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Alan Moreno o la realidad de las peticiones de asilo LGTBI+: "España dice que te protege y después no valida tu nombre"

Alan Moreno posa ante la cámara en la Gran Vía madrileña a 10 de enero de 2024. — Candela Barro

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madrid,

Alan Moreno llegó a España en 2019, tenía 28 años. En su país trabajaba como integrador social y formaba parte de la Secretaría Distrital de Integración Social en Bogotá (Colombia). Desde 2018, sufrió amenazas por parte de sus propios compañeros de equipo. Le atacaron por ser un chico trans y por levantar la voz contra el acoso sexual y el machismo.

La situación se agravó y su seguridad se vio comprometida, así que decidió migrar un año después. Él esperaba que la tramitación del asilo y su experiencia como persona trans en España fuera más amable. Para su sorpresa, la imagen que tenía de un país amigo de las personas LGTBI+ se convirtió en la de la burocracia y los obstáculos. Tardó tres años en volver a ver a su madre. Pensó en dejarlo todo pero volver a Colombia era demasiado peligroso. 

¿Podría relatarme qué pasó en aquel 2018 en Colombia?

Yo era servidor público. Ese año denuncié transfobia hacia mí y acoso sexual y laboral a mis compañeras de equipo. Eso me generó una gran cantidad de amenazas de muerte. Tuve que mudarme de ciudad. Aquello no paró ahí y me vi obligado a migrar. Las amenazas eran de otros servidores públicos, parte del Estado colombiano.

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Ellos me llamaban para que retirara las denuncias, pero como no lo hacía me amenazaban y me dejaban cartas en mi buzón con promesas de muerte. Empezó a ser una situación grave, amenazaron a todo el equipo del concejal que me apoyó desde el principio...

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¿Hubo más denuncias? 

Éramos muchos, pero la gente tenía miedo de denunciar, a la precariedad, a perder el empleo, a más amenazas. Cuando yo denuncié, perdí el puesto, el Estado me dio completamente la espalda, mis compañeros también. Todo por miedo a que les relacionaran conmigo, supongo. 

Alan Moreno, activista antirracista y trans, durante la entrevista en la redacción de 'Público'. — Chema Molina

¿Qué pasó después de denunciar? 

Denuncié incluso en el Congreso a estas personas con nombres propios. Ahí peligraban sus puestos públicos, en algunos casos de más de 17 años. Eso les generó mucha rabia y a mí me tocó irme de mi país por toda esa presión. Traje las pruebas y me dieron el asilo en España. 

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¿A día de hoy puede volver a Colombia con seguridad?

No. Las personas a las que denuncié tienen mejor cargo ahora que antes. Logramos mucho, pero el Estado es muy corrupto. No me atrevo a volver porque tienen mucho más poder.

¿Y su familia? ¿Cuánto tiempo pasó hasta que pudo volver a verla?

Mi mamá está aquí y una de mis hermanas. Pedí la reagrupación familiar y llegaron a finales de este 2023. Estuve tres años y medio sin ver a mi madre. Eso me afectó muchísimo, hubo muchos momentos en los que pensé en tirar la toalla porque no aguantaba más. El primer diciembre lo tomé suave, pero cuando en mayo llegó el día de la madre... Era duro. El trámite de reagrupación se demoró demasiado. Sentía que estaba perdiéndome su vida. Eso nunca se lo voy a perdonar a España, el tiempo que perdí sin poder disfrutar de mi familia.

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¿En qué situación ve ahora los derechos de las personas trans en Colombia?

Colombia: un país "avanzado" a nivel jurídico en derechos trans pero "atrasado" en lo social

Colombia tiene una situación bastante extraña y difícil de entender para las personas de aquí [España]. Creo que lo malinterpretan cuando intento explicarlo. Colombia es un país, a nivel jurídico, muy avanzado para las personas trans, pero a nivel social muy atrasado. Es la diferencia que siento con respecto a acá.

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En Colombia nos podemos cambiar el nombre desde 1991, sin ningún problema. Hace 33 años que tenemos este derecho. Hoy en día te puedes cambiar el sexo y ponerte en tu documento F (género femenino), M (género masculino), T (persona trans) o enebé (persona no binaria). Podemos acceder a las hormonas o a una cirugía por medio de la sanidad pública sin ningún problema. Obviamente no faltan los funcionarios que te ponen alguna traba pero existe esa tutela del Estado que agiliza las cosas.

El problema está a nivel social. No se ha trabajado a nivel educativo ni pedagógico. Ahí es donde encontramos una sociedad tránsfoba que nos mata a diario. Ese es el gran fallo de Colombia. Un avance jurídico en el que nos dicen: "Tengan pero no nos molesten más que estamos ocupados robando otras cosas". Esos avances no importan tanto. Nos encontramos con una Policía que nos violenta. La gente no denuncia porque terminan doblemente agredidas.

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Alan Moreno posa en la Gran Vía poco después de terminar la entrevista con 'Público'. — Chema Molina

¿Es una tónica general en Latinoamérica?

En lo social es lo mismo. Lo veo en nuestra asociación acá (Trans Latinos) y en mi ambiente de personas trans que conozco de Latinoamérica. En otros países jurídicamente no hay los avances de Colombia, la gente no se puede cambiar tal que así el nombre. Y son la mayoría de los países latinoamericanos. 

"Esa es la vida de las personas trans: estar constantemente peleando"

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Argentina era de los primeros y más avanzados en derechos trans, pero ahora estamos viendo un retroceso general en DDHH. Se da un paso y se retrocede cinco. Esa es la vida de las personas trans: estar constantemente peleando. No vivimos, todo el tiempo estamos en guerra por defender nuestros derechos.

Cuando llegó a España, ¿qué es lo primero que le impactó del avance de los derechos trans?

La verdad, el tema jurídico. El avance social lo notaba, por ejemplo, aquí puedes poner una bandera LGTBI+ en tu ventana. Si bien no deja de haber gente que agrede y mata, no es al nivel de mi país. En donde ni la Policía te protege.

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Justo cuando llegué no se había aún aprobado la ley trans estatal y mis compañeros me comentaban que para cambiar su nombre tenían que estar dos años en hormonas. Para mí eso fue impactante. ¿Cómo dos años en hormonas para cambiarse el nombre? ¿Y si no puedes estar en hormonas por un tema de salud? En Colombia eso no era así, claro.

¿Qué obstáculos se encontró como hombre trans migrante?

Toda la Ley de Extranjería es un obstáculo. Le impide a cualquier persona trans migrante cambiarse el nombre si en su país no se lo dejan cambiar. Con Colombia pasa pero no con la gran mayoría de países. Llegas de tu país de origen pensando que en España, como parecen más lgtbifriendly, te podrás cambiar fácilmente de nombre, pero no es así.

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"Te dicen 'te acojo, te asilo, te protejo' pero ni siquiera validan tu nombre"

Primero, tendrás que ser nacional. Para tener una nacionalidad aquí te demoras entre cinco o diez años. Gran falla es que no validan tu identidad al entrar al país. Te dicen "te acojo, te asilo, te protejo", pero ni siquiera validan tu nombre. Están vendiendo una imagen que no es tal como país. Y psicológicamente sí me afecta porque si voy a hacer cualquier trámite y no reconocen mi nombre... Así con todo. 

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¿También existe este problema trasladado a la salud trans? Por ejemplo, si se decide empezar la hormonación en España. 

Si empiezas tu hormonación aquí o vienes hormonándote desde tu país, lo primero para continuar es que tienes que pedir el padrón. A veces, los caseros te piden dinero para darte la documentación que te permite tener el padrón. Las instituciones te dicen que eso es un delito y tienes que denunciar, pero las personas migrantes no denuncian por miedo a ser deportadas. Sin padrón no puedes ir al centro sanitario para solicitar la tarjeta sanitaria y el tratamiento. Eso lo primero. 

Lo segundo, si logras empadronarte, te dicen que tienes que esperar de cuatro a seis meses para empezar el tratamiento. Esos meses sin tratamiento afectan a nivel físico, pero también psicológico. En este sentido, el país es una contradicción todo el tiempo. 

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¿Os afectarían retrocesos como la aplicación de la ley trans autonómica en Madrid? 

Las personas trans migrantes, al haber quedado por fuera de las leyes trans, tanto autonómica como estatal, por no tener una nacionalidad, es muy poco lo que conseguimos agarrar del pastel. Uno podría decir: "No me perjudica porque no lo he saboreado". Realmente los retrocesos de la ley trans a lo máximo que nos perjudica es que a esa persona trans migrante que no ha podido cambiar su nombre en el registro tampoco le dejen hacerlo en el transporte público.

"Se dejó caer el proyecto de la Ley Antirracista. No se le dio la atención que requería"

Si tenemos una Ley de Extranjería de por medio, ninguna ley trans estatal o autonómica nos sirve a las personas migrantes trans. Celebramos que le sirva a esas otras personas que sí están dentro de la ley, pero son ellas las que luego se olvidan de nosotres. Siempre nos dicen pasito a pasito, pero ¿para cuándo? Vemos los retrocesos, pero siempre son para las españolas. Si esto le pasa a ellas, ¿qué esperanza tenemos nosotres para avanzar?

Se dejó caer el proyecto de la Ley Antirracista. No se le dio la atención que requería. ¿Qué mensaje se nos envía? Que no somos lo suficientemente importantes para el Gobierno.

En caso de que el Gobierno tomase conciencia de esto, ¿qué es de máxima urgencia a tramitar en los derechos de las personas trans migrantes?

Primero, la Ley Antirracista, como primer paso a la derogación de la Ley de Extranjería. Si es que en algún momento se pueda derogar, que es una condición bastante utópica.

Pero si está bien hecha, la Ley Antirracista podría mejorar notablemente las condiciones de las personas migrantes, en general, y de las personas trans migrantes, en particular. Para que esa ley esté bien hecha tienen que sentarse las personas protagonistas, no como pasó con la ley trans estatal, donde no estábamos.

¿Qué puntos clave valoraría incluir en la Ley Antirracista?

La regularización rápida de las personas que estamos en España aportando a este país. Y luego, los delitos de odio. Las denuncias se quedan muy cortas porque seguimos con miedo a la deportación. La ley de delitos de odio no sirve para las personas migrantes por ese miedo.

"Se contempla el racismo pero siempre y cuando seas regular en España"

El Gobierno manda el mensaje de que sí hay una ley de delitos de odio en la que se contempla el racismo, pero siempre y cuando seas regular en España. La regularización se volvió tema de campaña, pero ya.

En esta nueva legislatura, ¿se siente representado por las figuras públicas en el Gobierno y en el Congreso?

No. No siento que tenga representación. A las personas migrantes nos usan en elecciones y en campañas. El tema antirracista y la migración se usan, como el suelo pegajoso de las mujeres migrantes que limpian, pero luego cuando llegan al Gobierno, nosotres somos el último tema a hablar o a legislar. Cada vez nos decepcionamos un poco más. Dejamos de creer en lo que se va eligiendo. Y cada día hay más gente con menos ganas de votar porque no se sienten representades. Las que sí puedan votar, claro.

No voy a negar que hay ministerios cuya labor me ha gustado. El Ministerio de Igualdad anterior me gustó. Creo que Irene Montero se peleó por la ley trans y se sintió un apoyo desde adentro. Me gustó su gestión y la de Ione Belarra como persona antirracista. Pero se me queda igualmente corto, entiendo que haya barreras pero falta un empujón. O se priorizan otras cosas. Siempre nos dicen: "Ya miraremos". 

Ahora Podemos no tiene representación en el Gobierno. ¿Espera que las representantes de Sumar y del PSOE tengan una línea antirracista y de derechos trans?

Para mí, como persona trans, Podemos resultó un gran aliado en el Gobierno. Es una pena. Siento que el PSOE es un centro, no una izquierda real. Y Sumar es un partido político que llega muy tarde a las denuncias antirracistas y trans. Parece que solo postean cuando hay bulla.

El PSOE no ha hecho las cosas bien. El ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, otra vez ahí... Y la nueva ministra de Igualdad está tomando malas decisiones con nombramientos tránsfobos. El PSOE nos está mostrando la línea de lo que realmente es su gobierno: que la lucha antirracista y trans no son importantes para su partido. Y para rematar, envía un mensaje de un feminismo transexcluyente.

Alan Moreno sentado ante la periodista durante la entrevista en la redacción de 'Público'. — Chema Molina

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