Periodismo
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mADRID,
Algo se ha movido este 2022, en España y en América Latina, en lo que respecta a la percepción de los medios de comunicación como los grandes actores políticos en nuestras sociedades.
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Tras la derrota del Apruebo en Chile, "ley de medios" se convertía en TT y muchos señalaban algo evidente: la derecha mediática chilena había sido capaz de definir sin dificultades los grandes temas del debate nacional sobre la nueva constitución y había logrado instalar los marcos que resultaron determinantes en la orientación del voto, de los sectores que votaban por primera vez el 4 de septiembre.
En Argentina ha sido un clamor que el intento de asesinato de Cristina Fernández de Kirschner no se explicaría sin las campañas de odio y fake news impulsadas por la derecha mediática argentina. La violencia mediática contra Gustavo Petro, contra Francia Márquez y contra su proyecto político es una realidad incuestionable en Colombia y es difícilmente disociable de la violencia más explícita de la que son objeto.
En Bolivia apenas han salido de un golpe de Estado que, junto a la dimensión militar, tuvo una clara dimensión mediática. Y qué decir de México, de Ecuador, de Uruguay o nada menos que de Brasil…
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En España el Ferrerasgate ha removido buena parte de los cimientos del periodismo, también del periodismo de izquierdas. Recientemente Pablo Elorduy en las páginas de El Salto escribía: "Que la prensa no sea noticia es la mejor noticia".
Pues no estoy muy de acuerdo con mi amigo Elorduy. Quizá si algunos periodistas de izquierdas hubieran reconocido que si la prensa no es noticia te están tomando el pelo, no habría sido necesario hacer La Base. Otra cosa es que reconocer que los medios son actores políticos y por lo tanto objeto de investigación y análisis, haga saltar por los aires lo confortable que resultaba, hasta hace nada, hacer política desde los medios.
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Añadía Elorduy en su reflexión sobre los perros que se devoran entre ellos, que el éxito de La Base se debe a haber conseguido llenar una demanda que aparentemente no existía: Investigar, machacar, y relacionar constantemente la manipulación periodística con el interés económico y empresarial y con la agenda del poder. Claro que existía la demanda. Lo que pasa es que no había muchos que se quisieran meter en el tema, porque era comodísimo no meterse.
Hasta hace poco, para ciertos periodistas "de izquierdas", era muy ventajoso en lo profesional ser amigo y colaborador de Ferreras. Hoy es casi todo lo contrario.
Y claro, la culpa es mía y de La Base, no de la podredumbre generalizada de la profesión. El problema no es que haya habido periodistas de derechas y de izquierdas trabajando con las cloacas para machacar a Podemos. El problema no es que haya periodistas, más rojos que nadie, pero que callaban ciertas tropelías de la profesión y que miraban para otro lado para no perjudicarse a sí mismos. El problema es que nosotros hemos llamado a las cosas por su nombre. En fin…
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"¿Que la prensa no sea noticia es la mejor noticia?" Ummm. Cualquier actor con poder es un actor político y por lo tanto objeto de análisis e investigación periodística.
En La Base iniciamos hoy la nueva temporada con más ganas que nunca de seguir pisando callos ilustres, de informar y de analizar con objetividad y con rigor pero jamás con neutralidad. Iréis viendo, poco a poco, las novedades importantes que estamos preparando.