien podían ser tan racistas como homófobos. También porque Ibra puso en peligro toda su apuesta vital, que podía derrumbarse si llegaba a ser identificado como un "sin papeles" metido de lleno en un serio altercado callejero con decenas de implicados y resultado de muerte.

El primer día laborable tras la muerte de Samuel, Ecodesarrollo-Gaia envió una carta al delegado del Gobierno en Galicia, José Miñones, pidiéndole al Ejecutivo "un gesto significativo de reconocimiento" hacia Ibra. "Sería un acto de justicia", rezaba la misiva, pero también una decisión "con un marcado carácter pedagógico, en el sentido de ponderar públicamente los valores de la fraternidad humana y del mutuo auxilio que entre todos imprescindiblemente nos debemos, reflejado en la actitud de Ibrahima en contraste con un colectivo de gente que desgraciadamente permanecía contemplando impasible" la muerte de Samuel.

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Obanza: "Europa tiene que plantearse como un reto fundamental la verdadera descolonización de África"

La carta añadía el deseo de que este país cuente "con la ciudadanía de personas que encarnan y ejercen los valores sociales y culturales tan imprescindibles para la convivencia y que fehacientemente ha demostrado poseer y ejercer" Ibrahima Diack. Puede que no exista relación alguna, pero, al día siguiente de enviar la carta, el Gobierno anunció que regularizaría "en breve" la situación de Ibra. Aunque hasta ahora no hay constancia de que lo haya hecho.

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La formación lingüística que Asane e Ibra reciben en Ecodesarrollo-Gaia está expresamente destinada a su formación en su oficio de pescadores: les explican los nombres de las diferentes especies de pescado en Galicia y su taxonomía, así como el papel fundamental de los pescadores en la producción sostenible y en la protección del medio ambiente. También les hablan de geografía humana de África y de las desiguales y antidemocráticas reglas que rigen las relaciones internacionales, del expolio al que ha sido y sigue sometido su continente y de la farsa que supuso la descolonización de los años sesenta. "Europa tiene que plantearse como un reto fundamental la verdadera descolonización de África", sostiene Obanza.

Ibrahima Diack no quiere hablar de cómo intentó salvar a Samuel porque la policía y una jueza le han dicho que esté callado. Aunque es probable que no haga falta que diga nada más, porque su actuación habla por si sola. Quizá reaccionó como lo hizo porque los senegaleses de A Coruña, como dice Obanza, son gente pacífica, solidaria y desprendida, o también porque ven que esos valores también se reflejan en otras personas como los voluntarios de oenegés como Ecodesarrollo-Gaia, que han dedicado su vida entera a ayudar altruistamente a los demás sin esperar nada a cambio.

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El caso es que Ibra no se lo pensó ni un minuto cuando arriesgó su vida para intentar ayudar a Samuel. Y tampoco Asane se lo piensa ni un segundo cuando se le pregunta si él también se arriesgaría a morir, o a que le detuvieran y le deportaran, si pudiera salvar la vida de aquel chico. "Claro, todos lo haríamos, ¿no?". Quizá no sea consciente del todo de lo que significa su respuesta, que lo convierte en un héroe a él también.

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