La retórica ultra sobre migración se impone con la ayuda del PP y las políticas europeas
El refuerzo de la seguridad fronteriza y la externalización se imponen como pilares de una política migratoria condicionada por el discurso de la extrema derecha.
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En junio de 2018 Pedro Sánchez acababa de llegar al Gobierno. Era un líder desconocido a nivel internacional y consiguió que todas las miradas se dirigieran hacia él al anunciar la acogida del Aquarius, un barco con 629 migrantes a la deriva al que Italia y Malta le negaban la entrada en sus puertos. Sánchez envió un mensaje contundente a Europa, donde la crisis de la gestión migratoria era ya un tema central.
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Un lustro después, en 2023, el líder del PSOE, convertido ya en un dirigente con influencia a nivel europeo, fue uno de los grandes valedores del pacto migratorio de la UE, alcanzando la Presidencia española del Consejo. Para conseguir un acuerdo de los 27 hizo falta convencer a Giorgia Meloni, primera ministra italiana, y Sánchez allanó el terreno viajando a Roma para reunirse con ella y poner en valor sus coincidencias en política migratoria. "España e Italia compartimos que hay que hablar de la dimensión exterior de la migración, de cooperación y colaboración con los países de origen y de tránsito", dijo Sánchez tras reunirse con la dirigente ultraderechista en abril de 2023.
Meloni llevaba apenas seis meses al frente del Gobierno de Italia, un shock político para una Europa que se enfrenta al auge de los partidos reaccionarios totalmente superado ya por las instituciones europeas, y estaba a punto de firmar un acuerdo con Albania para construir dos centros de identificación y acogida de migrantes. La líder de Fratelli d'Italia ha externalizado la acogida de los solicitantes de asilo impidiéndoles pisar suelo europeo para disuadir a las personas que intentan llegar a Italia. Una medida tan polémica como dudosa de cumplir con la legalidad europea que sin embargo recibe elogios.
Esta semana el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, viajó a Roma para reunirse con Meloni —y sobre todo con su vicepresidente y ministro de Asuntos Exteriores de Italia, Antonio Tajani—, de la que dice que ha conseguido implantar un modelo migratorio "que funciona". Feijóo no se atrevió a pronunciarse sobre el pacto con Albania ni sobre ninguna otra medida concreta, como el acuerdo con Túnez para que frene la salida de migrantes, pero sí ha dejado claro que la mano dura de Meloni y su trabajo en terceros países para contener los flujos migratorios es el espejo en el que quiere mirarse.
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Unos días antes que Feijóo, fue el laborista Keir Starmer, primer ministro de Reino Unido, quien aterrizó en Roma para reunirse con la líder ultraderechista y alabar su política migratoria. Según Starmer, quien en su país se opuso al plan para enviar a los migrantes a Ruanda, "Italia ha conseguido progresos notables trabajando con los países de la ruta migratoria, afrontando las causas profundas de la inmigración y reduciendo las llegadas irregulares".
"No son las cosas que funcionan, son las cosas que son morales y legales. Sé que esto va a sonar muy fuerte, pero, si nos ponemos así, los campos nazis funcionaban también", responde Iftach Cohen, al otro lado del teléfono. Cohen trabaja como abogado de derechos humanos para la organización jurídica Front-lex. Como italiano, no se sorprende del buen recibimiento que ha tenido la política migratoria de Meloni a nivel europeo: "Como yo lo veo, no hay mucha diferencia entre la política migratoria de Meloni y Renzi. Lo que sí hay es una retórica diferente". Matteo Renzi, del Partido Democrático (de centro-izquierda), fue primer ministro de Italia entre 2014 y 2016.
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Lo cierto es que en las políticas migratorias de Meloni converge en este momento la atención de conservadores, liberales, verdes y socialdemócratas a nivel europeo.
Externalización: una fórmula ya probada en la UE
El nuevo pacto de Migración y Asilo de la UE que entrará en vigor en el verano de 2026 endurece las reglas para la concesión de asilo, amplía los plazos de detención y da luz verde a las devoluciones en caliente.
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Además, los países del sur de Europa, no solo Italia y Grecia, también España, apuestan por la externalización de la gestión migratoria a través de países terceros a los que se les paga para impedir la salida de migrantes. De hecho, nuestro país ha sido pionero en este modelo de gestión migratoria con el respaldo de la UE y la connivencia de los socialistas. Así lo avala el informe Externalización, de la Fundación porCausa.
"Cuando Sánchez acogió al Aquarius marcó el relato a nivel europeo. El relato ahora lo marca la extrema derecha con el PP como aprendiz de brujo, el PSOE comprándolo y la izquierda a la izquierda del PSOE para la que parece que no existe este tema", apunta Miguel Urbán, autor de Trumpismos (Editorial Verso Libros) y exeurodiputado (abandonó Podemos en 2020 pero mantuvo su acta hasta el fin de la legislatura en 2023).
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"Evitar nuevas llegadas a cualquier precio"
Y así se llega al último barómetro del CIS en el que una mayoría de encuestados colocan la inmigración como el principal problema del país, pero el quinto que más les afecta a nivel personal. Detrás de estos datos: la ruptura de los gobiernos PP-Vox, la violencia en Reino Unido, el sensacionalismo mediático que tiene más tiempo y recibe más atención en verano y la asimilación del discurso ultra por parte de la derecha tradicional.
"Hay una retórica que es la de evitar nuevas llegadas a cualquier precio", señala Iftach Cohen. Y es ahí, en la retórica, donde están realmente las grandes diferencias en materia migratoria dentro de los países de una UE donde se está impulsando el control de las fronteras para "luchar" contra la migración.
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"La migración es un problema de seguridad social, no de seguridad policial. Y es un error convertirlo en una cuestión de solidaridad cuando es una cuestión de derechos, de la movilidad como un derecho y no como un privilegio. Ahora mismo Holanda y Alemania cuestionan la movilidad de los europeos en el espacio Schengen", analiza Urbán. En ambos países se han impuesto controles policiales fronterizos, algo que también sucede en la frontera entre Francia y España.
Así, el refuerzo de la seguridad fronteriza y la externalización se imponen como pilares de una política migratoria condicionada por el éxito de la retórica de la extrema derecha. ¿Funciona, como dice la derecha?
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En 2023 salió a la luz que Frontex, la agencia europea encargada de controlar las fronteras exteriores de la Unión, enviaba información a Libia, cuyas autoridades violan los derechos humanos, para que detuviera los barcos de migrantes que trataban de llegar a Europa. El último informe de la Misión de Libia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU estableció que existían "motivos razonables para creer que se han cometido crímenes de lesa humanidad contra libios y migrantes en toda Libia". La Misión encontró numerosos casos de "detención arbitraria, asesinato, tortura, violación, esclavitud, esclavitud sexual, ejecución extrajudicial y desaparición forzada" que confirmaron que todas estas eran prácticas generalizada en el país norteafricano.
The Guardian ha destapado prácticas similares en Túnez.