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Ferraz, por primera vez en 15 años, no impondrá candidatos al PSM

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Por primera vez en 15 años, lo que supone cuatro elecciones municipales y autonómicas, la dirección federal de PSOE no impondrá candidatos al Partido Socialista de Madrid (PSM) y dejarán que sean los militantes, en las primarias cerradas que ha decidido Tomás Gómez, quienes decidan los que serán los aspirantes a la Presidencia de la Comunidad madrileña y a la Alcaldía.

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La decisión, según fuentes consultadas, la ha tomado Pedro Sánchez en sintonía con Tomás Gómez, que llevaba años reclamando que Ferraz dejara de inmiscuirse en las decisiones que le correspondían a la federación madrileña.

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Lo cierto es que desde 1999 la designación de los candidatos del PSM a la Comunidad y a la Alcaldía de Madrid sólo ha deparado luchas internas y fracasos políticos. Ferraz siempre le ha concedido gran importancia a que el PSOE recupere Madrid y, por ello, elección tras elección, intentaba sacar un conejo de la chistera que provocaba graves enfrentamientos internos en el ya convulso partido madrileño.

Hace 15 años la batalla fue por llevar de cabeza de lista a la Comunidad de Madrid a Cristina Almeida, lo que por los líos de familias internas -estaban entonces los renovadores y los guerristas- condujo a que fuera el exministro Fernando Morán el candidato a la Alcaldía. Ambos quedaron en la oposición.

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En 2003, José Luis Rodríguez Zapatero tuvo su propia ocurrencia: Trinidad Jiménez. Fue una decisión personal y el PSOE echó el resto para que venciera a Alberto Ruiz-Gallardón. Fue un nuevo fracaso. El PSM, que entonces estaba en manos de Rafael Simancas y que fue el candidato a la Presidencia de Madrid, nunca estuvo a favor de dicha opción, y provocó bastantes tensiones internas.

Más fracaso aún fue la segunda ocurrencia de Zapatero cuatro años más tarde. De nuevo, pensaba que era crucial para el PSOE ganar Madrid y que debía buscar un candidato con nombre. Tras varios intentos con Ángel Gabilondo, recurrió al exministro Miguel Sebastián. De nuevo, los socialistas madrileños no veían aquella operación, pero aceptaron a regañadientes la decisión impuesta por Ferraz.

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En el 2011, ya con el PSOE prácticamente en manos de Rubalcaba, el designado fue su amigo y veterano dirigente del partido, Jaime Lissaveztky, que tampoco gustaba al nuevo líder del PSM, Tomás Gómez. Pero tras el enfrentamiento en las primarias con Trinidad Jiménez -otra ocurrencia más del expresidente que la quería como candidata a la Comunidad-, Gómez no quiso entrar en más batallas. El resultado fue el mismo: Ayuntamiento y Comunidad seguían en manos del PP con mayoría absoluta.

En esta ocasión, Pedro Sánchez ha decidido que será lo que quieran los militantes y con las normas que fije el partido en Madrid. No habrá ningún nombre que se imponga desde Ferraz, ni ninguna maniobra en favor de unos o de otros.

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Así, las cosas, a día de hoy hay dos candidatos al ayuntamiento: Antonio Miguel Carmona y Enrique del Olmo. Y, al parecer, dos aspirantes con intenciones de arrebatarle a Tomás Gómez su segundo intento para ser presidente de la Comunidad de Madrid. Son César Ginés -ex diputado regional- y Carlos Morales, abogado de 45 años y militante de base. Ambos formalizaron este lunes sus candidaturas, aunque aún les falta la recogida de avales.

Todas las fuentes consultadas apuntan a que el tándem Carmona-Gómez configurará el cartel electoral del PSOE, lo que supondría una candidatura muy del PSM actual, y que los otros candidatos tendrán muchas dificultades hasta para conseguir los avales necesarios antes del próximo 6 de octubre.

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De hecho, Gómez ha blindado mucho el proceso con unas primarias cerradas -podría haber decidido que fueran abiertas a todos los madrileños, pero no lo hizo-; por los altos porcentajes de avales que se solicitan -un 20% para aspirar a la Alcaldía y un 10% a la Comunidad- y por la premura del proceso: el 18 de octubre se vota, lo que deja poco tiempo al resto de candidatos a darse a conocer y presentar sus proyectos.

Además, Gómez y Carmona tienen un gran control del aparato del partido, por lo que sería todo una sorpresa que si hubiera primarias, que aún está por ver que se celebren, saliesen derrotados.

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