El envejecimiento de la población española da alas al bipartidismo
Entre 2012 y 2022, el aumento de la edad media en España fue de 4,3 años hasta alcanzar los 45 años. ¿Qué implicaciones electorales pueden tener estos datos?
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MADRID, Actualizado:
El envejecimiento de la población avanza ante el descenso de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. Según datos de Eurostat, a 1 de enero de 2022, la edad media en la UE aumentó dos años y medio en una década hasta llegar a los 44,4 años. En el caso de España, entre 2012 y 2022, el aumento fue superior, de 4,3 años, por lo que la media de la población española es de 45 años (46,2 en el caso de las mujeres).
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Por provincias y ciudades autónomas, la edad media oscila entre los 36,2 años en Melilla hasta los 51,3 años en Zamora, según los datos del Institución Nacional de Estadística (INE) de 2022. Con la vista puesta en los próximos comicios autonómicos y municipales del 28 de mayo, ¿qué implicaciones electorales pueden tener estos datos?
Los expertos consultados por Público lo tienen claro: el bipartidismo es el gran beneficiado de esta nueva distribución de la pirámide de edad. "Los estudios nos dicen que a mayor edad, mayor preferencia de voto a partido tradicional y, de manera inversa, a mayor juventud, mayor preferencia por nuevos partidos", cuenta la politóloga y socióloga Aída Vizcaíno.
¿Cómo se explica? "En parte, por el fortalecimiento de la lealtad e identidad partidista creada a lo largo de los años. No olvidemos que el bipartidismo imperfecto reducía considerablemente la oferta de partidos percibidos como relevantes, así que las generaciones más mayores, más de 60 y 70 años, llegan a esas edades con la tradición de votar al mismo partido", argumenta la profesora de Ciencias Políticas en la Universitat de València.
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Si bien, Vizcaíno pone otra cuestión encima de la mesa: ¿cómo puede ser de determinante el actual sistema multipartidista? "El eje urbano-joven-posmaterialista vs rural-envejecido-materialista y cómo la cuestión democrática-estabilidad institucional incentiva el voto de las generaciones más mayores a votar a los partidos tradicionales y hasta cuándo veremos este comportamiento. Es probable que, en el horizonte 2031-2035, estas pautas electorales hayan cambiado".
Influencia en la participación
José Pablo Ferrándiz, director de Opinión Pública y estudios Políticos de Ipsos, incide en que hasta los 34 años "convive el multipartidismo" (PP, PSOE, Unidas Podemos o Vox), pero a partir de 35 años, "nos empezamos a volver bipartidistas y el voto a estos partidos emergentes se reduce mucho". Por tanto, PSOE y PP "siguen siendo la mejor opción entre las personas mayores de 45 años".
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Asimismo, este sociólogo explica que el envejecimiento de la población no solo tiene implicaciones electorales porque "suele estar diferenciado el voto entre los mayores y menores". Además, este aumento de la edad media "influye en la participación": "Los partidos, para poder mantenerse e incluso crecer, necesitan el voto de los ciudadanos más mayores. A Ciudadanos y Podemos les ha limitado su crecimiento el no poder llegar a una franja mayor porque, precisamente, las personas mayores son un público que pertenecen a los dos grandes partidos", explica.
En el marco del componente generacional, Ferrándiz destaca que las mujeres mayores son, hoy por hoy, "más votantes de izquierdas", por lo que el PSOE es la formación que "tiene mayor peso entre esa población". Entre los hombres, ocurre todo lo contrario, ya que "el PP acumula más intención de voto" dentro de esta franja de edad.
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El politólogo Eduardo Bayón expone otro ejemplo del impacto electoral del envejecimiento de la población, que sin duda beneficia a los partidos tradicionales en sí mismo. En las convocatorias electorales tras la irrupción del movimiento 15M, "en 2015 y 2016, había una brecha de voto enorme entre los mayores de 45 y menores de 45; los primeros se mantenían en el PP y el PSOE", una brecha que se ensancha a partir de los 65 años.
Para explicar esta diferenciación de voto según la edad, la filósofa y escritora Jule Goikoetxea señala que, al menos en occidente, y en concreto, en Europa, "la gente, cuanto mayor se hace, más se pasa a la derecha". Una razón es que hasta ahora, a partir de los 60 "tienes más que perder que a los 20, por lo que hay más miedo a perder lo que has conseguido y se tiende a ser más conservador por lo general, ideológico y sociológico". Esta tendencia comienza a partir de los 50 o 55, cuando "la gente ya empieza a ser más moderada o conservadora, dependiendo de cómo clasifiquemos a los partidos".
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¿Qué impacto tendría bajar la edad del voto a los 16 años?
Dada esta brecha y la tendencia hacia una población cada vez más envejecida, ¿hay alguna alternativa para que los partidos con menos implantación o futuras formaciones políticas tengan opciones de competir en plenas condiciones con las fuerzas tradicionales? El debate sobre la rebaja de la edad para ejercer el sufragio activo a los 16 años volvió a estar sobre la mesa hace pocos meses y, de nuevo, a propuesta de ERC, pero la medida fue rechazada principalmente por PP y PSOE.
Ante la pretensión de incorporar a menores de 16 años en el censo electoral puede haber "reacciones, como en su día las tuvo el sufragio femenino, por parte de las formaciones que se puedan sentir más perjudicadas", comenta José Pablo Ferrándiz.
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En cualquier caso, ¿qué implicaciones tendría? "Su capacidad para influir en resultados los electorales sería mínima", subraya este sociólogo. Y es que, los jóvenes de esta franja de edad no llegan ni al millón (898.088 en 2022, según el INE). "A tenor de la pirámide sociodemográfica, el grupo poblacional es muy pequeño y, cuanto más joven es, se participa menos" en las elecciones, añade Eduardo Bayón.
Aída Vizcaíno profundiza: "Visto el comportamiento en los últimos tiempos, sobre todo a partir del terremoto electoral de 2014-2015, en el que las generaciones más jóvenes tienden a preferir partidos más recientes como vimos con Podemos, Ciudadanos y ahora la extrema derecha, o Compromís en el País Valenciano, cabría esperar un comportamiento similar".
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Si bien, en un hipotético caso, para las edades de 16 y 17 años, es decir, los nacidos entre 2006 y 2007, que se sumarían a los nuevos electores nacidos en 2005 que cumplen 18 este año, "debemos tener presente que son generaciones que no han vivido ni han tenido consciencia política de la Gran Recesión, como prácticamente tampoco han conocido un modelo bipartidista tan limitante en la oferta de partidos relevante".
En este sentido, reflexiona: "Para alguien que tiene 17 años, ¿Podemos es una novedad? Probablemente es un partido más dentro del sistema. Es esperable que para estas edades tan jóvenes, un reducido número de issues electorales (voto por cuestiones) o los liderazgos tengan mayor peso a la hora de decidir su voto que el conocimiento sobre el funcionamiento del sistema político o la reflexión ideológica".
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Por su parte, Jule Goikoetxea añade que, aunque no subiría mucho el porcentaje de participación, a tenor de los datos de España y del resto de Europa, los votos de esta franja de edad "suelen ir hacia los partidos de izquierdas". En cualquier caso, tanto esta filósofa como los otros tres expertos consultados coinciden en que, "en términos democráticos", sería conveniente bajar la edad de voto a los 16 años porque "no puede ser que se tengan derechos y responsabilidades y, en cambio, no se pueda votar".
Cabe destacar que los jóvenes de 16 y 17 años pueden acceder legalmente al mercado laboral, tienen la obligación de pagar impuestos y responsabilidad penal, se les permite hacer el testamento, el pleno consentimiento en los tratamientos médicos, y el derecho de contraer matrimonio con justificante de estar emancipado con autorización y de abortar sin necesidad de consentimiento parental. "Con 16 años puedes hacer muchas cosas y no puedes decidir sobre las cuestiones de la sociedad que también te atañen", zanja Bayón.