Carmona: "La izquierda perdió el pulso de la precarización y el sistema se alimenta de ejércitos de parados"
El excandidato socialista a la Alcaldía de Madrid propone expropiar los pisos vacíos a la banca y fomentar el alquiler social. "Hay recursos suficientes para acabar con la pobreza"
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El verso suelto del socialismo rima en asonante. A veces, cuando habla, parece el último mohicano de cierto PSOE, cuyas capitulares se han ido desliendo a medida que transitaba la democracia. Llegado el otoño, hasta la P luce difuminada, pero Antonio Miguel Carmona (Madrid, 1963) no ceja en su empeño de subirse al postrero bote del Titanic. Exdiputado regional y concejal en el Ayuntamiento de la capital, más que a la contra, rema en solitario. Apoyó a Tomás Gómez como secretario general del PSM, y Sánchez lo descabalgó. Luego fue el candidato a la Alcaldía, si bien tuvo que hacer la campaña por su cuenta, como aquel Borrell. Cuando iba a rebufo de Aguirre, vio cómo Carmena lo adelantaba por la izquierda, y así. Pese a que le han quitado la portavocía en el salón de plenos, este profesor universitario de Economía advierte de que guarda una bala en la recámara. Raudo en la réplica, la mano de Carmona siempre acaricia la funda del revólver, aunque los recuerdos de su infancia amainan sus respuestas. Se le ve relajado, mas él lo achaca a la falta de café. Antes de sentir el roce de la primera pregunta, desenvaina.
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¿En qué calle de Malasaña nació?
En la calle Madera, adonde llegarían inmigrantes como Esperanza Aguirre, si bien los acogimos con los brazos abiertos.
¿Colegio público?
En aquel entonces no había suficientes colegios públicos, por lo que estudié en el Alamán, pero luego me licencié en la Complutense. No obstante, mis primeros pasos los di en el Colegio de las Tres Aves Marías, que eran unas señoras que daban clase a los niños pobres. Nosotros no lo éramos, aunque también pasamos por etapas duras.
Hoy, la clase obrera son las cajeras de supermercado, los teleoperadores, las dobladoras de ropa…
Los periodistas…
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Jugó en el Real Madrid, aunque usted es del Atleti…
Sí, pero me fichó el Madrid. Jugaba de 9 en los prejuveniles y me hacía mucha ilusión que mi familia pagase una entrada para ir a verme. En todo caso, sigo siendo del Frente de Liberación Panadero Díaz.
Otra de sus pasiones es volar. Comentaba antes que pertenece al Ejército del Aire. ¿Hizo las milicias?
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¿Qué le depara el futuro al partido? ¿Le parece bien que…?
Mucho mejor. Mi confianza en Javier Fernández [presidente de la Comisión Gestora] y en Mario Jiménez [vocal y portavoz de la misma] es enorme. Dos personas serias que están intentando que tengamos un congreso ordenado en el que participemos todos los militantes.
Usted quería entrar en el Gobierno municipal, ¿no?
No me lo permitió Sánchez. Según le contó a amigos míos, su argumento fue que, si yo lo hacía bien, iba a tener demasiado poder y controlaría una parte del partido.
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Usted nos amenazó con otro Prestige ("Estamos sobrados de votos, y si hace falta hundimos otro barco"). Soliviantó a los gallegos y terminó dimitiendo en 2002 como diputado regional. Aquello sí que fue humor negro y no el de Guillermo Zapata.
Bueno… Unas personas a las que había denunciado por corrupción me grabaron por la espalda. Además, la frase fue malinterpretada, porque yo ironicé sobre lo que había dicho Aznar: los socialistas son capaces de hundir otro Prestige para ganar las elecciones. Me engañaron y dimití, aunque no debería haberlo hecho.
¿Qué es lo que más quiere, al margen de Luis Pineda, el presidente de Ausbanc?
[Risas] Yo le hablo así a todo el mundo y, lamentablemente, intentaron sacar de nuestra conversación una frase que no había dicho. Lo que más quiero en esta vida son mis hijas.
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