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La marea de los indignados se apodera de la campaña

Miles de personas desafían la prohibición de la Junta Electoral

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El movimiento 15-M en una de sus reuniones en la Puerta del Sol. Archivo. EFE

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MADRID.- Incluso los que en algún momento se han burlado de la movilización de los indignados inspirados en cierta forma por el nonagenario Stéphane Hessel, que ayer mostró desde Francia su "agradable sorpresa" por lo que está sucediendo en España, han tenido que acabar aceptando una evidencia: la campaña electoral ha sido desbordada por Democracia Real Ya!, la red creada en internet hace apenas tres meses sobre todo por jóvenes que han tomado las calles para decir "basta!".

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No es sólo y ya sería muchísimo que el debate gire ahora alrededor de esta nueva plataforma que ni siquiera se presenta a las elecciones, guste o no a los asesores y spin-doctors más experimentados. Es mucho más: el tira y afloja legal por la toma de las calles ayer, la Junta Electoral de Madrid prohibió la gran concentración de la Puerta del Sol y pese a ello miles de personas la tomaron igualmente parece asegurada hasta el momento mismo en que abran las urnas: ya no hay duda de que los indignados protagonizarán lo que queda de campaña, que se ha tornado imprevisible sobre todo después de que sectores de la derecha establecieran un paralelismo entre las concentraciones de ahora y las que hubo en 2004, tras el 11-M.

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Miles de personas desafían la prohibición de la Junta Electoral

La Junta Electoral Central definirá hoy el criterio sobre estas concentraciones, pero de la asamblea de ayer en la Puerta del Sol salió ya la convocatoria de otra marcha para el sábado, jornada de reflexión. Por la noche, la Puerta del Sol seguía llena de manifestantes que desafiaban la prohibición y a las decenas de policías que rodeaban la plaza. Y como pasaban las horas y los agentes no intervenían pese a la "ilegalidad", la cadena Intereconomía mostraba continuamente su indignación. Y ataba cabos: aseguraba que estos jóvenes sirven a los intereses del ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba.

La comparación con 2004 y las marchas tras el 11-M la asumió explícitamente el candidato a la reelección a la alcaldía de Valladolid, Javier León de la Riva (PP), para quien los manifestantes estarían siendo manipulados por el PSOE con el objetivo último, entonces y ahora, de evitar un supuesto triunfo en las urnas del PP.

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Chacón: "Hay cosas que piden que son razonables y, además, posibles"

"¿Ustedes recuerdan aquello de España merece un Gobierno que no nos mienta' y movilizaciones vía sms en todas las ciudades y pueblos de España? A mí me recuerda a algo", dijo León de La Riva, quien exigió que se investigue "a los que están detrás".

El eurodiputado Carlos Iturgaiz avivó la misma llama: consideró "curioso" que cada vez que hay unas elecciones en las que el PP es favorito se producen "movidas extrañas", "acampadas" o "manifestaciones". Y añadió: "Se han puesto debajo de la ventana de la presidenta de la Comunidad de Madrid, que es del PP. No van a la Moncloa".

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Fue precisamente Esperanza Aguirre una de las primeras en sumarse, como hizo también Francisco Álvarez-Cascos, a la tesis de que los indignados están manipulados por el Gobierno o la extrema izquierda contra el PP replicando el supuesto esquema de 2004. Tras mostrar "respeto" por los manifestantes, Aguirre advirtió de que, "sin duda, organizaciones muy radicales de izquierda" tratan de "manipular ese movimiento contra el PP". Preguntada sobre si observa paralelismo con 2004, contestó: "No soy adivina, pero cualquiera con dos dedos de frente puede comprobar que esto va a ir in crescendo".

El espantajo de la "extrema izquierda" o la "izquierda de la izquierda" lo ha agitado también el vicesecretario del PP Esteban González Pons, quien ya el martes advirtió: "Lo que estamos viendo ahora en la calle es la izquierda extrema del PSOE, que se le ha roto al PSOE por su izquierda".El modelo de Aznar

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Pero no es esta la línea oficial del equipo de Rajoy, cuyo máximo objetivo en esta campaña era que pasara cuanto antes y sin ruido, salvo el de Bildu. Ayer, Rajoy esquivó a los periodistas que le querían preguntar por los indignados, aunque antes había dicho a la Cadena Ser "entender perfectamente" que los jóvenes protesten ante el elevado paro juvenil en España.

Su equipo de comunicación eligió a la portavoz parlamentaria, Soraya Saéz de Santamaría, para expresar la posición "oficial": tras mostrar "respeto" y "comprensión", trató de contagiar a los manifestantes la ilusión que en ella generó José María Aznar ante una "situación similar".

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"En el año 1995 [justo antes del triunfo de Aznar, en 1996], los jóvenes vivimos una situación similar, tampoco teníamos empleo, había un 40% de paro, también había muchísimo malestar e inquietud", afirmó. Y concluyó: "Hay que trasladar el mensaje y la necesidad de que hay que cambiar las cosas, de que hay que hacer reformas y que se puede crear empleo".

La variedad de opiniones en el PP fue tal que dos de los dirigentes que mostraron más empatía con los manifestantes fueron Carlos Fabra, imputado por cohecho y fraude fiscal, y Alicia Sánchez-Camacho en un acto junto a Xavier García-Albiol, cuya "xenofobia" ha denunciado SOS Racismo. 

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Dudas socialistas

El PSOE también ha quedado desbordado hasta el punto de que ayer decidió trasladar el cierre de campaña desde la Plaza Mayor de Madrid hasta el Ifema. Oficialmente, nada tiene que ver la decisión con los indignados, pero la cercanía al lugar más caliente e imprevisible de toda España convertía un acto tan importante en una apuesta de riesgo extremo.

Las dudas entre los socialistas oscilan en sentido contrario a los del PP en una franja que va del respeto a la complicidad y hasta el entusiasmo. Pero siempre con el corazón en un puño por el temor a que cualquier chispa cause alguna explosión. Y a que las voces que claman también contra los ajustes del Gobierno acaben de noquear a los indecisos progresistas por mucho que el PSOE los justifiquen para preservar el Estado del bienestar.

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En el primer grupo, el presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, que se limitó a hacer un genérico llamamiento "a los progresistas críticos". En el segundo, Carme Chacón, quien dijo: "Hay gente que dice que todo lo que plantean es un locura. No estoy de acuerdo. Me parece que hay cosas que piden que son razonables y además posibles". Y en el grupo de los más entusiastas, el candidato en Madrid, Tomás Gómez, que incluso defendió el derecho a seguir manifestándose pese a la prohibición de la Junta Electoral.

IU dejó claro que está entregada a la causa de los indignados. Pero la marea ha crecido tanto que la inundación amenaza ya todas las certezas.

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