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La huella del fascismo patrio en la arquitectura de Madrid

El ladrillo es la plebe y la pizarra representa lo ario

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En la imagen: El antiguo Ministerio del Ejército del Aire, Edifico España, una torre del Paseo de Rosales, el Colegio Mayor San Pablo CEU y los Nuevos Ministerios.- IMÁGENES DE DAVID PALLOL. 

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MADRID.- La victoria de Franco en la Guerra Civil significó la victoria de la España eterna. La inmortal. Esa España que nace con los Reyes Católicos para convertirse en el Imperio en el que nunca se pone el Sol. El liberalismo y la democracia, cánceres que habían hecho enfermar a la patria según el Catequismo Patriótico, ya habían sido extirpados a sangre y fuego. Con la victoria en la mano, los delirios de grandeza de la nueva España franquista debían plasmarse también en las ciudades, en los edificios, en las calles y, sobre todo, en Madrid, alma de la España inmortal que había sido secuestrada por la Anti-España, esa amalgama de rojos en diferentes tonalidades que habían conseguido resistir contra las bombas franquistas durante casi tres años

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"La frivolidad en la creación era un pecado contra dios y contra la patria. En la nueva España ya no había espacio para el gusto personal"

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La huella del fascismo patrio en el Madrid actual es recogida y analizada por el historiador David Pallol en la obra Construyendo Imperio. Guía de la arquitectura franquista en el Madrid de la posguerra (Ediciones La librería): "En la arquitectura se pasó de la evolución a la involución. Las líneas racionalistas de la II República fueron reemplazadas en la posguerra por un lenguaje arquitectónico rancio, apolillado, caduco. (...) Algunas de sus obras más representativas fueron, desde un principio, cadáveres exquisitos", escribe Pallol, que señala que la arquitectura fascista de posguerra no fue un estilo unitario sino más bien ecléctico, dentro de su anticuado tono general. 

"El estilo preferido era el herreriano, expresión grandiosa pero austera del alma inmortal española. También estaban el neoclásico o villanoviano y el neobarroco. Algunas construcciones, como la Casa Sindical o el Arco de la Victoria, se asemejaron más a los modelo nazi y fascista italiano", prosigue Pallol. Así, con la victoria franquista los arquitectos afectos al régimen fueron los primeros en ofrecerse para construir nación a través de la arquitectura. Uno de ellos fue el ya afamado arquitecto Gutiérrez Soto. 

"En opinión de Gutiérrez Soto, los arquitectos dejaban de ser profesionales liberales. La frivolidad en la creación era un pecado contra dios y contra la patria. En la nueva España ya no había espacio para el gusto personal. Las formas arquitectónicas debían derivar de las políticas. Y ser convenientemente utilizadas para transmitir la idea de una España pura y eterna", reflexiona el autor de la obra, creador también de la aplicación La Batalla de Madrid

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El ladrillo es la plebe y la pizarra representa lo ario

Colegio Mayor San Pablo CEU.- DAVID PALLOL

No faltaron propuestas, incluso, que señalaron la necesidad de mover la capitalidad de España a Sevilla, mucho más fiel que Madrid a los principios del Movimiento Nacional

La nueva arquitectura del régimen debía desarrollarse sobre tres materiales básicos. A saber: piedra, pizarra y ladrillo. Tiene una explicación. Al menos para los arquitectos franquistas de la época. La ofrece el falangista Ernesto Giménez Caballero, quien en 1944 señala que el ladrillo debía aparecer "sometido", ya que representaba al pueblo llano, díscolo por naturaleza. Debía encuadrarse ante los que mandan y, por supuesto, someterse ante ellos. De esta manera, los ladrillos debían quedar sometidos por la pizarra, que mostraba las raíces germánicas del pueblo español y la piedra, que era la portadora del estilo romano, elemento matriz de la España eterna.

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Museo América

Los ejemplos del uso ideológico de ladrillos, pizarra y piedra son más que abundantes en Madrid. Quizá los edificios más emblemáticos de este nuevo estilo sean el edificio del Colegio Mayor de la Universidad San Pablo CEU, situada en la calle Isaac Peral, 58; el antiguo Ministerio del Aire; el actual edificio de la Agencia Española de Cooperación Internacional (antiguo Instituto de la Cultura Hispánica); y el Museo de América

La plaza de Moncloa o de los Mártires 

La plaza de la Moncloa es, según define Pallol, el recinto "neoherreriano más completo e imponente de Madrid". La dictadura quiso que la plaza de Moncloa fuera un acceso imperial a la ciudad flanqueada de edificios simbólicos: el Arco de la Moncloa, el Monumento a los Caídos y el mismo Ministerio del Aire: "Formaban parte de un eje triunfal que arrancaba en ella y terminaba a kilómetros de allí, en El Escorial. En época del Imperio Romano, todos los caminos llevaban a Roma. En la época de Franco, conducían invariablemente a El Escorial". La nueva plaza pasó a llamarse plaza de los Mártires de Madrid. 

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Antiguo Ministerio del Ejército del Aire

La actual sede de la Junta Municipal del distrito Moncloa-Aravaca fue concebida como Monumento a los caídos y su arquitecto fue Manuel Herrero Palacios, ganador del concurso público que convocó en 1950 el Ayuntamiento de Madrid. Según las bases del mismo, el edificio debía ser sobrio para no quitar protagonismo al Arco de la Victoria, situado justo enfrente y cubrir las viviendas de la calle Isaac Peral, que no eran dignas de la monumentalidad que se quería dar a la plaza. "El conjunto muestra su adhesión inquebrantable a los materiales de rigor: techos de pizarra, paños de ladrillo y zócalo, esquinas y recercados de granito", escribe el autor de la obra. 

No obstante, el gran protagonista de la plaza es el antiguo Ministerio del Aire, actual cuartel general de la aviación militar. El edificio, obra de Luis Gutiérrez Soto, es el que sienta las bases para el uso de materiales que se ha señalado anteriormente. "Él mismo declararía que con este proyecto quiso contribuir al logro de una arquitectura 'genuinamente nacional'", explica Pallol, que recuerda que Gutiérrez Soto presentó dos proyectos tras sendas visitas a Roma y a Berlín en pleno apogeo del fascismo. Una propuesta estaba inspirada en la arquitectura nazi del momento y la segunda propuesta transplantaba una réplica del monasterio del Escorial. "El Ministerio del Aire fue la primera y más monumental obra de una arquitectura fascista netamente española", añade el autor.

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Una propuesta estaba inspirada en la arquitectura nazi del momento y la segunda propuesta transplantaba una réplica del monasterio del Escorial

Frente al antiguo Ministerio se encuentran los arcos de la Moncloa, una doble arcada que comunica la plaza con las calles Isaac Peral y Fernando el Católico. El objetivo principal era servir de digno telón de fondo al ministerio, tapando el resto de construcciones. 

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De paseo a la Gran Vía: el edificio España, símbolo de la autarquía

La reconstrucción de la Gran Vía fue una de las obsesiones del régimen. Ernesto Giménez Caballero en el ensayo La arquitectura y Madrid (1944) describió de la siguiente manera la emblemática Gran Vía: "En Madrid, el reino del cemento es la Gran Vía. Y el cemento es atroz. Huele a socializar, a planes quinquenales, a novela bolchevique, a película yanqui, a mujer libre, a miseria organizada, a disolución de la familia, a funcionarios numerados. Si hay un material hostil para colgar un crucifijo, es el cemento". 

Edificio España.- DAVID PALLOL

Así, 'españolizar' la Gran Vía y las calles adyacentes fue una de las tareas que emprendió el régimen. El gran ejemplo se encuentra en la plaza de España con el Edificio España, una de las construcciones más emblemáticas de Madrid. Construido en plena etapa autárquica del régimen de Franco fue utilizado por la dictadura como muestra del progreso y el bienestar que vivían en la capital de España. Las obras comenzaron en 1948 y fue inaugurado el 4 de octubre de 1953. Corrió a cargo de los hermanos Otamendi, que contaron con la financiación del Banco de Vizcaya. "El Edificio España, con su gigantismo en época de vacas flacas y su lenguaje nacionalista, fue el mayor alarde del país en plena autarquía", dice Pallol. 

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Paseo de la Castellana y Paseo del Prado

El eje Castellana-Prado fue el elegido por Francisco Franco para celebrar el desfile de la Victoria en la Guerra Civil. Por la Castellana desfilaron las tropas victoriosas del régimen ante miles de personas que vitoreaban el nombre del dictador. Y también este eje vio cómo nacieron nuevos edificios que simbolizaban los valores de la nueva España.

"La Casa Sindical es muy importante por lo que supone de ruptura. Es el primer edificio oficial que vuelve a asimilar el racionalismo, aunque sea a través de la arquitectura fascista italiana"

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En el número 20 del Paseo del Prado se levantó la Casa sindical o de los Sindicatos, que actualmente es el Ministerio de Sanidad. El edificio fue construido por el falangista Francisco de Asís Cabrero Torres-Quevedo, que adoptó un estilo más moderno y más relacionado con la arquitectura que había fuera de España. "La Casa Sindical es muy importante por lo que supone de ruptura. Es el primer edificio oficial que vuelve a asimilar el racionalismo, aunque sea a través de la arquitectura fascista italiana", escribe Pallol. 

Nuevos Ministerios

Pero si hay un símbolo que brilla por encima del resto en el mencionado eje se trata de los Nuevos Ministerios. Las obras comenzaron en 1933 durante la II República y se paralizaron durante la Guerra Civil. Finalmente, la primera fase se inauguraría en 1958. El diseño del bloque en L se debe al arquitecto de ideas republicanas Secundino Zuazo. "Lo irónico es que con este edificio Zuazo ayudó a crear el patrón para la arquitectura estatal de posguerra. Quién le iba a decir a él, urbanista comprometido con la República, que con este edificio ciclópeo y severo con reminiscencias de patio herreriano iba a inspirar también el modelo arquitectónico del primer franquismo", reflexiona el autor. 

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El Paseo más "chic"

Esquina de Rosales con Moret

El barrio de Argüelles abunda en construcciones o reconstrucciones de posguerra, ya que fue casi arrasado por los bombardeos franquistas. Manzanas enteras fueron destruidas y multitud de edificios seriamente dañados.  La reconstrucción del barrio implicó la reconstrucción del Paseo de Rosales, que quedó devastado. "El Paseo se irá conformando con una serie de edificios residenciales de alto standing que se apuntan entusiasmados a la moda del cóctel de ladrillo y piedra y el tejado de pizarra. El Paseo de Rosales se convierte así en el digno friso residencial de la fachada imperial al Manzanares. Era su tramo más chic y exclusivo, no asequible a cualquiera. Sus pisos, de hecho, eran de los más caros de Madrid en la posguerra", apunta el autor del libro. 

Madrid, capital imperial

El objetivo de todas estas reformas era convertir a Madrid en una ciudad digna de ser la capital de la España inmortal. No faltaron propuestas, incluso, que señalaron la necesidad de mover la capitalidad de España a Sevilla, mucho más fiel que Madrid a los principios del Movimiento Nacional. Esta propuesta llegó a discutirse en un Consejo de Ministros en Burgos durante la Guerra Civil, asegura el historiador. Pero los planes de Franco eran otros. Quería convertir Mafrid en la capital imperial, una ciudad en la que la España eterna se mirase con honor y gloria. En palabras del falangista Giménez Caballero: Madrid era una ciudad maldita que debía llorar sus culpas y expiar sus pecados. 

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