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Rajoy apela a los "valores" pero protege a sus imputados

El líder del PP, acompañado por Camps, Costa y Fabra, evita hablar de corrupción en el acto de celebración del primer aniversario de su reelección

MARÍA JESÚS GÜEMES

Abrió y cerró su intervención apelando a los 'principios y valores' que rigen en el PP. Mariano Rajoy dijo que España es una nación de ciudadanos libres e iguales, que la soberanía nacional es única, que con el terrorismo no se negocia, que su formación apoya a la familia como núcleo básico de la sociedad y que cree en el mérito, en el trabajo y en la superación... Pero ni una palabra de la honorabilidad y de la lucha contra la corrupción.

El líder conservador, que celebró ayer en Valencia su primer aniversario desde que fue reelegido presidente nacional, construyó un discurso que reposaba sobre la ética y la moral. Pero no habló del caso Gürtel aunque junto a él estaban el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, y el portavoz del Grupo Popular en Les Corts, Ricardo Costa, ambos imputados por supuesto cohecho por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia. Y frente a ellos se sentaba Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, con varios asuntos judiciales pendientes por presuntos delitos contra la Administración pública y fraude fiscal.

Al contrario, Rajoy quiso rendirles su particular homenaje, como hizo en la campaña de las europeas cuando fue a mitinear a su tierra más que a ninguna otra, y reconocerles el mérito de haber logrado el 7-J 'un triunfo claro, contundente y que no deja lugar a ninguna duda' del apoyo que reciben a pesar de todo. A quien no se veía por ninguna parte era a Luis Bárcenas, tesorero del PP desde hace justo un año, cuando en el XVI Congreso Nacional del PP fue nombrado por Rajoy. Por cuarto día consecutivo, el jefe de la oposición prefirió obviar en público que el Supremo ha decido asumir su causa.

Sólo y de forma implícita hubo una mención a la situación que atraviesa el PP. Rajoy recordó que en este tiempo su formación había superado 'muchas dificultades' y que, por eso mismo, estaba seguro de que 'por más que algunos se empeñen no podrán doblegar la voluntad y el espíritu del PP'. 'No es fácil y no lo van a conseguir', proclamó.Además, fue tal su empeño en hablar de las convicciones del PP que algunos de los presentes lo vieron como un mensaje destinado a María San Gil o a José María Aznar, quienes le habían reclamado que no renunciara jamás a los principios por ganar unas elecciones.

Rajoy aprovechó también para marcar la hoja de ruta del PP recordando a todos que aún queda 'un largo trecho por delante' y que no es bueno caer en 'la autocomplacencia'. El líder de la oposición quiere que el partido 'crezca todavía más'. Y una gran movilización de cara a las municipales y autonómicas, para lo que exigió 'contar y buscar a los mejores, dentro de nuestro partido y, si fuera necesario, fuera de él'.También aprovechó para lanzar un guiño a los críticos. 'Aquí no sobra nadie y hacemos falta todos', señaló. No había ni uno cerca. Pero pidió 'superar viejas historias' y 'hacer un esfuerzo para olvidar lo que merece ser olvidado'. Su firme promesa: 'Buscar el tiempo necesario para fortalecer la cohesión del PP'.

Para el jefe de la oposición 'la alternativa es una necesidad imperiosa'. Más ahora, cuando, como dijo, el PP ya había 'acreditado' su capacidad de interlocución con el resto de fuerzas políticas. Rajoy resaltó que, con ello, su partido había 'ganado la centralidad de la vida política española en las urnas y en las instituciones'. Y comentó que en sus filas ya no se sentían aislados, poniendo como ejemplo el País Vasco, donde 'incluso el PSOE reconoce nuestra compañía'.

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