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Albacete, naturaleza, historia y gastronomía que sorprenden

Visitar Albacete es una experiencia siempre sorprendente y un magnífico plan para una escapada de cuatro días. Tanto su capital, una urbe moderna y bulliciosa, como el resto de la provincia están repletas de lugares con encanto donde disfrutar de la natur

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La capital albaceteña es la ciudad más poblada de Castilla-La Mancha, una urbe moderna bulliciosa que ofrece a los visitantes numerosos atractivos, aunque ocurre en toda la provincia, que está repleta de lugares con encanto donde disfrutar de la naturaleza, de la historia y, como no, de una excelente gastronomía que combina tradición y vanguardia y se sirve de los generosos productos de la tierra como principal materia prima.

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Albacete ha sido desde siempre un gran cruce de caminos. Dispone de grandes espacios para el viandante, de numerosas calles peatonales e innumerables parques y jardines. Además, se encuentra entre las ciudades de más de 100.000 habitantes con menor presencia de contaminación de toda Europa.

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En la ciudad de Albacete no se puede dejar de visitar el Pasaje Lodares, una galería comercial y residencial que fue construida a imagen y semejanza de las galerías comerciales italianas, y que es todo un ejemplo de arquitectura modernista de principios del siglo XX. Tampoco puede pasarse por alto la Catedral de San Juan Bautista, de estilo Renacentista y Barroco, cuya construcción se remonta al siglo XVI y que alberga la capilla de la Virgen de los Llanos. Destaca igualmente el Teatro Circo, inaugurado en 1887 y de propiedad municipal desde hace cuatro décadas, que acoge todo tipo de representaciones.

Pero Albacete sorprende también por su excelente gastronomía, que se ve reflejada en restaurantes como Ababol, de Juan Monteagudo. Cuenta con una estrella Michelín gracias a su apuesta por los productos de temporada la cocina tradicional manchega, que fusiona con la francesa. Y es que las estrellas Michelin y los soles Repsol tienen un brillo especial no solo en la capital, sino por toda la provincia de Albacete.

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Con el nombre de Raíz Culinaria, Castilla-La Mancha aúna una selección de restaurantes con especial interés gastronómico, basándose en las guías gastronómica

nacionales e internacionales, así como aquellos que han sido premiados en categorías profesionales, con el objetivo de impulsar la gastronomía de la región.

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Porque Castilla-La Mancha es cocina de Raíz y de esta manera se le rinde tributo a la tradición, a una cocina auténtica y con carácter, de extraordinaria riqueza y diversidad. De hecho, la cocina castellanomanchega inspira a otras muchas cocinas del mundo, como la cocina sefardí.

La localidad de Almansa destaca sobre todo por su castillo, que se alza sobre el sobre el Cerro del Águila y es representativo de la comunidad castellanomanchega, además de uno de los más hermosos de España. Como no podía ser de otra manera, el castillo es el monumento símbolo de la ciudad. Se trata de una fortaleza fronteriza entre los reinos cristianos de Castilla y Aragón y el reino musulmán de Murcia.

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En el entorno del castillo abundan las calles pintorescas y surge La Casa Grande o Palacio de los Condes Cirat, actual ayuntamiento, que mantiene el concepto palaciego del siglo XVI; y en la Casa del Festero, a los pies del Castillo, se encuentra el edificio que alberga el Museo y Centro de Interpretación de la Batalla de Almansa. Consta de tres salas interactivas donde se pueden descubrir todos los detalles de aquella jornada de 1707 que cambió la historia de España y marcó el triunfo borbónico.

La gastronomía tiene un lughar destacado en Almansa con platos típicos como los gazpachos: de conejo, perdiz, ajos, pimientos y tomates, o el Ajo Mataero a base de pan casero, tocino blanco, e hígado de cerdo. La cocina con mayúsculas la encontramos a la sombra del castillo. El restaurante Maralba, de Fran Martínez, cuenta con una estrella Michelin y tres soles Repsol gracias a su cocina de raíces manchegas y al producto que le ofrece el cercano mar Mediterráneo.

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Hellín, que linda con la localidad murciana de Cieza, es la segunda ciudad más poblada de la provincia de Albacete, con sus más de 30.000 habitantes, Además de poder presumir de una gastronomía típica donde abundan los gazpachos, los hellineros lo hacen de su Parque Arqueológico del Tolmo de Minateda, que está configurado en torno al yacimiento del mismo nombre

Se trata de un asentamiento humano con un marcado carácter cultural que arranca en la Edad de Bronce y llega hasta el siglo XX. Se encuentra sobre una muela de 500 metros de altura, con laderas abruptas que limitan el acceso a un camino natural de El Reguerón.

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El yacimiento arqueológico puede visitarse de forma libre siguiendo un itinerario señalizado y apoyado por paneles explicativos, aunque existe una aplicación de realidad aumentada que hace la visita aún más interesante.

La localidad de Lezuza está a solo 50 kilómetros de la capital albaceteña, en la comarca de Sierra de Alcaraz y Campo de Montiel. Se trata de un pueblo de apenas 1.300 habitantes bien conocido por su impresionante yacimiento arqueológico de Libisosa, que se ubica en el Cerro del Castillo del municipio.

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Las excavaciones arqueológicas se iniciaron en 1996 por parte de un equipo de la Universidad de Alicante y han continuado sin descanso hasta la actualidad. El yacimiento ocupa 30 hectáreas de restos que abarcan desde la Edad del Bronce Final hasta la Baja Edad Media, que ha quedado inmortalizada por la torre vigía que da nombre al cerro.

También hay un amplio legado romano. De época romana destaca la muralla tardorrepublicana y el foro de la colonia que ya mencionaba Plinio el Viejo, mientras que del oppidum ibérico adscrito a la región oretana por Ptolomeo sobresale su fase final. En el yacimiento de Libisosa se han encontrado igualmente restos excelentemente conservados de la etapa iberorromana. Constituye toda una mina para la investigación del Ibérico Final y la Hispania republicana, en su mayor parte aún por descubrir.

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En el año 2021 se iniciaron las gestiones para declarar a Libisosa como parque arqueológico. Se trata del segundo parque en la provincia de Albacete, y sel sexto en el conjunto de Castilla-La Mancha.

Es uno de los pueblos más pintorescos de la región y uno de los más bonitos de toda España. De hecho, Forma parte de la red de Los pueblos más bonitos de España y es Conjunto Histórico Artístico desde 1982.

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Alcalá del Júcar cuenta con un paisaje que forma la Hoz del Júcar y que aparece ante nuestros ojos. Se encarama sobre una roca en el meandro del río y sus casas escalan por ella o se excavan en la tierra y ascienden hasta el castillo, que lo preside todo. Es de origen musulmán, aunque los derrumbamientos, los cambios en las torres y la reconquista, dejaron sucesivas restauraciones que borraron en buena parte el origen islámico de la fortaleza.

Merece la pena atravesar con calma el puente sobre el Júcar, del siglo XVIII, y es imprescindible acudir a las cuevas de la localidad, célebres por sus distin tos usos: nidificación de palomas, establos y farmacias naturales. De especial interés son los túneles de los bares, como la cueva de Masagó o la cueva del Diablo.

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Casas Ibáñez es el centro comarcal y de servicios de la comarca de La Manchuela y un lugar muy apreciado por quienes pescan truchas en el bello paraje de la Terrera. El pueblo tiene menos de cinco mil habitantes y se encuentra en una zona delimitada por los ríos Júcar y Cabriel .

Su término municipal cuenta con varios parajes de especial interés paisajístico, como son La Ceja, donde se divisa la depresión de la meseta manchega; La Terrera, en la ribera del río Cabriel; y La Hoya Gualí, hacia el río Júcar. Son de especial interés sus noches estrelladas, sobre todo el 10 de agosto, por San Lorenzo, ya que puede divisarse todo el firmamento desde emplazamientos elevados como el Tacón del Moro, gracias a una atmósfera extremadamente limpia, ideal para divisar la lluvia de estrellas.

Pero las del firmamento no son las únicas estrellas que brillan en Casas Ibáñez, destino Starligth por sus cualidades para la contemplación de los cielos estrellados. Javier Sanz y Juan Sahuquillo son dos jóvenes cocineros manchegos que se han ganado una estrella Michelín y dos soles Repsol en el restaurante Oba y un sol Repsol más en su otro establecimiento, Cañitas Maite. Disponen de dos tipos de carta, una de barra a base de tapas innovadoras y otra de producto con platos actuales que ensalzan las tierras manchegas.

Lo que más destaca de Jorquera es su ubicación y lo imponente de aspecto. El pueblo está situado en un alto sobre un meandro del Júcar y sus vecinos se adaptan a su recorrido de modo que la atalaya natural parece hecha para el pueblo. La roca asciende con las casas perfectamente ensambladas ante el cañón del Júcar.

La fortaleza, con varios recintos defensivos, entrelaza la zona cristiana en la parte inferior en torno a la torre de Doña Blanca, con la zona superior ovalada fechadas en la época almohade. En su casco urbano el edificio más notable es la parroquia de la Asunción del siglo XVI, de construcción gótica aunque concluida con elementos renacentistas.

Cerca del ayuntamiento encontramos la casa del Corregidor, edificio barroco del siglo XVIII con labras heráldicas en la fachada y el escudo del Marqués de Villena. Es un buen lugar para pasear y observar con detenimiento escudos labrados en las fachadas, como el escudo de los Tomás-Alarcón o el de los Ortega.

No podemos pasar por Albacete sin acercarnos a dos Rutas del Vino de las seis principales de que dispone la comunidad de Castilla-La Mancha, tierra de grandes caldos desde siempre. Son la Ruta del Vino de Almansa y la de La Manchuela.

En la de Almansa, cuatro municipios forman parte de la ruta, la situada más al este de Castilla-La Mancha: Almansa, Alpera, Higueruela y Hoya-Gonzalo. Verdejo y principalmente la garnacha tintorera son algunas de las variedades que se cultivan en esta zona, en la que el patrimonio histórico monumental cobra gran protagonismo al haber sido durante siglos tierra fronteriza con los reinos de Levante.

La Ruta del Vino de La Manchuela, por su parte, la conforman pueblos de las provincias de Albacete y Cuenca. Albaceteños son Abengibre, Alatoz, Alborea, Alcalá del Júcar, Balsa de Ves, Carcelén, Casas de Ves, Casas Ibáñez, Cenizate, Fuentealbilla, Jorquera, Mahora, Motilleja, Navas de Jorquera, Pozo Lorente, Valdeganga, Villa de Ves, Villamalea, Villatoya y Casas de Juan Núñez; y a Cuenca pertenecen El Herrumblar, Iniesta, Villanueva de la Jara, Motilla del Palancar, Granja de Iniesta, Enguídanos, El Peral y Quintanar del Rey.

La bobal es la variedad autóctona y estrella de esta tierra, que tiene como resultado unos excelentes vinos tintos de esta comarca natural, a caballo entre dos provincias limítrofes con el Levante español y bañadas por las hoces de los ríos Júcar y Cabriel, Ambos dibujan unos paisajes abruptos e inolvidables en contraste con las llanuras y las vegas dedicadas al cultivo.

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