Ocho años de ruptura: el lehendakari Urkullu lleva sin recibir a los sindicatos ELA y LAB desde 2013
Las principales organizaciones sindicales de Euskadi, que suman juntos más del 60% de la representación en los centros de trabajo, denuncian el "autoritarismo" y los desaires del mandatario vasco. Desde ELA destacan que llegó a cancelar una reunión previamente concertada porque le molestaron unas críticas.
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bilbAO, Actualizado:
La puerta del principal despacho del Gobierno Vasco está cerrada a cal y canto para la mayoría sindical de Euskadi. El lehendakari Iñigo Urkullu solo la abrió en el invierno de 2013, poco después de conquistar el cargo en las urnas. Desde entonces, la enemistad con los sindicatos ELA y LAB, que a día de hoy ostentan juntos el 60% de la representación sindical, ha ido en aumento.
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Los puentes están rotos. "El lehendakari tiene una forma de actuar muy autoritaria. De acuerdo a su concepción de la democracia, los movimientos sociales somos instrumentales: solo dialoga con nosotros en la medida en que le sirvamos para llevar adelante las políticas que tiene definidas", afirma a Público Peio Igeregi, responsable de Negociación Colectiva de ELA.
Nacido en 1911, este sindicato –vinculado en sus orígenes al PNV, algo que nada tiene que ver con la realidad actual– cuenta actualmente con más de 100.000 afiliados y ostenta el 41% de la representación total en los centros de trabajo. Se reivindica además como un movimiento sindical de contrapoder, apegado a las distintas luchas sociales que se desarrollan en Euskadi. "Somos la mayor organización social de este país", reivindica Igeregi.
Ese alto grado de representación no ha servido para alterar la agenda de Urkullu, quien mantiene firme su decisión de no reunirse con los representantes de ELA. "Hemos solicitado en diferentes ocasiones reunirnos con el lehendakari, y la respuesta siempre ha sido negativa: si no compartes su visión sobre los diferentes problemas, se niega a dialogar", afirma el portavoz de esa central.
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El único y último encuentro entre los máximos representantes de ELA y LAB data de 2013. A principios de ese año, un recién estrenado Iñigo Urkullu –había asumido como mandatario vasco poco antes, en diciembre de 2012– abrió las puertas de su despacho a Ainhoa Etxaide y Txiki Muñoz, quienes por entonces se encontraban al frente de LAB y ELA respectivamente. La imagen ya no volvería a repetirse.
"Nosotros no obviamos que el PNV tiene la mayoría, pero el lehendakari sí obvia a los sindicatos mayoritarios", señala Xabier Ugartemendia, secretario de Acción Sindical y Negociación Colectiva de LAB. Este sindicato, ligado históricamente a la izquierda independentista vasca, cuenta a día de hoy con el 19,8 de representación en Euskadi, situándose así como la segunda central del territorio por detrás de ELA.
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En enero de 2020, algo menos de dos meses antes de que estallara la pandemia, ambos sindicatos vascos tomaron parte en la huelga general que se celebró el día 20 de ese mes. Entonces se produjo el último desaire: los representantes de ELA y LAB intentaron reunirse con Urkullu para exponerle los motivos de la convocatoria, pero la respuesta fue un rotundo no. Por el contrario, la presidenta de Navarra, María Chivite (PSN), sí les recibió.
"No hay ninguna relación con Urkullu en estos momentos. Al lehendakari no le gustan los sindicatos de contrapoder, sino que apuesta por los que actúan en la concertación, aun sabiendo que esos sindicatos son minoritarios en la Comunidad Autónoma Vasca", afirma Ugartemendia en alusión a CCOO y UGT, que cuentan con el 18,3% y 10,3% de representación respectivamente.
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Ambas centrales de ámbito estatal se mantienen en la Mesa de Diálogo Social del Gobierno Vasco, donde no están ELA ni LAB. "Lo que quieren es una mesa de acompañamiento a las políticas del Gobierno", sostiene Igeregi.
Desde ambos sindicatos critican que el lehendakari ha optado además por una política de plena afinidad con la patronal vasca. "En los últimos años, el lehendakari no ha mantenido ningún tipo de equidistancia entre patronal y trabajadores: Urkullu está claramente con las grandes empresas", lamenta Ugartemendia.
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Ertzainas contra huelguistas
En ese contexto, el Gobierno Vasco ha incrementado la represión contra los principales conflictos laborales registrados en Euskadi, lo que ha dejado innumerables fotos de cargas policiales de los antidisturbios de la Ertzaintza contra protestas laborales. En la huelga de Tubacex, que duró casi ocho meses, el Departamento de Seguridad que dirige el vicelehendakari Josu Erkoreka amparó varias cargas contra los piquetes. Hubo además detenciones y denuncias contra huelguistas.
La virulencia de la Ertzaintza en los conflictos sindicales fue denunciada incluso por los propios policías afiliados a ELA. En una nota dada a conocer en junio pasado, los agentes que forman parte de esa central sindical advirtieron que "en situaciones no especialmente críticas, ha habido cargas y golpes desproporcionados por parte de la policía", al tiempo que "se ha impedido a los piquetes realizar la tarea que la jurisprudencia les reconoce como propia y ajustada a la ley, como es la de informar a los trabajadores que no secundan la huelga y acuden a sus centros de trabajo".
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Del mismo modo, ELA-Ertzaintza dio a conocer que hubo agentes que "recibieron órdenes de impedir la entrada al Parlamento Vasco de
representantes legales de los trabajadores que habían sido invitados por
parlamentarios".
Por todo ello, concluían que se estaban vulnerando "normas y principios deontológicos básicos como la no discriminación, la proporcionalidad en el uso de la fuerza y el respeto y la salvaguarda del ejercicio de derechos fundamentales", de manera tal que "las decisiones aparecen claramente alineadas con los intereses empresariales".
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En ese marco, ELA se dirigió en junio pasado al Departamento de Seguridad del Gobierno Vasco para pedir una reunión con su máximo representante, Josu Erkoreka, a quien quería transmitirle la preocupación de sus afiliados ante esa "concepción autoritaria respecto al uso de la Policía". Tampoco hubo respuesta.