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MADRID.- El pasado octubre cada ciudadano con teléfono móvil veía invadido su WhatsApp con gracietas sobre un veinteañero con mucha jeta que se colaba allí donde hubiera un personaje relevante. Lo suyo no eran los famosetes. A Pequeño Nicolás le gustaba hacerse fotos con políticos, con la nobleza empresarial y a ser posible con reyes, ya se llamasen Juan Carlos o Felipe.
Un antiguo jefe me envió un mensaje… “Mira a quien han detenido, al que venía a contarnos información sobre el Madrid Arena”. Cuando la imagen de Francisco Nicolás invadía las pantallas, algunos periodistas ya conocíamos de sus andanzas y estábamos habituados a cómo filtraba información sobre sus amigos los políticos y empresarios. Por eso, no fue difícil contactar con él… sólo había que hincharle un poquito más el ego para lograr que me “cantara”.
Fue él mismo quien, vía WhatsApp, me puso sobre la pista de que una información entre todas las demás era relevante. La había escrito un bloguero de esos a los que supuestamente nadie lee, pero el personaje que abría las noticias quería averiguar hasta donde se sabía de esta información: “Francisco Nicolás utilizó un DNI falso para el examen de selectividad”. Y evidentemente yo le dije que sí, que “a sus órdenes”.
Lo que no sabía era la cantidad de cadáveres que el Pequeño Nicolás, a sus 20 años, había dejado en su camino. Compañeros de clase a los que no solo no favoreció sino que puso trabas; empresarios a los que había tomado el pelo después de décadas de reputación; chóferes cabreados… Y, entre otros, un filipino que le hacía de servicio en el chalé de El Viso al que le dejó sin pagar su salario de 15.000 euros anuales.
Así que mientras todos nos intercambiábamos bromas y viñetas, yo hablaba con personas que me ayudaron a hacer el perfil del presunto delincuente. Los que trataban con él a diario.
Los dos DNI a su nombre los conseguí en el mes de noviembre cuando todavía era “amiga” de Nicolás. Y para más detalle, los primeros en saber de su existencia fueron los directivos de Producciones Mandarina. Al igual que otros muertos que Pequeño Nicolás tenía guardados en el armario, y alguno que sólo tenía yo en mi móvil.
No fue hasta diciembre que desvelamos la información en Público, después de tener confirmado por la propia Dirección General de Policía que los DNI electrónicos son imposibles de falsificar de forma casera, al contrario que un pasaporte. No les hizo ninguna gracia, ya que en nuestra solicitud de información no les avisábamos de lo que íbamos a publicar. Al día siguiente, el Director General de la Policía anunció que se abriría una información interna y se remitiría también al juzgado.
Asuntos Internos llamó a Público para un cita y pidió que entregase los DNI a nombre de Francisco Nicolás
Pasaron las navidades y a Público no llamaba nadie a reclamar nada, a pesar de haber desvelado un presunto delito. A comienzos de año, Asuntos Internos llamó a este medio para citarse con nosotros.
Acudí acompañada de un abogado; no en vano a la Unidad de Asuntos Internos parecía que entrabas pero no salías y Nicolás me repetía que tanto el instructor de la causa como el comisario “son muy malos”.
En Asuntos Internos nos pidieron los DNI que manejaba pequeño Nicolás. Pero les respondí que sólo se los entregaríamos al juez, como así haremos en los próximos días. Lo que sí hicimos fue elaborar unas nuevas fotografías para que se convencieran de que los documentos seguían existiendo y se podía hacer una pericial.
Hay quien intenta contaminar el caso diciendo que un comisario me facilitó los DNI, escudándose en un incierto “a mí me contaron”. Son los mismos que no hicieron bien su trabajo al principio de la investigación periodística y que aún hoy siguen informando con la base argumental del “a mí me contaron”.
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