Madrid
Actualizado:“Las condiciones previas eran lentejas…; había que asumirlas”. Fernando Martínez-Millo, coordinador general del PP, justificaba con estas palabras el pasado 28 de febrero la firma con Ciudadanos de las seis condiciones previas que impuso la formación naranja como antesala para formalizar un pacto con 150 medidas concretas entre ambos partidos y amarrar así la investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno.
Este lunes se cumple un año de la firma de aquel pacto y sin riesgo de equívoco se puede afirmar que ninguna de aquellas seis condiciones previas y de las 150 medidas se han puesto en marcha. Al menos por la iniciativa del Gobierno que preside Rajoy ni por la del grupo parlamentario popular.
La medida más llamativa, sin duda, era la creación de una comisión parlamentaria de investigación sobre las finanzas irregulares del PP. Se contemplaba tanto en las condiciones previas como en el pacto, en concreto en el número 98. Esta comisión se ha puesto en marcha gracias a la iniciativa del PSOE y de Podemos, a la que sumó Ciudadanos tras constatar que el PP se limitaba a 'marear la perdiz' en esta cuestión y, a la postre, dar largas a su socio de investidura.
“Honestamente, nunca imaginamos que Rajoy actuaría así tras ser investido”
Esa ha sido la constante en las relaciones entre el PP y Ciudadanos en el último año, según admiten fuentes parlamentarias de la formación naranja consultadas por Público. “La estrategia del PP ha sido su falta de rigor y seriedad”, sentencia un significado cargo de Ciudadanos que pide el anonimato para no “meter más cizaña”. “Honestamente, nunca imaginamos que Rajoy actuaría así tras ser investido”, añade.
La relación entre ambas formaciones ha sido tensa en estos 12 meses. Incluso llegaron al borde de la ruptura el día 8 del pasado mes de marzo cuando Albert Rivera le preguntó a Rajoy en una sesión de control al Ejecutivo por su voluntad de crear la comisión de investigación sobre las cuentas ilegales de su partido, exhibiéndole de forma desafiante el texto del acuerdo.
La reacción de Rajoy, empleando su habitual ironía, rozó la displicencia y provocó que Rivera se llevara la palma de su mano a la mejilla varias veces convirtiéndose en una de las imágenes del curso parlamentario. No ha sido el único “incidente” entre dirigentes de ambas formaciones en el último año, casi siempre provocados por los desaires de la formación conservadora hacia Ciudadanos.
Las dos reuniones de las que se ha dado publicidad mantenidas en este tiempo entre Rajoy y Rivera en Moncloa, la primera el 9 de enero con sus respectivos equipos y la segunda a solas durante un almuerzo el pasado 26 de junio, no han sido suficientes para despejar los recelos mutuos – “más que justificados”, según opinan en el partido naranja -.
Durante este tiempo Ciudadanos se ha sentido desairado por su “socio”, a quien pretendió “regenerar” para justificar su alianza política con una formación conservadora; inicialmente para la investidura de Rajoy, que se materializó los primeros días de noviembre del pasado año, y luego para toda la legislatura con el propósito de fijar un frente común ante la izquierda, sobre todo la representada por Podemos. Y esa sensación no ha desaparecido cuando se cumple un año de la firma del acto por parte de los portavoces parlamentarios de PP y Ciudadanos, Rafael Hernando y Juan Carlos Girauta, respectivamente.
Ese estado de cosas ha hecho que Ciudadanos se sienta en la obligación de reivindicar día tras día su papel de impulsor de la agenda de regeneración política de la que presume constantemente como propia Rajoy. Rivera se ha empleado a fondo en este cometido, en ocasiones con detalles nimios. También lo han hecho otros dirigentes
El último ejemplo lo ofreció el portavoz Girauta el pasado jueves en el debate en la Diputación Permanente del Congreso de os Diputados sobre la comparecencia del presidente del Gobierno ante un pleno extraordinario para explicar su implicación en el caso Gürtel como líder del PP. “La comisión de investigación sobre las finanzas irregulares del PP ya estaba en las condiciones previas que impuso Ciudadanos para negociar la investidura de Rajoy”, afirmó.
Ciertamente, esa actitud de “enfant terrible” que adopta Ciudadanos irrita sobremanera al PP, que no pierde ocasión para despreciar a su “socio” de investidura. Y el camino más corto para evidenciar ese sentimiento es “pasar” del listado de medidas contempladas en el famoso pacto, presentado en un acto en el que actuaron Rajoy y Rivera junto a sus portavoces y equipos negociadores en las dependencias parlamentarias.
Uno de los “desaires” más llamativos fue el del presidente de la Región de Murcia, el popular Pedro Antonio Sánchez. Encausado en un procedimiento judicial se negó a dimitir pese a las reclamaciones de Ciudadanos por entender que su caso era de “libro” y quedaba reflejado en una de las seis condiciones previas firmadas en agosto del pasado año: dejar un cargo público en caso de investigación judicial. Sánchez, apoyado por la dirección del partido en Génova, dimitió finalmente al apoyar Ciudadanos una moción de censura con el resto de la oposición. Sin embargo, mantiene su acta de diputado autonómico.
De los asuntos más importantes del acuerdo entre PP y Ciudadanos la mayoría están dormidos en los laureles o, sencillamente, olvidados. Desde luego, ni el grupo parlamentario popular ni el Gobierno han tomado iniciativa alguna sobre ellos. Desde el Ejecutivo de Rajoy se esgrime que para llevarlos a efecto se necesita el concurso de terceros y, en algunos casos, requiere reformas en la Constitución. Y eso, para Rajoy, es una terea demasiado ardua en estos momentos.
Nada se sabe de la supresión de los aforamientos – una obsesión de Ciudadanos -, del apartamiento de cargos públicos por corrupción o de la limitación de mandatos –en cualquier caso, sobre esto el PP asegura que no afecta a Rajoy -. Al margen de la comisión de investigación sobre las finanzas irregulares del PP, ya en marcha gracias a la izquierda, sobre la reforma electoral – sobre todo listas desbloqueadas – solo se sabe que hay una subcomisión parlamentaria que discurre sin pena ni gloria, y sobre la supresión de indultos a los condenados por corrupción hay en tramitación una proposición de ley de Ciudadanos.
La formación naranja ha sacado pecho por haber logrado, según su interpretación, una rebaja “sustancial” del IRPF en los presupuestos generales del Estado para 2018 tras negociar su apoyo al Gobierno para sacar adelante el techo de gasto el pasado mes de junio, paso previo a los presupuestos. También ha alardeado de impulsar una nueva legislación para los autónomos, aunque en esta iniciativa ha contado casi con más respaldos en la izquierda que en el PP.
Ese es el magro resultado de un año de vigencia del pacto de investidura suscrito tal día como hoy en medio de grandes alharacas y anuncios prometedores. Lo grandes beneficiados han sido, sin lugar a dudas, Rajoy, su Gobierno y el PP. En cambio, Ciudadanos y su líder, Albert Rivera, deben conformarse con el papel de meros comparsas y, en no pocas ocasiones, ofreciendo una imagen de ingenuas víctimas de un tocomocho.
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