Partidos políticos Políticos que intentan no parecerlo: ¿ya no están de moda los partidos?
El sistema de partidos sufre una crisis de credibilidad mientras los electores se sienten menos representados. Politólogos explican en 'Público' por qué las formaciones se han distanciado de los ciudadanos y los riesgos que esto supone para la democracia.
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madrid,
Con el auge de los partidos de masas a partir de la segunda mitad del siglo XIX, los ciudadanos comenzaron a tener un comportamiento activo políticamente. Los electores se afilian y se socializan en la dinámica de las formaciones, que son el instrumento central de la democracia, la herramienta imprescindible para generar cambios en la sociedad. Los ciudadanos tienen sentimientos de cercanía, se identifican fuertemente con el partido al que apoyan.
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Sin embargo, este escenario, que se había mantenido en mayor o menor medida durante el siglo XX, cambia drásticamente tras el shock de la crisis económica de 2008. Ha aumentado la volatilidad –los votantes cambian su voto de manera más rápida–, se ha producido una enorme fragmentación –el número de partidos se ha disparado en la mayoría de países europeos–, se ha acentuado la desafección política y se ha reducido (o al menos ha cambiado) la identificación partidista. En general, los electores no se identifican de forma clara con un partido.
El politólogo irlandés Peter Mair advirtió de que se ha producido una enorme brecha entre los ciudadanos y los partidos políticos. Los electores conciben que las formaciones han dejado de representar los intereses de los distintos grupos sociales y se han instalado en "el mundo cerrado de las instituciones de gobierno".
De Díaz a Feijóo
Bajo esta situación se mueven los diferentes actores políticos, también en España, con aparentes estrategias que parecen distanciarse de la actividad de las formaciones y marcar un perfil propio o "independiente". La llegada de Podemos y Ciudadanos fomentó la personalización de la política en detrimento del papel de las organizaciones. Yolanda Díaz se focaliza en su labor como ministra mientras continúa distanciándose de la influencia de los partidos que conforman Unidas Podemos. El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, ha propuesto la creación de una oficina paralela a la estructura del partido para recoger aportaciones de personas "ajenas a la política". La iniciativa busca dar protagonismo a "profesionales independientes" de "todo tipo de sensibilidades ideológicas".
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Andrea Donofrio, profesor de Historia del Pensamiento Político de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), explica a Público que esta estrategia obedece a una "tendencia general caracterizada por un descontento social hacia los partidos políticos". Algo que "no es novedoso", ya que en otros países se ha producido el mismo proceso. Donofrio recuerda el caso del Movimiento 5 Estrellas en Italia, que ha tratado de desvincularse de la etiqueta de partido político. "Intentan huir del olor de la vieja política; en unos casos, los actores políticos se alinean con planteamientos tecnócratas y, en otros, con movimientos sociales. El objetivo es mantener la credibilidad que han perdido los partidos tradicionales".
A esto hay que sumar la personalización de la política. El profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Málaga Francisco Collado apunta que el distanciamiento de los representantes de los partidos también responde a una estrategia de "notabilidad"; es decir, se centran en "fortalecer su proyección personal" marcando distancia para evitar estar involucrados en aspectos que les puedan perjudicar de la actividad o los posicionamientos del partido. Elba Maneiro, investigadora en el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de Santiago de Compostela, añade que en los casos concretos de Díaz y Feijóo hay estrategias específicas y diferentes. En el primer caso, hay un distanciamiento de Unidas Podemos, "que electoralmente está en caída libre y en muy mal momento según las encuestas". Mientras, el mandatario gallego pretende "alejarse de la estela de Pablo Casado".
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¿Ya no nos identificamos con los partidos?
Aun así, más allá de los movimientos de los líderes políticos, hay que fijarse en el comportamiento de los electores. Donofrio y Collado coinciden en que ha caído la identificación partidista, fruto de la desafección y de una crisis de representatividad política propiciada por un incremento en la desconfianza hacia las instituciones. Maneiro, por su parte, considera que "no se ha reducido la intensidad con la que los electores se identifican políticamente", simplemente que esas formas de identificación son "más volubles porque ha cambiado la realidad política". Argumenta que las grandes manifestaciones de los últimos años se han producido articuladas a través de partidos políticos. "La identificación partidista continúa siendo una variable clara a la hora de explicar el comportamiento electoral y la orientación del voto".
En este contexto, los tres politólogos recogen algunas iniciativas para que vuelva a existir un fuerte vínculo entre los votantes y los partidos. El profesor de la Universidad de Málaga apunta que "la vuelta a la dinámica de los partidos de masas puede ser una opción, pero se corre el riesgo de fanatizar a los electores", especialmente en un contexto tan polarizado. Donofrio indica cómo los partidos de izquierdas han realizado "una apuesta ideológica" para recuperar mensajes y propuestas que se habían quedado en el camino, sobre todo, durante la debacle de la socialdemocracia en Europa. Maneiro agrega la necesidad de constituir proyectos amplios y "dejar atrás estrategias personalistas, que son muy frágiles".
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Los políticos y el cortoplacismo
Los tres advierten que el actual funcionamiento del sistema de partidos desemboca en estrategias más cortoplacistas por parte de los políticos. La profesora de la Universidad de Santiago de Compostela afirma que "los ciudadanos necesitan resultados tangibles de manera inmediata", lo que lleva a las élites que gobiernan a implementar medidas que generen "efectos en poco tiempo" sin tener en cuenta las consecuencias a largo plazo.
El profesor de la UCM admite que la actual situación es complicada para los políticos, que intentan "revitalizar a un votante apático", y alerta de los riesgos que supone para la democracia que haya un votante desafecto y "emergido en la espiral individualista". "El historiador francés Alexis de Tocqueville ya sugirió en el siglo XIX que uno de los principales problemas de la democracia es el individualismo. Si las personas dejan de participar en la vida política porque creen que no sirve de nada, solo votarán unos pocos con sus propios intereses". De hecho, uno de los problemas más destacados, provocado por la desafección, es que los votantes no opten por otras formas de participación política y engorden el abstencionismo.
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Estos riesgos no se solventan solo con estrategias o con formas de comunicar diferentes para atraer al elector. Collado reconoce que los problemas sociales son los que estimulan un escenario en el que las personas pierden el interés por la política convencional. "Si los ciudadanos no notan un respaldo institucional que responda a las demandas sociales, es normal que aumente el voto de descontento o el voto de castigo y la gente se incline por agrupaciones radicales" que capitalicen el malestar social. Por lo tanto, "lo importante siempre es la cuestión social", sentencia el profesor de Málaga.