La impronta de Salvador Puig Antich en la cultura popular
De la música a la poesía, del teatro al cine o la pintura, la figura del revolucionario del MIL ha protagonizado un buen puñado de creaciones artísticas desde el mismo día en el que fue ejecutado por el régimen franquista.
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BArcelona,
Convertido en un símbolo a raíz de su ejecución por el franquismo el 2 de marzo de 1974 –justo ahora hace 50 años–, la figura de Salvador Puig Antich ha protagonizado varias obras artísticas. A pesar de que la lista no es excesivamente extensa, en algún caso hablamos de creaciones que han tenido un impacto notable, y perdurable, en la cultura popular.
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Seguramente, el caso más evidente ha sido Salvador (Puig Antich), película del año 2006 que fue todo un acontecimiento en el panorama cinematográfico catalán, todavía no demasiado acostumbrado a pensar en grande.
La película, basada en la biografía novelada Compte enrere. La història de Salvador Puig Antich, de Francesc Escribano, tenía una clara vocación de llegar a un público mayoritario, intérpretes prestigiosos (incluyendo a toda una estrella internacional emergente, como era Daniel Brühl, en el papel protagonista) y una producción con abundancia de medios.
Esta ambición se tradujo en buenos números en la taquilla y, sobre todo, en una notable incidencia en premios y festivales: se proyectó en Cannes, fue la gran ganadora de los Premios Barcelona de Cine -antecesores de los Gaudí- y tuvo 11 nominaciones a los Goya, a pesar de que solo ganó el premio al mejor guion adaptado.
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El director de la película, Manuel Huerga, explica a Público que una de las funciones que tuvo el film fue mostrar a las nuevas generaciones una realidad "que, como aquel que dice, había pasado hacía cuatro días". En este sentido, considera que la figura de Salvador Puig Antich es plenamente vigente, sobre todo "en un momento en que están resurgiendo los fascismos en todo el mundo".
"Fascismo y capitalismo se dan la mano. Cuando el capitalismo no puede con todo, aparece el fascismo para ayudarlo a restablecer el orden", señala Huerga. El realizador también recuerda que, en contra de lo que mucha gente cree hoy en día, Puig Antich "no luchaba por la independencia de Catalunya ni para establecer la democracia, su lucha era de orden anarquista".
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"Luchaba por un objetivo que se puede considerar más utópico, sobre todo ahora, pero que era mucho más ambicioso ideológicamente. Para arreglar la sociedad pensaba en otras soluciones que no eran necesariamente el sistema democrático de votar. Porque, como decía aquel, si poner un papelito en una urna sirviera de algo, seguramente no estaría permitido", añade el director.
"El final de un franquismo que moría matando"
Ya en febrero de 1974, cuando acababa de volver de su exilio en París, Lluís Llach presentaba el álbum I si canto trist..., que incluye la canción homónima, que quedaría asociada para siempre jamás a Puig Antich. En conversación con Público, el artista explica que, en aquellos conciertos, el público recibía la canción "con mucha complicidad y con mucha conciencia de lo que se estaba viviendo, el final de un franquismo que vivía matando".
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"Cuando cantabas este tipo de canciones, toda la gente antifranquista, fuera del color que fuera se sentía interpelada", explica Llach. "Nos encontrábamos allí gente que después iría a ideologías muy diversas, pero que en aquel momento hacían una lucha común", añade Llach.
La canción aparece en los títulos de crédito finales de Salvador (Puig Antich). Llach también compuso la banda sonora original de la película, en una nueva versión notablemente más enérgica y combativa, con la colaboración de Borja Penalba. Llach razona que la versión original, en pleno franquismo, expresaba "la tristeza desde la impotencia", mientras que la nueva versión "es la tristeza desde la potencia, porque ahora tenemos herramientas para ser potentes".
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El músico también ve vigente el mensaje de lucha tanto de la canción como de la película. "El capitalismo está más desatado que nunca, la gente que vive en penuria está más desprotegida que nunca, y los partidos se han convertido en gestores de la miseria. La izquierda está dividida en una de muy radical pero inoperante y una socialdemocracia que se ha rendido a gestionar el liberalismo. Y a nivel nacional, ni hablamos", afirma.
I si canto trist..., publicada todavía durante la dictadura, alude a Puig Antich de forma velada, cuando habla "d'aquell cor que, lluitant, dona vida a la mort a què l'han condemnat" ["de aquel corazón que, luchando, da vida a la muerte a la que lo han condenado". Más explícitamente asociada a la ejecución de Puig Antich está A Margalida, que Joan Isaac publicó el 1977, en su segundo álbum, Viure.
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El tema, dedicado a la compañera sentimental de Salvador Puig Antich, se hizo enseguida extraordinariamente popular, hasta convertirse en un himno contra la pena de muerte y eclipsar en parte el resto de la larga trayectoria de Joan Isaac. A Margalida ha aparecido posteriormente en otros álbumes recopilatorios del artista, y es un fijo en sus recitales.
Pintadas anónimas y un mural de autor ilustre
"Escrit per parets", dice uno de los versos de A Margalida, en una referencia que en la época era obvia para todo el mundo: las muchas pintadas reivindicativas que aparecieron en los muros de las poblaciones catalanas. Parte de estos grafitos fueron recogidos en Pintades. Barcelona: De Puig Antich al Referèndum, una compilación de fotografías que el grupo Foto Fad tomó entre 1974 y 1976, y que ahora es casi un objeto de coleccionismo.
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En el campo del arte, una de las primeras obras artísticas dedicadas a Puig Antich es el mural L'esperança del condemnat a mort, que Joan Miró elaboró en febrero de 1974, con el joven revolucionario ya condenado a dos penas de muerte. Miró terminó el mural, según explicó, el mismo sábado 2 de marzo que ejecutaron Puig Antich. El artista describió la obra, que se puede visitar en la Fundació Joan Miró, como "una línea negra encima un fondo blanquecino, una línea negra como un hilo que alguien corta porque tiene la fuerza y nada de piedad".
La poesía también se ha ocupado del caso, y el ejemplo más destacado es el de Vicent Andrés Estellés, en un largo poema, Puig Antich, escrito el mismo marzo del 1974, y recogido en la compilación homónima publicada el 1989. "Puig Antich / jo t'invoque / i cride / des de la murada / el teu sacrifici" ["Puig Antich / yo te invoco / y llamo / desde la murada / tu sacrificio"] dice unos de los versos más significativos del poema, que se leerá en la Model de Barcelona el 2 marzo, para cerrar el primero de los actos de las jornadas Puig Antich. El Compromís Vigent 1974-2024 , a cargo del actor Eduard Fernández.
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Un consejo de guerra, una fuga y una imagen icónica
La ejecución de Puig Antich solo ha pisado una vez los escenarios en una obra de amplia repercusión. Pero fue una ocasión muy sonada. Se trata de La torna, que estrenaron Els Joglars en 1977. La obra aborda, de hecho la ejecución el mismo 2 de marzo de 1974 de un preso común, el polaco Heinz Ches, que el régimen utilizó para hacer aparecer Puig Antich como un simple delincuente y esconder la vertiente política.
La Torna fue prohibida casi inmediatamente por la autoridad militar, varios integrantes de la compañía fueron detenidos, encarcelados y sometidos a un consejo de guerra, y su director, Albert Boadella, protagonizó una espectacular fuga del Hospital Clínico, donde lo habían trasladado desde la Model después de que fingiera una enfermedad.
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El caso tuvo como respuesta en la calle una potente campaña en favor de la libertad de expresión, que contó con una imagen mítica, reproducida en multitud de pegatinas y pintadas: un dibujo de una máscara teatral con una franja roja que le tapa la boca.