El regreso a la negociación de Junts marca el primer aniversario del Govern de ERC en solitario
Pese a las derrotas parlamentarias, los republicanos hacen un balance positivo de un ejecutivo en solitario, que les ha obligado a cambiar de alianzas y buscar el apoyo del PSC. Entre otros, destacan la aprobación de los presupuestos y conseguir la derogación de la sedición
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barcelona, Actualizado:
El Govern en solitario de ERC ha cumplido un año de vida y lo ha hecho coincidiendo con el regreso a la negociación de Junts, que precisamente rompió con su socio con el argumento de no compartir la estrategia de diálogo con Madrid, además de otros desacuerdos.
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No hay unidad pero ERC y Junts convergen en los objetivos
Pese a negociar por separado, ambos partidos independentistas están en conversaciones con el PSOE por la investidura y expresan demandas similares.
Esta convergencia quedó patente con la resolución sobre autodeterminación pactada en el Parlament hace unas semanas, que supedita la investidura a ciertos avances en este tema. Sin embargo, esto no evitó que en el mismo pleno, Junts reclamara elecciones a Pere Aragonès.
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Hacemos balance de este año de ERC en solitario en la Generalitat, repasamos cómo fue la ruptura y analizamos en qué contexto Junts ha virado de estrategia para recuperar una negociación que hacía tiempo que los de Puigdemont no defendían.
Un año en solitario
Pese a las derrotas parlamentarias, los republicanos hacen un balance positivo de un año de ejecutivo en solitario. ERC se ha visto gobernando únicamente con sus 33 diputados, una cifra muy alejada de la mayoría, ubicada en 78 escaños. Esto le ha obligado a virar de alianzas y contar con el PSC, por ejemplo, para la aprobación de los presupuestos, además de los Comuns, con los que ya los aprobó el año anterior.
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Este es uno de los principales hitos que destaca el Govern de este año. Las cuentas suponen las segundas consecutivas después de más de cinco años de interrupción. ERC también saca pecho del avance en el cumplimiento del plan de gobierno, que sitúa cerca del 60%. Las buenas cifras del paro, la estabilización de 10.000 plazas de funcionariado y los cambios en educación, como la gratuidad del I-2, son otros tantos que se anotan.
La aprobación de los presupuestos, entre los principales hitos
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Sin embargo, en el plano puramente de negociación, Aragonès destaca la derogación del delito de sedición y haber "parado" los ataques a la escuela catalana como principales resultados del diálogo con el Estado. Una cuestión que se ha producido en el último año y, por tanto, excluye totalmente a Junts.
Pese a la negativa reiterada a negociar con el Estado y el rechazo a las conversaciones entre la Generalitat y el Gobierno, la posición clave en la que las elecciones generales ha dejado a Junts ha fomentado un viraje hacia una estrategia diferente.
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En su conjunto, se trata de demandas muy similares a las de los republicanos. Sin embargo, los reproches acumulados y la voluntad de marcar perfil propio no han permitido, al menos hasta ahora, una vuelta a la unidad.
El detonante de la ruptura
"Ante un problema de confianza, si no hay concreción, le pediremos que se someta a una cuestión de confianza en el Parlament, como hizo el president Puigdemont." Con estas palabras, el presidente del grupo de Junts en el Parlament, Albert Batet, detonó el 27 de septiembre de 2022 la crisis de gobierno que se saldaría 10 días después con la salida definitiva de su partido y que culminaría un año y medio de rencillas constantes.
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Aragonès fulminó a Puigneró por "deslealtad"
Como consecuencia inmediata, el president de la Generalitat, Pere Aragonès, fulminó a Jordi Puigneró, entonces vicepresidente, por "deslealtad" al Govern. Esto inició la cuenta atrás, con un primer debate en el seno de Junts sobre si se mantenían o no en la Generalitat y la posterior decisión de someterlo a votación de la militancia.
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Dentro de Junts se crearon partidarios del 'sí' y del 'no' y esto escenificó, una vez más, la existencia de diferentes familias en el partido. Los que se inclinaban por romper el Govern fueron mayoritariamente los que pertenecen al entorno de Carles Puigdemont, con Laura Borràs, presidenta del partido, al frente.
Otros cargos destacados que habían apostado por esta posición eran el portavoz del partido, Josep Rius, la consellera de Universidades, Gemma Geis, los diputados Jaume Alonso-Cuevillas, Joan Canadell, Francesc de Dalmases y Aurora Madaula o la exalcaldesa de Girona, Marta Madrenas.
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Al otro lado estaba el sector pragmático, más vinculado a la antigua Convergència, encabezado por parte de los consellers en ese momento. Es el caso de Jaume Giró, Violant Cervera, Victòria Alsina y Lourdes Ciuró, así como el expresident de la Generalitat Artur Mas o el exalcalde de Barcelona Xavier Trias. También numerosos alcaldes se pronunciaron a favor de esta opción.
La ausencia más destacada fue la del secretario general, Jordi Turull, quien apostó por no revelar el sentido de su voto en un ánimo de mantenerse imparcial y no profundizar en la división del partido.
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Una oposición dura
Desde que la ruptura se oficializó, con un 55% de los votos de la consulta a favor, Junts pasó a la oposición y la ha ejercido duramente durante este año. El primer golpe fue su negativa a aprobar unos presupuestos elaborados mayoritariamente por su exconseller, Jaume Giró, pocas semanas antes. Pero no ha sido el único, y ERC y Junts han protagonizado enfrentamientos dentro y fuera del Parlament.
Junts se ha aliado en varias ocasiones con el PSC para votar resoluciones en contra del Govern
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En este año también se produjo la condena a Borràs por las irregularidades cometidas durante su etapa al frente de la Institució de les Lletres Catalanes (ILC). Esto ha sido un foco de tensión recurrente entre ambos exsocios, ya iniciado con la suspensión de Borràs como presidenta del Parlament, lo que contribuyó a la ruptura del Govern.
Cambio de alianzas
Con tan sólo 33 escaños, el Govern en solitario de ERC ha tenido que cambiar de alianzas ante la oposición dura de Junts. Un ejemplo es el apoyo del PSC para llevar a cabo iniciativas como la mencionada de los presupuestos.
Y es que la ruptura de la unidad independentista ha favorecido los pactos con otras formaciones. Por ejemplo, el acuerdo entre Esquerra y PSC en las diputaciones de Lleida y Tarragona desató un nuevo alud de reproches cruzados entre las dos principales fuerzas independentistas, pero la realidad es que ambas han firmado pactos que dejan la otra en la oposición después de las elecciones municipales de mayo.
Queda sin resolver la incógnita de si la negociación con Madrid, por separado pero con objetivos comunes, facilitará cierta recuperación de la unidad estratégica o, por el contrario, consolidará los caminos distintos de los exsocios independentistas.