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Elecciones 10-N Rosa de España y el fiscal jefe en funciones

"Si alguien esperaba encontrar este miércoles algún cambio en la actitud de nuestros dirigentes de cabecera en el que se atisbe el desbloqueo tras las elecciones del domingo puede esperar sentado".

La portavoz del PP en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo (4i); el candidato a la Presidencia del Gobierno del PP, Pablo Casado (5i) y la fundadora de UPyD, Rosa Díez (6i) a su llegada al acto de campaña del Partido Popular en Barcelona. / EUROPA PRESS

En su interminable viaje hacia el centro, Pablo Casado y el PP se han encontrado de frente con Rosa Díez, que lleva ya un tiempo desplazándose a la derecha a toda leche sin respetar los límites de velocidad. El choque podía haber sido mortal de necesidad pero, por suerte, no se han registrado desgracias personales. Para celebrarlo, el de la barba vellida y la dama se han ido juntos a un mitin a Barcelona, donde ella ha reconocido públicamente que estaba allí porque quería que Casado ganara las elecciones ya que quien gobierna en España "es el candidato de los enemigos de España y no del PSOE".

A Díez no es que le ponga especialmente Casado sino Cayetana Álvarez de Toledo, que es de quien está perdidamente enamorada. Cayetana por aquí, Cayetana por allá, la cuenta de Twitter de la fundadora de UPyD es un altar en el que deposita constantemente flores a la musa rubia del PP, quizás porque le recuerda a ella misma en sus formas insolentes y provocadoras. Que finalmente acabe en el PP es una posibilidad que ahora niega quien a sí misma se define como socialdemócrata, aunque ya se sabe que la vida es una tómbola en la que, a veces, te toca el perro piloto. 

Si alguien esperaba encontrar este miércoles algún cambio en la actitud de nuestros dirigentes de cabecera en el que se atisbe el desbloqueo tras las elecciones del domingo puede esperar sentado. Desde primera hora de la mañana en distintas entrevistas de radio, todos se han empeñado en demostrar que no, que no hay quien les mueva, excepción hecha de Rivera que, por su trayectoria giroscópica, no puede asegurarlo tajantemente.  

Todos (los dirigentes) se han empeñado en demostrar que no, que no hay quien les mueva​

Así, Pedro Sánchez, el amigo de Rosa de España, volvió a reclamar, educadamente y por favor, que le dejen gobernar y que no se le molesten los de Unidas Podemos si pide a la derecha su abstención técnica porque no es nada personal sino una cuestión de sumas, y que para que le salga la ídem no cuenta con esos independentistas tan obtusos que están en contra del sistema político español. Habría una solución, que es que todo el mundo le vote y se acabó el problema, y en ese no es para mí, es para vino sigue enfrascado. 

¿Que qué dice Pablo Iglesias? Pues exactamente lo contrario, en demostración de su abierta sintonía. Que el remedio es un Gobierno de coalición del PSOE y UP con el apoyo puntual de ERC, aunque sin que los republicanos entren en el Ejecutivo porque Lledoners pilla a trasmano de Moncloa y no tendría mucho sentido. ¿Y qué dice Junqueras de todo esto? Que está hasta la coronilla de Sánchez por su amenazas diarias de aplicar el 155 y por su idea de prohibir los referéndums. "No sólo no tenemos nada que hablar sino que nos encontrará delante suyo", ha afirmado el de ERC en su particular campaña de celdas adentro. 

Aclarado el asunto de las alianzas, la verdadera novedad del día estuvo en el desliz del presidente en funciones, que es mentarle a Puigdemont y calentársele la boca como un volcán en erupción. Se le preguntó en RNE cómo pensaba cumplir con su promesa de traer a España al honorable de Waterloo, una decisión que está en manos de la Justicia belga. Y como citar a los marines no hubiese sido correcto, quiso apuntarse el tanto de haber movido los hilos de la Fiscalía para que activara la euroorden de detención. "¿De quién depende la Fiscalía?", se interrogaba a sí mismo. Sí, del Gobierno aclaraba después, de quién si no.  

"Si Montesquieu no estaba muerto, ahora ya el pobre ni respira"

A los fiscales, que son muy suyos y muy independientes, verse retratados como marionetas del Gobierno les ha sentado como una patada en salva sea la parte, y han montado y con razón la de San Quintín. En la polémica ha irrumpido la vicepresidenta Carmen Calvo, que es de las que mediando en un conflicto te provoca la tercera guerra mundial al descuido. A las puertas del Instituto Cervantes en Madrid, Calvo ha explicado que como la Fiscalía General del Estado es un órgano cuyo titular es nombrado por el Ejecutivo tiene "un vínculo importante" con las decisiones de "política criminal" del Gobierno. En resumidas cuentas, que Sánchez apunta y los fiscales disparan. Si Montesquieu no estaba muerto, ahora ya el pobre ni respira. Es lo que tiene la política criminal.  

Casado, como es natural, se ha puesto del lado de los fiscales pese a que fue su partido el que puso de moda aquello de a Dios rogando y con Maza dando, en alusión al fallecido fiscal general del Estado designado por Rajoy. Sin tenerlas todas consigo, ha afirmado que la Fiscalía no recibe órdenes del Gobierno pero por si acaso las recibiera, que vete tú a saber, bien podría actuar contra Torra que ya está tardando. Por su parte, el aludido se declaraba horrorizado por el "escándalo permanente en el que vive instalado el Estado heredero del franquismo". 

Debía ser la del president una protesta en voz alta porque Albert Rivera, que estaba en Mérida junto a las vías del tren, se ha comprometido a bajar el volumen a Torra y dárselo a los extremeños. Los que fueron a verle esperaban otro de sus numeritos y que, si no adoquines, se sacara del bolsillo un vagón del AVE o una pieza de la catenaria pero no ha habido suerte. De los pactos ya habló a primera hora su mano derecha José Manuel Villegas. El objetivo de Ciudadanos es echar a Sánchez de Moncloa, pero si no se puede que les hagan sitio al fondo ya que al ser pocos no ocuparán mucho espacio. 

En la ultraderecha, sin novedad en el frente. Ortega Smith & Wesson se nos plantó en Melilla para pedir un muro de hormigón más alto que el de Trump, y Espinosa de los Monteros en Cáceres, donde al parecer ha comprobado en plan fisonomista que los simpatizantes de Vox son gente normal "sin cara de fachas". Vox, les contó, ha pasado la travesía del desierto, llegó luego a un oasis y sólo le queda asomarse al poder. Para cortarles el paso, ha salido Julio Anguita en vídeo: "La gente que no tiene trabajo, que está en dificultades económicas o que malvive y crea que la solución viene de la mano de nuestra extrema derecha ya se irá desengañando".

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