El Gobierno rechaza la reforma federal de la Constitución que plantea el PSOE
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Los socialistas se han puesto esta mañana de miércoles extremadamente institucionales en boca de su portavoz parlamentario en el Congreso de los Diputados. En una declaración de intenciones totalmente inusual Antonio Hernando ha ofrecido el respaldo incondicional de su formación política a los recursos que pueda presentar el Gobierno a la ley de consultas aprobada por el Parlament de Catalunya y a la convocatoria que el president Mas vaya a realizar.
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Esfuerzo en vano. El Gobierno, a través de la vicepresidenta Sáenz de Santamaría, le ha dicho que de acuerdo, que esa actitud "de responsabilidad" institucional está muy bien, pero ni un paso más. Es decir, gracias por el apoyo —¡faltaría más!— pero de ahí a reformar la Constitución hay un trecho que el Ejecutivo no está dispuesto a recorrer. Aunque sea con el consenso que ofrece el PSOE
Porque el portavoz Antonio Hernando, con una postura muy envarada como si de un momento histórico se tratase, le ha espetado a la vicepresidenta del Gobierno que con el "no" a la consulta soberanista y los recursos al tribunal Constitucional no basta. Hay que ir más allá porque el problema catalán, y quién sabe si otros más, no se acaba con el "no" a todo. La solución, según el portavoz socialista es la reforma "limitada" de la Constitución para dar una estructura federal a la cuestión territorial. Ni más ni menos.
El empeño de Antonio Hernando ha sido encomiable hasta el extremo de que ha empleado sus dos minutos y medio que disponía para realizar un compendio global de su posición. Así es que no ha habido lugar a la consabida réplica tan habitual como esperada en estos lances de la sesión de control. En ese sentido ha sido un momento extraño, muy extraño. Hasta el extremo de que parecía estar pactado.
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Y es que a continuación la vicepresidenta Sáenz de Santamaría ha utilizado también prácticamente todo su tiempo —los mismos dos minutos y medio— para dar una de cal y otra de arena. Por una parte ha agradecido el respaldo de su interpelante —hoy más bien contertulio—, pero por otra parte le ha venido a decir "que si quieres arroz, Catalina". El Gobierno oye hablar de reforma constitucional y de federalismo y de forma automática le sale una especie de sarpullido cutáneo que se traduce en un rechazo verbal contundente.
En esta ocasión las palabras de la vicepresidenta del Ejecutivo no han querido ser hirientes, lo que no quiere decir que no hayan sido muy claras. "Yo me tomo en serio sus propuestas, pero hay que pasar del enunciado a los hechos y usted, hoy, se ha quedado en el enunciado", ha dicho en tono formal, pero con cierta sequedad, Sáenz de Santamaría. La vicepresidenta, que también es parlamentaria veterana, no ha podido evitar aprovechar que su interlocutor no tenía más tiempo para meterle el dedo en el ojo, aunque solo haya sido con la puntita.
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Ha sido una sesión de control un tanto extraña. Bajo el impacto de la dimisión del ministro Gallardón, la primera que vive en carne propia el presidente Rajoy, el resto de miembros del Gobierno han entrado en el Hemiciclo como silbando, dando la sensación de que esta crisis interna en el Ejecutivo no fuera con ellos. Ni siquiera el hecho de el presidente estuviese ausente les ha dado alas en las contestaciones a las preguntas de la oposición. Había una especie de alivia al saber que la crisis Gallardón no afectaba al resto.
A esas horas, cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, debía comparecer en sede parlamentaria para someterse a la sesión de control en el Congreso de los diputados, el avión Airbus en el que viajaba todavía sobrevolaba China. El viajero acababa de desayunar tras dormir a 10.000 metros de altura aunque la hora local recomendaba ya una merienda-cena. En cualquier caso, Rajoy estaba tranquilo porque la vicepresidenta le cubría las espaldas en el Hemiciclo de la Cámara baja y Gallardón ya era historia.