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Los actuales gobiernos de Galicia y Euskadi, el de Alberto Núñez Feijóo (PP), y el de Íñigo Urkullu (PNV) con el PSE, han obtenido el respaldo ciudadano en las primeras elecciones celebradas en medio de la pandemia.
Los comicios más extraños de los últimos tiempos, que ya fueron retrasados debido a la emergencia sanitaria, arrojaron, sin embargo, un resultado –en lo que afecta a la gobernabilidad– previsible, tanto en Galicia, con una subida de la participación, como en Euskadi, con una abstención muy alta. La mayoría votó estabilidad y le dio un espaldarazo a sus gobiernos.
Feijóo ha revalidado por cuarta vez su mayoría absoluta, mientras que en la oposición se ha producido un nuevo vuelco. El Parlamento gallego vuelve a estar formado por tres partidos –como en 2009– y el fenómeno Podemos desaparece de la Cámara autonómica.
El BNG y su candidata, Ana Pontón, han logrado que el voto de izquierdas volviera a la casa del nacionalismo, y ello le ha permitido pegar un sorpasso al PSOE, que se queda de nuevo como tercera fuerza política con los mismos escaños, 14, que en 2016, esta vez por detrás del BNG, que obtiene 19.
Urkullu y el PNV mantienen el liderazgo y la hegemonía en Euskadi, con 31 escaños, mientras que Bildu, que ha obtenido 22, cuatro más, se lleva también –al igual que el BNG en Galicia– parte del voto que había ido a Podemos en pasados comicios. El PSE es la tercera fuerza en Euskadi debido a la caída de Podemos, gana un diputado, y podría gobernar de nuevo con el PNV, esta vez con mayoría absoluta entre ambos partidos.
Podemos se pega un batacazo en Euskadi también, no tan grave como el de Galicia, pero sí relevante: pierde cinco escaños y se queda en seis.
La apuesta de Pablo Casado, presidente del PP, por la coalición con Ciudadanos en Euskadi y al mismo tiempo por recuperar viejos aromas en el PP vasco al apoyar al candidato Carlos Iturgaiz con la idea de frenar a Vox, acabó en fracaso. El PP pierde cuatro escaños respecto a 2016 y, además, Vox logra entrar por primera vez en el Parlamento con un escaño por Álava.
Feijóo, Casado y otras claves
La reválida que ha superado Núñez Feijóo en Galicia podría tener réplicas de alguna intensidad en el PP en un futuro próximo. La fortaleza del presidente de la Xunta de Galicia, que ha aglutinado una vez más en su candidatura todo el voto de derechas y ha frenado a Vox –uno de los grandes objetivos del PP en estos tiempos–, en combinación con el fracaso en Euskadi de la apuesta de Casado, quien forzó el cambio de Alfonso Alonso por una vieja gloria como Carlos Iturgaiz, y trató de sumar fuerzas de manera infructuosa con Ciudadanos, da alas a los críticos del hoy presidente del PP.
Estas son las primeras elecciones, ambas en territorios muy difíciles para ellos, que Ciudadanos afrontaba con Inés Arrimadas como líder. Ciudadanos sigue siendo irrelevante en Galicia y Euskadi, pero gracias a la coalición con el PP entra en el parlamento vasco con un diputado. Difícilmente lo hubiera logrado sin esta alianza.
El resultado del PNV, además de darle previsiblemente el Gobierno vasco de nuevo, le otorga un papel relevante en este momento clave de la legislatura, de reconstrucción, y sale muy reforzado de cara a su relación con el Gobierno de España, cuando en los próximos meses toca la aprobación de unos presupuestos generales.
Los resultados son amargos para los partidos que forman el Gobierno de España, PSOE y Unidas Podemos. Aunque el PSOE sigue tercero en Galicia, esta vez por detrás del BNG, y en Euskadi crece y pasa del cuarto al tercer lugar debido a la caída de Podemos, el balance global del PSOE es de un escaño más –en el País Vasco– que en 2016, si se suman sus resultados de Galicia y Euskadi. Los socialistas no han logrado rentabilizar la caída de Podemos.
Los resultados de Podemos y de las confluencias son peores de lo que la propia formación esperaba. El voto de izquierdas en Galicia ha vuelto al BNG, a Ana Pontón, y en Euskadi, en parte, además de haberse ido a la abstención, a Bildu también. Como consecuencia, uno de los partidos que gobiernan en España no tiene representación en el Parlamento gallego y se queda con seis escaños en el País Vasco.
Sin embargo, su apuesta estratégica por un pacto con Bildu y el PSE –rechazado por la secretaria general de los socialistas vascos, Idoia Mendía– obtuvo la mayoría absoluta, clavada: 38 escaños.
"Nuestro espacio político ha sufrido hoy una derrota sin paliativos. Perdemos buena parte de nuestra representación en el Parlamento vasco y quedamos fuera del Parlamento de Galicia. Nos toca hacer una profunda autocrítica y aprender de los errores que sin duda hemos cometido", escribió en un tuit Pablo Iglesias al terminar la jornada electoral.
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