Cargando...

María Teresa Carbonell, sonrisa y memoria del POUM

Wilebaldo Solano

Publicidad

María Teresa Carbonell.

Actualizado:

En agosto cumplirá 90 años. Wilebaldo Solano, su Wile, hubiera cumplido 100 en julio. Casi un siglo de historia común, de amor y de pelea valiente por los ideales marxistas frente a la persecución fascista y estalinista a la que fue sometida la militancia del POUM. Se conocieron cuando María Teresa Carbonell (Barcelona, 1926) aún jugaba con muñecas. Sólo les separó la derrota en la Guerra Civil. Y la parca, que se llevó al histórico dirigente del Partit Obrer d'Unificació Marxista el 17 de septiembre de 2010.

Publicidad

Mamó la izquierda del pecho de su madre, modista y maestra en una escuela para obreros analfabetos que creó el padre de María Teresa en la fábrica de sanitarios Sangra en la que ganaba el jornal. Ella se encargaba de enseñar a leer y a escribir. Él, ateo irreductible, de las clases de matemáticas. Los dos eran militantes comprometidos del POUM, y antes de su creación en el 35, del Bloc Bloc Obrer i Camperol (BOC). “Así que en casa siempre hubo un ambiente muy de izquierdas y —emplea otra vez el calificativo— muy bonito”.

Click to enlarge
A fallback.

Tu navegador o dispositivo no soporta HTML5 audio

Entre agujas, telas y loza, Luisa y Joaquín se dejaron la piel por la educación de sus tres hijos. “Era la condición de mi madre: ‘La chica como los chicos, tiene que estudiar igual’, decía porque para ella fue una tragedia dejar la escuela”. Y cambia el tono dulce de la voz por otro más grave cuando refiere orgullosa la militancia de su madre en el Secretariado Femenino del POUM. “Se constituyó para llegar a las masas de mujeres obreras que pensaban que la política era cosa de hombres y que no se tenían que meter”.

María Teresa Carbonell.

“Nos inscribieron en las escuelas del Estado que hizo la República. Pero había cola para entrar, así que mis padres encontraron una escuela, el Instituto Montserrat, dirigido por un señor muy progresista que empleaba el método 'montessori'. Pero mi padre exigió que no nos enseñaran la religión para no perder el tiempo”. Se carcajea con la evocación de una maestra, “la senyoreta María". "Cuando había clase de religión no sabía que hacer conmigo. Me mandaba a un rincón y me ponía a dibujar o hacer calceta”, cuenta.

Publicidad

Wilebaldo Solano

“A Wilebaldo lo conocí en 1938, cuando empezó la represión estalinista contra el POUM y detuvieron al Comité Ejecutivo. Él era entonces el secretario general de la Juventud Comunista Ibérica (JCI) del POUM y el partido lo escondió en mi casa. Y para nosotros, los tres hermanos, fue la gran juerga. En casa hacía las reuniones; jugaba con nosotros como si fuera un niño. Era como de la familia”. Ella sólo tenía 11 años, pero confiesa la gran admiración que sentía por el joven de 21. “Y ese es siempre el primer paso”, apostilla con otra risa.

Memoria del POUM

Mientras, en Barcelona, la joven María Teresa se empleaba a fondo en sus estudios de Filosofía y Letras y francés. “Cuando terminé la carrera pedí una beca para cursar Literatura francesa en La Sorbona. Y el 6 de octubre de 1950 —cómo iba a olvidar esa fecha— me reencontré con Wile en París”. No obstante, dice Carbonell que ella aún estaba en otra cosa. “Veía de vez en cuando a Solano que ya se había convertido en el secretario general del POUM, discutíamos, pero yo estaba obnubilada porque era libre. Aquí en Barcelona si querías salir una noche tenías que ir acompañada de un hermano o de una carabina. Allí no. Allí los jóvenes vestían como se viste ahora aquí. Era genial ver a un joven y no saber, por su indumentaria, si era hombre o mujer”.

Publicidad

María Teresa y Wilebaldo Solano en 2010, poco antes del fallecimiento del histórico del POUM.

Muerto el dictador, el Partido Obrero de Unificación Marxista trató de reconstruirse de nuevo en España, pero apenas jugó papel alguno durante la Transición, más allá de la pesca que hizo el PSOE entre su militancia. “¡Que se arrepintió después!”, dice María Teresa. No logró representación en las elecciones democráticas del 77 y, tras las autonómicas catalanas de 1980, abandonó la actividad. Pero no se disolvió ni renunció a la restitución de su memoria.

Publicidad