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Instagram llega al Congreso: ¿Cómo combatir desde la política los riesgos para la salud de la dictadura del like?

Los gobiernos de Noruega, Francia y Reino Unido ya han dado pasos en esta dirección. Más País quiere obligar a marcas e 'influencers' a identificar cuándo una imagen está retocada y los expertos señalan que es una propuesta "de mínimos".

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El diputado del grupo Más País-Verdes Equo Íñigo Errejón ofrece declaraciones a los medios de comunicación. — Eduardo Parra / EUROPA PRESS

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"Yo ahora estoy hablando contigo y me siento bien, pero en las redes sociales es todo distinto, no tiene nada que ver la vida real con la vida en las redes". Olga, de 22 años, contaba esto a Público hace un año dentro de una entrega especial de entrevistas y reportajes titulada Jóvenes en red en la que se abordaban los riesgos para la salud mental de las jóvenes de la exposición a las redes sociales. En concreto a una: Instagram. La experiencia de Manuela, de 21 años, era aún más dura. Tuvo que cerrar su perfil durante meses por recomendación psicológica: "Llegó un punto en el que yo tenía un trastorno de la conducta alimenticia y las redes eran un arma de doble filo". Este lunes 10 de octubre se celebra el día mundial de la salud mental. El uso de las redes sociales es considerado un factor de riesgo para la salud mental de los más jóvenes.

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Solo en Instagram se publican cada día más de 100 millones de fotografías.  Esta red social, madre del postureo- actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción, establece la RAE-  se ha convertido en una plataforma publicitaria donde los límites entre lo comercial y lo real se difuminan convirtiendo las vidas en productos y los cuerpos en escaparates. A golpe de click, Instagram es una ventana siempre abierta a un ideal concreto de perfección. Y cada vez más gente se asoma a ella.

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Según el Estudio de Redes Sociales 2022 realizado por IAB Spain y Elogia, Instagram y Tik Tok son las redes sociales que más crecen. En el caso de Instagram, el 88% de los españoles la conocen y el 60% la usan. Un informe elaborado por  The Social Media Family estableció que, en diciembre de 2021, la cifra de usuarios de Instagram alcanzaba los 24 millones de usuarios y el grueso de ellos encuentran entre la población de 18 a 39 años. Es decir, es una red social predominante joven.

Este martes entró en el Congreso de los Diputados. El líder de Más País, Íñigo Errejón, llevó a la cámara baja una iniciativa para obligar a redes sociales como Instagram a identificar las imágenes retocadas. La formación argumenta que estas fotografías que suben marcas e influencers (según la RAE, un anglicismo usado en referencia a una persona con capacidad para influir sobre otras, principalmente a través de las redes sociales) tienen un gran impacto en la salud mental de jóvenes y adolescentes.

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"Hay mucha gente que se siente peor consigo mismo después de mirar las pantallas" porque lo que ven "es un cuerpo resultado de la manipulación de la imagen, no es un cuerpo real", defendió Errejón. Tiene razón e incluso Facebook (ahora Meta), propietaria de Instagram, lo sabe. Una investigación periodística publicada por The Wall Street Journal reveló un estudio interno de la compañía en el que se aseguraba que Instagram "empeora los problemas de imagen corporal de una de cada tres adolescentes" y que "el 32% de las chicas adolescentes dijeron que, cuando se sentían mal con sus cuerpos, Instagram las hacía sentir peor". El informe también contenía los siguientes datos: el 13% de los usuarios británicos y el 6% de los estadounidenses vinculaban el deseo de quitarse a la vida al uso de esta red social.

La propuesta de Más País es crear un identificador, de uso obligatorio para las marcas e influencers, que etiquete todas las imágenes que han sido alteradas con herramientas digitales como puede ser Photoshop, la más conocida. Además, exigen una legislación que regule la transparencia en torno a los algoritmos de las redes sociales y que la Agencia de Supervisión de la Inteligencia Artificial (que todavía no se ha puesto en marcha) española tenga un registro público de algoritmos obligatorio. 

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En redes sociales, los algoritmos son el conjunto de normas de programación que rigen las aplicaciones y que harán que una publicación se muestre mucho o poco, así como a quién y cuándo se enseñan las fotografías. 

Este periódico ha contactado con los partidos del Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, así como con el PP, partido líder de la oposición, para recoger su postura sobre la propuesta de Más País. ¿Tiene que haber una respuesta política a esto? En el caso de las dos formaciones de la coalición, no ha habido respuesta, y los populares aseguran que "todavía" no van a posicionarse. 

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Lo cierto es que ya hay ejemplos en otros países europeos, no muchos, en los que se han dado pasos en esta dirección. Desde 2021, en Noruega, los instagramers y las marcas deben indicar si las imágenes que publican con fines comerciales llevan filtro o han pasado por Photoshop. Francia también obliga a las publicaciones de moda a indicar cuándo las fotos han sido retocadas. En Reino Unido, el organismo de autocontrol publicitario prohibió en febrero de 2021 el uso de filtros de belleza en Instagram a influencers cuando una marca pueda sacar beneficio de esa publicación.

"Lo mínimo de lo mínimo"

Bàrbara Alcaide, responsable de atención a las familias de ACAB, Associació contra l'Anorèxia i la Bulímia, realiza talleres con adolescentes en los institutos y narra a Público su experiencia: "Ellas y ellos mismos, aunque más ellas que ellos, reconocen que el uso de redes sociales como Instagram fomenta que se sientan mal con su cuerpo y que quieran modificarlo para parecerse a las personas que salen". 

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Entran en un bucle perverso, explica Alcaide, porque "en muchos casos quieren dejar las redes, pero si dejan las redes son invisibles". "Si no quiero estar ya no soy, pero si estoy me veo avasallada por muchos inputs muy tóxicos para mi bienestar", resume. 

Para ella, la propuesta de Más País "es lo mínimo que se puede hacer". "Mínimo de mínimos", insiste en conversación con este periódico. Y concluye: la sobreexposición a las redes sociales "constituye un factor de riesgo en edades tempranas para jóvenes que están en un época de desarrollo en el que la presión estética es grandísima".

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Hay varios datos que muestran el incremento de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), aunque ninguno oficial del Ministerio de Sanidad. Por ejemplo, según los datos del hospital de día de Salud Mental de Nafarroa recogidos en Naiz, los nuevos TCA en la población joven crecieron un 180% de 2019 a 2021. En el Hospital Niño Jesús de Madrid, al menos un 35%, según recoge Con Salud. En la actualidad, más de 400.000 personas, sobre todo jóvenes y adolescentes, padecen algún TCA.

Hay salida: recursos y qué hacer

Pese a las graves consecuencias de los TCA, se estima que, con tratamiento, un tercio de las personas que lo sufren se recupera y vuelve a su vida normal, un tercio se recupera parcialmente y otro tercio mantiene el problema de forma perpetua. Es en realidad un porcentaje bueno que significa que un 60% se recupera bien aunque tengan recaídas.

De la Vega explica que hace falta un "cambio profundo a nivel social" porque nueve de cada diez personas que lo sufren son mujeres y esto tiene que hacer reflexionar a todo el mundo sobre las exigencias y los juicios de la sociedad sobre las mujeres. Pero, más allá de esto, hay mucho que las administraciones pueden hacer, como campañas de prevención e invertir en sanidad pública. Si la Atención Primaria es fuerte, puede detectar muchos casos antes de que los problemas se agraven, por ejemplo.

Fernández, sobre qué hay que hacer, destaca que son necesarias campañas de navegación segura para los jóvenes. Más allá de seguir desarrollando formas para acabar con estos contenidos, es fundamental que se realicen campañas y formaciones con pautas seguras.

El médico de familia es una de las primeras personas a las que se puede recurrir si se sufre un TCA o se conoce a alguien que esté pasando por esto. Si se es la persona afectada, conviene hablar con esa persona desde la empatía y recurrir al centro de salud o a un profesional de salud mental. Conseguir ayuda es lo esencial, como reclama Castillo. "Buscar ayuda de profesionales es esencial. Que no dé vergüenza porque es un paso muy valiente. Si alguien es menor, que se lo comente a sus padres o a una amiga y esta amiga se lo cuente a los padres", incide.

También hay muchas asociaciones que ofrecen asesoramiento y a las que se puede acudir para buscar ayuda:

FEACAB – Federación Española de Asociaciones de Ayuda y Lucha contra la Anorexia y la Bulimia. El teléfono de información y ayuda es 976 389 575.

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