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Josep Fontana: "El sistema, tal como funcionaba, ya no convence a la gente

El historiador repasa en una entrevista con Públic la ofensiva de las clases privilegiadas contra el estado del bienestar, en la que no ve señales de que vaya a frenarse. También aborda el papel que ha de jugar su profesión y opina sobre las movilización popular y sobre el proceso independentista.

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El historiador Josep Fontana. JORGE SÁNCHEZ

Actualizado:

@cbellsola

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Este proceso de crecimiento de la desigualdad, usted le llama 'la Gran Divergencia', y sitúa el inicio en los años 70.
Este es un término equívoco, porque los historiadores lo utilizan para otra cosa, para las diferencias entre el crecimiento de Europa y del resto del mundo. Pero lo usó Paul Krugman para indicar lo que estaba pasando. Y es correcto. Esta divergencia gradual se manifiesta, por ejemplo, en la separación cada vez mayor entre la productividad del trabajo y las ganancias salariales. Que es lo que crea esta situación de acumular los beneficios sólo en la parte alta. También hay un fenómeno que ha aparecido en estos últimos, o al menos no se daba desde épocas muy anteriores, que es el de los trabajadores pobres. Cuando yo era joven, un individuo normal que tenía un trabajo de jornada completa se suponía que estaba capacitado para mantener una familia. Esto ha dejado de ser verdad. Es una realidad nueva y preocupante. Sobre todo teniendo en cuenta que todo indica que la tendencia es que esto se vaya agravando.

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"Cuando yo era joven, un individuo normal, si tenía trabajo a jornada completa, se suponía que estaba capacitado para mantener a ina familia. Esto ha dejado de ser verdad"

¿Qué desencadenó este proceso?
En los años 70, una serie de factores de temor de que peligrara la estabilidad social nacida después de la II Guerra Mundial se acaba desvaneciendo. Estos temores estaban relacionados por un lado con la URSS como amenaza global –una amenaza relativamente falsa, pero que actúa con esta función– , y por otra parte con el miedo a la extensión del comunismo en las sociedades occidentales. En los años 70 está claro que esto ya no funciona. A finales de la década, la decadencia de la URSS está clara, y al mismo tiempo, y yo diría que sobre todo, la frustración de los intentos del 1968, que mostraron que no existía ningún potencial revolucionario que pudiera estallar. Entonces, por parte del mundo empresarial, empieza un claro recorte de concesiones.

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"La doctrina de la austeridad nunca ha tenido en cuenta la necesidad de subir impuestos al mundo empresarial"

¿Qué papel jugaría en todo ello el fenómeno de la deslocalización industrial?
Es simplemente un elemento dentro de este juego. La deslocalización tiene la gran ventaja para las empresas de ir a buscar países en los que no sólo hay salarios más bajos sino que no tienen que asumir costes sociales. Esto es fundamental. En Bangladesh se puede hundir un edificio y morir miles de personas, y esto no lo pagan los que encargan los tejidos o las zapatillas deportivas. Pero también hay otro factor: la deslocalización de los beneficios. Cosa que, de hecho se ha tolerado. Ahora empieza a haber alguna protesta, como la reciente respecto a Zara. Pero no hay nadie que haya actuado ni que tenga intención ni capacidad de actuar. El mundo bancario practica este juego de una manera continuada. Todos nuestros grupos bancarios tienen una división de subcentrales y filiales que les permiten jugar de esta forma. Al fin y al cabo, los bancos controlan la política. La controlan por los créditos que dan a los partidos, y por los cargos que dan a los políticos cuando acaban con este trabajo. No hay ninguna posibilidad de que esta situación se modifique, si no cambian mucho las cosas. Se han apoderado de la política y la deslocalización no es nada más que un elemento de este fenómeno.

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"Los noticiarios, que constituyen la base de la información que recibe un ciudadano medio, están perfectamente filtrados, hasta extremos ridículos"

En este sentido, ¿cree que los valores ideológicos de las clases privilegiadas se han extendido al conjunto de la población?
La función que ejercen los medios consiste sobre todo en determinar la opinión en cuestiones que tienen que ver con la política inmediata. En cuanto a influir en ideas sobre la sociedad... seguramente su función es más subsidiaria, a pesar de que pueden acabar influyendo. Pero tampoco se puede olvidar que, ante el choque entre la realidad y el mundo que te intentan pintar los medios, hay unas formas de rechazo y de repensamiento que se manifiestan, sobre todo, en reacciones desde abajo, en toda esta serie de movimientos de protesta que se producen en el tejido social. De hecho, yo diría que una de las grandes esperanzas de futuro reside justamente en esta función crítica que se está produciendo desde abajo, y que tiende a crear formas organizativas, más que en la función que pueden seguir teniendo partidos que, de alguna manera, ejercen una función educadora desde arriba. Es decir, que interpretan desde arriba. No puedes estar engañando y envenenando indefinidamente a la gente cuando el contraste con la realidad de cada día les obliga a la fuerza a reflexionar. Ahora, que de todo esto tengan que surgir fuerzas que tengan un peso fundamental en la transformación social, seguramente tendrá que pasar mucho tiempo para que sea así.

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Sobre estas formas de rechazo, usted se mostraba optimista el 2011, cuando surgieron toda una serie de movimientos de protesta contra las políticas de austeridad, ¿Piensa lo mismo ahora?
Yo no he sido nunca optimista. No es una cuestión de ser optimista o no. Las grandes transformaciones de después de la II Guerra Mundial tuvieron a la socialdemocracia como un actor fundamental. Pero es evidente que, a finales del siglo XX, la socialdemocracia estaba totalmente sobrepasada. Es la etapa de triangulación entre Clinton, Tony Blair y aquí Felipe González, que acaban asumiendo un mensaje común para derecha e izquierda, que es lo del neoliberalismo, pero que administran con pequeñas diferencias, para funcionar. Esto, evidentemente, ha acabado con cualquier capacidad de la socialdemocracia para seguir haciendo esta función. Los partidos comunistas, obviamente, quedaron desbordados mucho antes, y no tienen claramente un sustituto. Lo que se ha producido últimamente, que preocupa a muchos y que seguramente no siempre se interpreta bien, es que se ha producido una erosión de este sistema bipartidista, que funcionaba prácticamente en todas partes, y que se esté agrietando.

"El crecimiento de la desigualdad no se produce tan solo en las sociedades desarrolladas, sino también a escala global"

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Los teóricos neoliberales dicen justo lo contrario. De hecho, esgrimen como gran punto a favor de la globalización el crecimiento económico de determinados países, sobre todo de Asia.
Han crecido unos países determinados del Este asiático. Del resto, olvídese. El gran crecimiento es el de China, y además se ha producido con unas reglas diferentes, se mantiene con unas reglas diferentes y tiene unos proyectos de futuro diferentes. El crecimiento en India es más complejo. Sí que ha habido crecimiento, pero no disminuye la pobreza. Las estadísticas que dicen que la pobreza se ha reducido en el mundo son tramposas, porque la mayor disminución de la pobreza se ha producido en China, y el volumen de población de China las distorsiona. No ha habido disminución de la pobreza en África subsahariana, donde no está claro que haya desarrollo de ningún tipo.

"Si hay algún sector de la población que se pueda considerar como gran perdedor [del sistema], son evidentemente los jóvenes"

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Volviendo al tema de las protestas, y centrándonos ahora en la izquierda, usted ha dicho alguna vez que los jóvenes que las protagonizan tienen mucho menos que perder que en 1968, porque ahora el sistema no es capaz de ofrecerles un futuro.
Esto está claro. Cuando el 1968, en París, los estudiantes soñaban con cambiar el mundo, el Partido Comunista y el sindicato comunista no optan por apuntarse a la revolución, sino por negociar unas subidas salariales. Evidentemente, el sistema ahora no tiene la capacidad de dar satisfacción en este sentido. Si hay algún sector de la población que se pueda considerar como gran perdedor [del sistema], son evidentemente los jóvenes, porque la situación de un joven parado no es la misma que la de un adulto parado, que se puede reintegrar. Un joven parado pierde las capacidades de formarse, y el sistema no se preocupa ni sabe qué hará con toda esta parte de la población que margina. Aquí la gente hablaba mucho del paro, que sí un veinte-y-tantos por ciento... y mientras tanto el paro juvenil era del 52%. Esto no se soluciona con una política sectorial, para jóvenes. Hay que cambiar la forma de funcionar del conjunto de la sociedad. Y aquí volvemos a tener en un lugar central los impuestos –que es lo que permite ofrecer servicios sociales– y los salarios. O actúas sobre esto, o todo lo demás son cataplasmas.

"Yo apoyé a Colau, pero no tengo nada que ver con ella, no tengo ninguna relación. Sólo me pareció que era una opción correcta y no me arrepiento"

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Después de décadas alejado de cualquier significación política, el año pasado decidió apoyar en Barcelona en comú cerrando la lista de Ada Colau en las elecciones municipales en Barcelona. ¿Por qué lo vio oportuno, tantos años después?
Para empezar, yo sólo tuve actividad política en el tiempo del antifranquismo, que era cuando tenía un sentido. Después me he alejado. Y en este caso, yo apoyé a Colau, pero no tengo nada a ver con ella, no tengo ninguna relación. Sólo me pareció que, en aquel momento, era una opción correcta –que parecía absolutamente imposible que ganara–, y no me arrepiento. No quiero juzgar los errores que, evidentemente, también ha cometido su equipo. Pero, entre esto y un gobierno municipal Trias, yo no tenía dudas. Y no tengo ninguna actividad, participación ni, obviamente, beneficio.

¿Cree que el auge del independentismo en Catalunya en los últimos años ha catalizado, de alguna forma, un malestar social existente?
El inicio de una presencia política clara del independentismo –que ha habido siempre, pero era marginal– se produce cuando la gente, no los partidos, reacciona contra el mal gobierno. Y la gente siente que el mal gobierno es el que viene de fuera. Cuando después de esto el señor Artur Mas se hace ilusiones y convoca unas elecciones inmediatamente, entonces pierde el 8% de los votos. Lo que determina que la gente no tuviera esta visión simplista, sino que realmente estaba protestando de manera muy global contra un mal gobierno.​

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"La función esencial de los historiadores es despertar el espíritu crítico de la gente, enseñarles a pensar por su cuenta"

¿Qué papel tienen hoy en día la historia y los historiadores?
Podemos tener varios, y no todo el mundo juega el mismo papel. Los hay que se contentan con apoyar el discurso oficial que conviene. Pero aquello que mis maestros me enseñaron, gente como Jaume Vicens Vives o Pierre Vilar, es que nuestra función esencial es despertar el espíritu crítico de la gente, enseñarles a pensar por su cuenta. Y eso hace falta, porque la ignorancia es absolutamente increíble. Un ejemplo: la comisión que da el premio Nobel de la Paz pidió que acudiera, para una sesión especial sobre la paz mundial, a un personaje como Henry Kissinger –a quien ya le habían dado el premio. Eso suscitó todo tipo de protestas, porque Kissinger tiene responsabilidad sobre centenares de miles de muertes. Con esta ignorancia de la realidad histórica, es bastante útil que haya alguien que esté dispuesto a hacer que la gente sepa dónde vive y por dónde van las cosas.

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