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Crónica de campaña No molesten a los candidatos

Las vísperas de los debates electorales son para los cabezas de lista como el día antes de un examen final para los estudiantes, que no están para nada ni para nadie. Es por eso que este domingo algunos líderes nos han dejado huérfanos y en obligado ayuno de sus recetas de alta cocina para el país.

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Pablo Montesinos del PP (d), Noelia Vera de PODEMOS (2d) y Fernando Páramo de Ciudadanos (i) tras la firma de los términos en los que se celebrará el debate de este lunes. EFE/David Fernández

MADRID,

Las vísperas de los debates electorales son para los candidatos como el día antes de un examen final para los estudiantes, que no están para nada ni para nadie. Es por eso que este domingo algunos líderes nos han dejado huérfanos y en obligado ayuno de sus recetas de alta cocina para el país. Hemos echado mucho de menos a Pedro Sánchez, al que se le suponía recluido con su director de gabinete, el vendedor de crecepelo que le hace de ventrílocuo y le toma la lección. Y a Rivera, que lleva desaparecido desde el viernes y que en un arrebato ha grabado un vídeo para presentarnos a Lucas, un cachorro que dice que es su arma secreta para el debate, y que a muchos les ha parecido la confirmación de que a este tío ya le da igual ocho que ochenta. Y, por supuesto, a Abascal, encerrado con su equipo para dar el último repaso a la gesta de los Reyes Católicos en la versión de la Enciclopedia Álvarez.

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Las dos excepciones a esta voluntario y cartujo aislamiento han sido las de Pablo Iglesias, que ya debe tener la lección aprendida porque en La Coruña ha vuelto a blandir su Constitución de bolsillo como hizo en las generales de abril, y la de Pablo Casado, que si es capaz de sacarse un máster en una semana bien puede preparar un simple debate en el intermedio de un partido de fútbol. Con este panorama, los segundas espadas han tomado el relevo tirando de argumentario y con Catalunya a vueltas, el comodín del público cuando no se tiene mucho más que decir.

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Sobre este último asunto se ha recreado el presidente del PP con una reflexión asombrosa. En su opinión, Sánchez forzó la repetición electoral porque pensaba que tras la sentencia del procés habría disturbios en las calles y que aparecer “como el de la porra envuelto en la bandera” le daría réditos y escaños. Y como el plan no le ha funcionado ha tenido que envainársela –la porra– para no molestar al PSC y a los independentistas por si vuelve a necesitarlos. ¿Qué es lo que tendría que hacer ahora Sánchez en Catalunya? Pues tirar de ley de Seguridad Ciudadana, iniciar los trámites para aplicar el 155 y garantizar la seguridad del rey –que el lunes da por allí unos premios– y la libertad de los catalanes en la jornada de reflexión y en las votaciones. O sea, sacar la porra y liarse la manta a la cabeza si la cosa se pone tensa. Decían del líder del PP que se había moderado, así que es mejor no imaginarle el lunes por la mañana recién levantado y antes de pasar por la ducha.

El contrapunto lo puso el ministro de Fomento en funciones, José Luis Ábalos, desde la mismísima capital catalana con muy bellas palabras. El PSOE no es la Policía Montada del Ampurdán. Prefiere la unión a la unidad, estar juntos antes que revueltos, más autogobierno y menos unilateralidad y más convivencia y menos estados de excepción. El valenciano tiene alma de poeta, no como Inés Arrimadas, que es mucho más de prosa, pero siempre de la misma. Obligado relevo de Rivera, que a esa hora estaría jugando con Lucas, la candidata de Ciudadanos es de las que no improvisan y no le vale ni que Cayetana, la musa rubia del PP, haya pedido perdón de manera genuflexa. Populares y socialistas –asegura– han dejado tirada a Catalunya y volverán a hacer lo mismo si no se opta por los suyos. Vótennos por caridad vino a implorar Arrimadas, consciente de que, según las encuestas, están más para regentar un estanco que para evitar la ruptura de España.

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También por Barcelona se dejó ver Iñigo Errejón, que se empeñó en demostrar que se puede hablar en catalán sin hacerlo de Catalunya, algo que no se sabe muy bien cómo sentó a los cuatro y al del tambor que acudieron a su mitin. El de Más País está a piñón fijo con el desbloqueo que, al fin y al cabo, es la razón de su presencia en los comicios: “Sánchez no asegura que no se vuelvan a repetir las elecciones y Podemos no asegura que no va a volver a tropezar en la misma piedra. Lo digo alto y claro: no se les puede dejar solos”, afirmó. Allí estará él para meterles en vereda.

Iglesias, al que habíamos dejado en Galicia, vino a darle la razón. Más que del desbloqueo, el de Unidas Podemos está centrado en el bloqueo, del que culpa en exclusiva a su partenaire socialista. Insiste en sugerir que Sánchez, susanizado y hasta botinizado, maneja un plan secreto para pactar con el PP, que es lo que le reclaman los grandes poderes económicos del país. Y como parece que no puede hacerle cambiar de opinión, ha empezado a pedir que sean los votantes del PSOE quienes lo hagan: “Hay mucha gente que es de Unidas Podemos y no lo sabe”. Hoy las veinte en bastos; este lunes, le cantará las cuarenta.

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