madrid
La última medida aprobada por el Gobierno de Pedro Sánchez es la de intentar que 24.000 migrantes españoles, que se fueron del país por la fragilidad del mercado laboral español tras la crisis, vuelvan con ciertas garantías. El plan va acompañado de una inversión de 24 millones de euros que desde Marea Granate definen como "medida electoralista".
La Marea Granate, una red trasnacional de emigrantes del Estado español que sirve de canal de denuncia a los que cruzaron la frontera, se muestra escéptica frente a este nuevo paquete de medidas aprobadas por el Gobierno. No se fían de esta propuesta de Sánchez.
Las medidas del Gobierno van desde apoyo para formar un proyecto profesional hasta acompañamiento psicológico y ayudas para planificar el regreso a España, según la Agencia Efe.
Además, se incorporan a este plan llamado "Un país para volver" las becas Ramón y Cajal y Juan de la Cierva, enfocadas a que jóvenes científicos en el extranjero trasladen sus estudios hasta España. Para subsanar las dificultades de los trabajadores autónomos, se ofrecerá una cuota con tarifa plana de 60 euros mensuales.
María Almena, portavoz de la organización, es investigadora y graduada en Bioquímica. Se fue a París en busca de trabajo en 2013 y allí se quedó. Ahora tiene una hija, pero asegura que vive a caballo entre los dos países. Su incredulidad ante la propuesta del PSOE tiene la hemeroteca como punto de partida: "Sánchez prometió un gran plan de repatriación para los que estamos fuera", dice Almena, al ver que el presupuesto final es irrisorio en comparación con el que figuraba en los primeros anuncios.
"Todas las administraciones hacen estas promesas de recuperación económica cuando en realidad nos seguimos yendo y las cifras del padrón en el exterior siguen creciendo", dice la portavoz. Marea Granate anunció el pasado viernes a través de su cuenta de Facebook que el número de "exilios forzados" –así se sienten ellos– ha aumentado en 65.000 personas durante el último año. Por tanto, la medida del Gobierno no alcanzaría a cubrir siquiera a los que hicieron el macuto durante el 2018.
"La actual medida solo tiene un objetivo electoralista; es ínfima, para empezar, porque somos más de un millón de personas las que nos hemos tenido que ir. Todos los planes son cortoplacistas, no garantizan el empleo estable –la actual medida tiene una duración de dos años– e incitan a que uno se busque la vida por su cuenta, dándose de alta en autónomos o teniendo que depender de una beca de investigación que como máximo durará dos años. Además, muchos de los que se han ido es para trabajar en sectores precarios como en hostelería o agricultura, y a ellos no se les tiene en cuenta en los planes de retorno, concluye Almena. Alba Cabré, historiadora del arte y residente en Alemania desde 2015, vive con desinterés la llegada de este plan de retorno: "Como en todo, la gente de letras no le importamos a nadie, pasan de nosotros. En Alemania hay mucho más movimiento de trabajo incluso en nuestra área de conocimiento, pero no deja de ser un camino difícil", dice Cabré, que alterna trabajos en hostelería con otros de freelance. Incluso tiene un vídeo en el que cuenta qué motivos le llevaron a irse de España.
"Estos 'planes de retorno' están abocados al fracaso", cuenta Jesús García, miembro de Marea Granate y gestor de la cuenta de Twitter. Estudió Diseño de Interiores en una Escuela Superior, se marchó a Lisboa para un Eramus y, tras encontrar trabajo, se quedó a vivir. Él mismo veía unas previsiones pésimas en su futuro laboral: "Soy de Cuenca, de la zona rural. Allí no hay esperanza laboral alguna. Ya para poder estudiar, me tuve que ir a Logroño", asegura el migrante, que lleva seis años afincado en la urbe lisboeta. "Son planes de retorno propagandisticos", valora. García acaba su reflexión con ironía, tras conocer que el Gobierno pondrá facilidades para la reintegración de sus vidas en el país: "¿Es que creen que, después de habernos buscado la vida en el extranjero, no vamos a saber hacerlo en España?".
La medida sobre la tarifa plana para los autónomos, por ejemplo, no conllevará cambios en el futuro de Alba Cabré, afincada en Alemania: "Aquí te das de alta en autónomos y no tiene coste hasta que llegues a 17.000 euros anuales. Las condiciones aquí son extremadamente mejores que en España", asegura desde Düsseldorf.
Las complicaciones para el voto rogado
"Sé de historias de personas que viven en lugares fuera de Europa, tipo Australia y México, y directamente dicen que no les llega el voto al consultado"
Sánchez, en mitad de esta vorágine y al borde de las elecciones, también se acordó del voto rogado. El presidente prometió reformas en una próxima legislatura, aunque en la vigente no se hayan llegado a acuerdos. Eso ha desembocado en miles de personas teniendo que sumergirse en arduos procesos burocráticos para poder cumplir con su derecho Constitucional.
"Todavía no he rogado el voto, por gestiones administrativas previas", dice María Almena, portavoz de Marea Granate. "Menos mal que el consulado abre los sábados, porque no habría podido. Aún no me han llegado las claves telemáticas que necesito y los faxes –desterrados de la vida digital pero aún necesarios para poder votar si vives fuera de España– están saturados en las oficinas del censo, porque hay mucha más demanda que otros años", asegura la portavoz.
"Es un proceso muy farragoso, y eso que yo tengo la suerte de tener el consulado cerca porque vivo en París, imagínate vivir en un pueblo. La mayoría de trámites requieren presencia física", denuncia Almena.
"Aún estoy esperando el reembolso de las cartas certificadas enviadas para votar en las dos últimas elecciones generales", denuncia Jesús García, desde Lisboa. "En Portugal, muchos migrantes prefieren regresar a España y asegurarse el voto", admite.
Hay otras lecturas más positivas sobre el voto rogado, aunque reconocen su suerte: "Soy de Barcelona y he podido votar en todas las autonómicas catalanas. Vivo en Düsseldorf, que tiene consulado y eso me facilita mucho las cosas, pero hay personas que viven a unos cuantos kilómetros y no pueden acercarse, así que se quedan sin votar. Incluso conozco historias de personas que viven en lugares fuera de Europa, como Australia y México, y directamente dicen que no les llega el voto al consultado", declara María Cabré, de Marea Granate en Alemania, que concluye su reflexión con palabras amargas: "No tengo esperanzas en volver".
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