"Hemos demostrado que con unidad política se consiguen grandes metas en la resolución del conflicto vasco"
"Presión popular y unidad de la clase política"
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SAINT ETIENNE DE BAIGORRY.- El pasado 16 de diciembre eran detenidas en la ciudad francesa de Louhossoa, en el Departamento de los Pirineos Atlánticos, cinco personas en una operación contra ETA. Los arrestados habían anunciado que iban a destruir una parte del arsenal de la organización terrorista dentro del proceso de "desarme". Entre ellos estaba ─aunque lograría evitar la detención─ Michel Tubiana, presidente de honor de la Liga de Derechos Humanos de Francia. Sería el propio Tubiana quien confirmaría más tarde al diario Le Monde que a pesar de no encontrarse en el lugar de las detenciones, tenía previsto participar en la destrucción del arsenal. "Resulta extraño que la operación se adelantase unas horas, lo que hubiera supuesto la detención de Tubiana. Hubiera sido un escándalo monumental", afirma Graxi Etxebehere, una conocida militante independentista del País Vasco francés.
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Entre los detenidos hay algunas caras conocidas de Euskadi Norte, desde sindicalistas hasta camarógrafos, pasando por periodistas y "sin aparente relación entre sí", según la propia Etxebehere. Es por ello que "se hacen aún más incompresible estas detenciones", apostilla. Finalmente, todos ellos serían puestos en libertad "bajo vigilancia" tras comparecer ante el juzgado antiterrorista de Paris y haberles retirado la acusación de "colaboración con organización de malhechores" ─el equivalente en España a colaboración con organización terrorista─.
Michel Bergouignan fue uno de los detenidos en la operación. Natural de la localidad de Saint Etienne de Baigorry, cerca del valle navarro del Baztán, Bergouignan estuvo vinculado al entorno de la organización armada independentista Iparretarrak (IK) y su testimonio se recoge en el documental Génération Iparretarrak: herriak bizi behar du (Generación Iparretarrak: el pueblo debe vivir) de la directora Sylvie Garat. Un trabajo que narra el conflicto político y armado en Euskadi Norte y que fue emitido por la televisión estatal France 3. Algo, quizás, también inexplicable al otro lado de la frontera.
"Pero en Francia hay otra cultura ─explica Filipe Bidart, una de los personas más relevantes del independentismo en Euskadi Norte─ y la masiva movilización por la libertad de los antisants de la paix es reflejo de ello". Nacido, al igual que Bergouignan, en Saint-Etienne de Baigorry en 1953, Filipe Bidart fue fichado por las fuerzas francesa como el líder de la organización IK.
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"Presión popular y unidad de la clase política"
Considerada terrorista en Francia, el grupo político-armado defendió un marco autonómico para el País Vasco francés y realizó numerosas acciones armadas, casi siempre vinculadas a la lucha contra los intereses turísticos franceses en el Pais Vasco, la especulación inmobiliaria o "en defensa de la cultura y tradiciones vascas" frente al "centralismo y asimilacionismo" francés, como explican sus ex-militantes en el documental.
Bidart fue el principal referente de la organización y pasó seis años en la clandestinidad antes de ser arrestado en febrero 1987. Condenado a dos cadenas perpetuas por su implicación en la muerte de dos gendarmes ─hecho que él y la propia organización IK niegan─, pasó 19 años en prisión y seis años más confinado en Bezièrs, en el sureste francés, a más de 600 kilómetros de su Baigorri natal.
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Tras su vuelta a casa, Bidart compagina en la actualidad su trabajo en Bat Egin ─una cooperativa del sector de la construcción─ con su militancia política, trabajando además en diferentes iniciativas populares en su pueblo, como por ejemplo la recuperación del castillo Etchauz, una joya del siglo XI hoy en manos de una familia paquistaní. Vinculado políticamente a Abertzaleen Batasuna ─partido considerado la Izquierda Abertzale de Euskadi Norte─ Bidart sigue siendo un símbolo político a ambos lados de la frontera.
Para Bidart, las recientes detenciones de Louhossoa ponen de manifiesto que ha sido "la presión popular y la unidad de la clase política" quien ha liberado a los cinco detenidos. Una unidad política que "en hegoalde ─Euskadi Sur─ sería impensable", destaca. Personalidades de la política vasco-francesa protagonizarían durante los días posteriores a las detenciones importantes movilizaciones por la libertad de los "artesanos de la paz", como así han bautizado a los arrestados. Desde políticos de izquierda hasta la derecha, pasando por centristas o sindicalistas, incluso con el respaldo público de una decena de alcaldes que destacaban "el compromiso con la paz" de los detenidos. "Aquí la derecha francesa más reaccionaria es optimista respecto al proceso de paz", señala Bidart.
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Comprometido con "una paz estable y duradera", Bidart va más allá y explica cuales deben ser las claves principales en la resolución del conflicto: "La amnistía debe formar parte del proceso de la solución política del conflicto vasco. En Francia, por ejemplo, existe esa cultura política, inexistente en el estado español, y que abarca a todo el espectro político vasco-francés", comenta Bidart, mientras hace referencia a la amnistía concedida a finales de los años 80 por el estado francés a los presos independentistas de Córcega, Bretaña o Guadalupe. Una amnistía de la que fueron excluidos los presos de su organización. Un objetivo político, la amnistía, que hoy día sigue creando fuertes discrepancias en el propio seno de la izquierda abertzale y que Bidart lamenta: "Hasta los abertzales del sur dudan de que la amnistía sea el camino", dice con ironía.
Pero, para Bidart, sólo la unidad social y sindical es capaz de desbloquear el conflicto vasco. "En Euskadi Norte hemos demostrado que con la unidad política podemos conseguir grandes metas, y ese es precisamente, el ejemplo que debemos trasladar a nuestros vecinos del sur" dice. Para Bidart, es la articulación de la sociedad vasca "más allá del ámbito partidista e institucional" la que debe romper el inmovilismo del PP y el PSOE.
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Recientemente, miembros del PNV, Podemos, Geroa Bai y la propia Izquierda Abertzale, además de la mayoría sindical vasca, firmaron un acuerdo donde pedían "implicación y compromiso" en el desarme de ETA, una foto histórica y una unidad política que no se daba desde la firma del acuerdo de Lizarra-Garazi.
Lizarra-Garazi, una oportunidad perdida
En septiembre del 1998 se firmaba dicho acuerdo, que preveía el desarme y el fin de las actividades de ETA y que obtuvo el respaldo de la mayoría política y sindical de Euskadi. Sería la propia ETA la que en enero de 2000 dinamitara el pacto. Al otro lado de la frontera, la organización Iparretarrak también se había sumado al acuerdo y, tras dos acciones armadas en 2000, cesaría complemente su actividad. Aunque la propia IK jamás anunciará su disolución pública, nunca más volvería actuar.
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Los puntos de aquel acuerdo, que hoy 16 años despué, siguen siendo aceptados por la mayoría de ex-militantes de la organización IK, sería una de las razones que llevarían ─extraoficialmente─ a IK al cese total de su actividad. Según el propio Bidart, Lizarra-Garazi debía ser "el camino a seguir" y considera "un error estratégico grave" la decisión de ETA de romper el alto al fuego, aunque ahora, 16 años después, "sea fácil decirlo". El ex-líder de IK cree, además, que Lizarra-Garazi supuso "un punto de inflexión" que conllevaba un "necesario cambio de estrategia para dar la llave de la solución a la sociedad".
Nacida con la idea de "apoyar" el proyecto estratégico de ETA en suelo vasco-francés, Iparretarrak contó, en sus primeros años de existencia, con el beneplácito de algunos dirigentes de ETA durante el franquismo, como por ejemplo Eustaquio Mendizabal, explica Bidart. Sin embargo, la convivencia entre ambas organizaciones no fue del todo sencilla, debido a "diferencias estratégicas". A pesar del "total apoyo" en logística y en infraestructuras que IK brindaba a los comandos de ETA, fueron numerosos los problemas entre ambas organizaciones durante cerca de 10 años, "sin llegar más lejos, por fortuna" dice Bidart.
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Hoy, sin embargo, y con la mirada puesta en la oportunidad perdida de Lizarra-Garazi, los vecinos del norte siguen volcados en la búsqueda de la paz a ambos lados del país, sin abandonar su meta política: la construcción de un estado reunificado vasco. Los pasos dados en la construcción de diferentes proyectos sociales (como una red de centros de enseñanza de Euskera ─idioma sin estatus oficial en Francia─ o una red de cooperativas sectoriales) constituyen una de las mayores victorias del independentismo vasco en los últimos años.
Ahora además, el EPCI Pays Basque ─dentro de la reestructuracion de los departamentos franceses que entró en vigor el 1 de enero de 2017─ demarcará por primera vez en 200 años los limites de las provincias vascas y dotará de una institución propia a los municipios de las tres provincias vasco ─Labort, Baja-Navarra y Soule─. Un hecho que sin duda acercará a los vasco-franceses a uno de sus objetivos históricos: la autonomía. "Es un hecho histórico muy relevante", opina Bidart, porque, es ese precisamente, "el mayor legado de la lucha de Iparretarrak".