La extrema derecha en Europa: ni antisistema ni populista

MADRID.- La extrema derecha y el fascismo se aproximan en una buena parte de sus "radicalizados" programas, ya que ambos movimientos integran la exaltación nacional y la defensa de una identidad excluyente conceptualmente cercana a la idea de raza y a la identificación del pueblo patria. El periodista, filósofo y escritor Josep Ramoneda arranca así su ponencia inicial publicada en Espacio Público para abrir un nuevo debate en torno al ascenso de los partidos ultraderechistas en Europa.

Ramoneda recuerda las palabras del antropólogo francés Emmanuel Terray para situar este movimiento en el panorama europeo: "La extrema derecha se mueve en el espacio intermedio que separa a la derecha clásica del fascismo".

Podemos y populismo

Frente a los consideran que Le Pen, Trump, el independentismo catalán y Podemos tienen en común que son populistas y antisistemas, Ramoneda apunta que los dos primeros "no tienen nada de antisistema", sino que constituyen el plan B autoritario del sistema a través del discurso "antiélites". Sin embargo, "el independentismo catalán será anticonstitucional, pero sumamente respetuoso con el sistema económico y social".

Asimismo, el filósofo cree que algunos  dirigentes de Podemos han hecho suya la idea de populismo para "identificar la construcción de un nuevo relato de base popular, pero que poco tiene que ver con el uso descalificativo que se hace de este término y con los otros movimientos identificados como tales".

Ascenso en Europa

Pero, ¿cuáles son las causas del auge de la extrema derecha en Europa? El autor manifiesta que Europa "viene sufriendo" un desplazamiento a la derecha desde los años 80 por dos motivos: la "inseminación de la derecha clásica" por el llamado neoliberalismo, que ha dado lugar a su vez al neoconservadurismo, en un contexto de inseguridad e incertidumbre creciente; y la incapacidad de la izquierda para dar respuesta al desamparo de las clases medias y populares hundidas por la crisis.

Josep Ramoneda opina que la extrema derecha ha canalizado fácilmente el enfado de muchos sectores de la población. Y "ha conseguido arrastrar a buena parte de la derecha -e incluso a la izquierda en algunos casos-" para hacer su propia agenda.