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Los neoconservadores americanos preparan sus próximos zarpazos en Oriente Próximo

A solo ocho meses de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, la posibilidad de la victoria republicana está más viva que nunca. Elliot Abrams representa el pensamiento neoconservador más reaccionario que se ha aplicado a Oriente Próximo, y después de ocho años apartado de la administración, se prepara para dar un nuevo salto a primera línea si gana un candidato republicano.

Foto de archivo de Elliott Abrams, en una comparecencia en el Congreso estadounidense, en 2011, cuando era alto cargo de la Administración de George Bush. AFP PHOTO/Jim WATSON

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

JERUSALÉN – Uno de los ideólogos norteamericanos más influyentes de las últimas décadas, Elliot Abrams, ha estado en Jerusalén explicando una parte de sus aspiraciones y planes para Oriente Próximo. Abrams, de 68 años, ha dado una conferencia en el Instituto para las Políticas del Pueblo Judío, sito en el campus de la Universidad Hebrea de Guivat Ram, al que han asistido un centenar de escogidas personas deseosas de saber qué hará Estados Unidos después de las elecciones presidenciales de noviembre.

El currículo de Abrams no puede ser más completo. En la actualidad es asesor del partido republicano para cuestiones relacionadas con la política exterior, enseña en Georgetown University, y es miembro de media docena de “centros de estudios estratégicos” muy conservadores entre los que están el Comité para la Paz y la Seguridad en el Golfo, el Centro para la Política de Seguridad, el Comité para un Líbano Libre y el Proyecto para un Nuevo Siglo Americano.

La carrera de Abrams se inició bajo el mandato de Ronald Reagan, cuando se vio implicado directamente en el turbio caso Irán-Contra, mediante el que Estados Unidos facilitó la venta de armas a Irán, a través de Israel, a cambio de dinero para sufragar las armas que necesitaba la guerrilla antisandinista en Nicaragua. Ya entonces se le halló culpable de ocultar información al Congreso y fue condenado por ello, aunque el presidente de Estados Unidos lo perdonó acto seguido.

Amnistía Internacional y Human Rights Watch acusaron a Abrams de ocultar “atrocidades” y “matanzas” de civiles en El Salvador, Honduras, Guatemala y Nicaragua. Además estuvo detrás del fallido golpe de Estado de 2002 contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Estos datos solamente constituyen una parte de su brillante currículo.

Tampoco debe olvidarse que con George Bush hijo, Abrams fue el responsable de promover la democracia en el mundo, y en gran parte el mundo está en deuda con él por la invasión de Irak de 2003 y el consecuente caos causado en Irak y en el conjunto de Oriente Próximo, debido a que la administración Obama mantuvo la política neoconservadora de llevar la democracia a la región a cualquier precio.

Pues bien, Elliot Abrams, fue recibido calurosamente por el público asistente en el Instituto para las Políticas del Pueblo Judío, y pudo dar su punto de vista sobre un abanico de cuestiones en las que sin duda él mismo jugará un papel esencial si en noviembre gana un candidato republicano. A continuación se recogen algunas de sus opiniones sobre la situación política mundial.

Existe un innegable “resentimiento” de muchos ciudadanos en Occidente con la manera en que se conduce la política, un fenómeno insólito que hasta ahora se circunscribía a Europa pero que el empuje de Donald Trump y Bernie Sanders muestra que ha llegado a Estados Unidos. Uno de los rasgos de este fenómeno es que mucha gente ha comenzado a pensar que la experiencia política se ha convertido en una carga y prefieren candidatos sin experiencia.​

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La política exterior americana ha oscilado de un lado a otro, de una gran implicación a una pequeña implicación en el mundo. Con Bush hijo hubo las guerras de Afganistán e Irak, mientras que con Barack Obama ha habido una menor implicación exterior. Lo lógico es que esta tendencia cambie tras las elecciones de noviembre. Además, existe el riesgo de que haya un “gran atentado” en Estados Unidos, lo que cambiaría radicalmente la ecuación y llevaría a una mayor implicación exterior de Washington, es decir más guerras.

Abrams “duda de que durante la próxima administración haya un empuje” para resolver el conflicto israelo-palestino. Cree que los asesores le dirán al nuevo presidente, sea demócrata o republicano, que no es un buen momento para avanzar hacia la paz. Seguramente Washington se centrará en cuestiones económicas y no políticas, y “no habrá presión sobre Israel”.

El mayor peligro para la política mundial es, en opinión de Abrams, Vladimir Putin. Rusia, dice el ideólogo neoconservador, se encuentra en una difícil tesitura debido a la caída del precio del crudo y es muy probable que esto conduzca a una inestabilidad en ese país a corto plazo que obligue a Putin a iniciar alguna aventura militar más allá de sus fronteras, similar a la aventura actual en Siria.

“Si yo fuera consejero de Benjamin Netanyahu”, dice Abrams, “le recomendaría que ayudara al futuro presidente de Estados Unidos a ser más firme” en política exterior, tanto en Oriente

Próximo, incluido Irak y Siria, como con Rusia. Abrams, que habla hebreo después de aprenderlo en una escuela rabínica, no descarta que el nuevo presidente “cancele” el reciente acuerdo nuclear con Irán, especialmente si el presidente es republicano.

En cuanto a Israel, Abrams subraya que todos los candidatos a la presidencia de Estados Unidos “cuentan con cualificados asesores que tienen una gran experiencia en temas israelíes”, de manera que Israel no debería preocuparse por las elecciones de noviembre.

“Para un republicano normal, Israel es un punto de referencia y de apoyo fundamental”. En el turno de preguntas, un oyente se quejó de que Trump podría dar el departamento de Estado a alguien de la cuerda del exsecretario James Baker, que es una bestia negra en Israel por haber obligado a este país a negociar con los árabes en 1991. Pero Abrams responde que la situación en Estados Unidos y en el mundo ha cambiado radicalmente desde que Baker fue secretario de Estado y que Irak y Siria sencillamente han dejado de existir.

En otras circunstancias, Abrams podría estar en prisión por crímenes de guerra y contra la humanidad, pero en las actuales circunstancias es el ideólogo neoconservador más influyente y en función de los resultados electorales de noviembre volverá a dictar la política exterior de Estados Unidos.

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