Cuando el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, inaugure el curso político dentro unos días en Galicia, el PP seguirá teniendo muchos frentes abiertos marcados por el calendario político y, sobre todo, por el caso Bárcenas, que podrían desembocar en cambios dentro del partido.

Varios dirigentes y parlamentarios del PP consultados admiten la posibilidad de que esto ocurra, aunque difieren en la dimensión que dichos cambios podrían tener, y son conscientes, en cualquier caso, de que es Rajoy (y sólo él, subraya la mayoría) quien tendrá la última palabra para decidir. No esperan en cualquier caso que los cambios, que pueden afectar también al funcionamiento y la organización del partido, se precipiten nada más acabar el verano.

La posibilidad de movimientos en el partido es, en cualquier caso, un runrún en Génova desde hace meses, señala uno de los consultados, aunque ha tomado fuerza esta semana tras las declaraciones como testigos ante el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz de la secretaria general, María Dolores de Cospedal, y del vicesecretario de Política Autonómica, Javier Arenas. La declaración de Cospedal ha levantado ampollas en un sector del partido, según asegura un miembro del Comité Ejecutivo Nacional, que cuestiona la forma en que la número dos se refirió a las condiciones pactadas con el extesorero Luis Bárcenas para su salida del partido, al 'apuntar' directamente a Rajoy y a Javier Arenas.

Miembros de la Ejecutiva del PP creen que Rajoy 'ha tomado seguro ya' la decisión de hacer cambios en el partidoOtras fuentes, más cercanas a Cospedal, recuerdan que aquella reunión de Rajoy y Arenas con Bárcenas ya era conocida y la secretaria general no aportó nada nuevo al respecto ni quiso señalar a nadie. Defienden en este sentido a la secretaria general y subrayan que Cospedal 'debería salir reforzada' porque desde el primer momento de esta crisis ha estado 'dando la cara' y ha demostrado una 'lealtad a muerte' hacia el presidente.

No lo ven así otros, y un miembro del Comité Ejecutivo Nacional considera que la número dos abrió una 'guerra' con Arenas tras su declaración en la que Cospedal 'se empeña en pensar que habrá un ganador, cuando lo que ocurrirá es que todos serán perdedores'. Para este dirigente, Rajoy 'ha tomado seguro ya' la decisión de acometer cambios.

Habrá que esperar de todos modos a los tiempos que marque Rajoy, a quien no le suelen afectar las presiones externas y es más dado, recuerdan, a ajustar los plazos. Las elecciones europeas de mayo de 2014 obligarán a mover fichas en el tablero de los populares e incluso del Gobierno, toda vez que muchos de los consultados ven al ministro de Agricultura, Miguel Arias Cañete, encabezando la lista de los populares o, aunque no sea así, dejando el Ejecutivo en cualquier caso para convertirse en comisario de la UE. Y aunque Rajoy podría apurar hasta enero para elegir a los candidatos a esos comicios, en el partido se espera que lo haga antes.

Los populares tienen precisamente en otoño su convención, cuya fecha está aún por decidir, y podría aprovecharse esta cita no tanto para anunciar nombres (que esperan se haga con anterioridad) como para confirmarlos y darles ya protagonismo ante todo el partido.

Rajoy inaugurará el curso político el 31 de agosto en el tradicional acto de Soutomaior (Pontevedra), pero los populares no esperan que aproveche este escenario para anunciar movimientos de calado, ni tampoco se conocerán una semana más tarde, cuando el partido celebre su escuela de verano, los días 5, 6 y 7 de septiembre en la Comunidad Valenciana. Será, como siempre, cuando el presidente decida, insiste uno de los consultados.

Mientras, la instrucción del caso Bárcenas continúa, y la Audiencia Nacional debería recibir en los próximos días los ordenadores del extesorero que ha pedido el juez Pablo Ruz al PP. También ha llamado a declarar, para el 10 de septiembre, a las secretarias de Bárcenas y del otro extesorero imputado, Álvaro Lapuerta, así como al equipo de auditores internos del partido. Todo ello después de que tanto Cospedal como Arenas y Francisco Álvarez-Cascos negasen la existencia de una contabilidad B, aunque los dos exsecretarios generales admitiesen que ellos no controlaban las donaciones y tanto ellos como la número dos atribuyeran a los tesoreros todas las competencias de contabilidad.