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La crisis del diésel: ¿por qué es preocupante?
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madrid,
No es únicamente Francia. Son decenas de países del mundo en los que en el año 2022 han aumentado las protestas. La BBC mapeó todas las manifestaciones desde 2021 y reveló que desde enero hasta septiembre de este año ha habido movilizaciones por los altos precios de la gasolina en más de 90 países. Salvo Antártida, por razones evidentes, ningún continente se ha salvado de protestas por el combustible.
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Ahora saldrán fanáticos de ambos lados del conflicto: unos para culpar de todo a Putin por invadir Ucrania, otros para culpar de todo a Europa por imponer sanciones a Rusia. Lo cierto es que se trata de una suma de factores en la que la guerra de Ucrania sirvió de acelerador de una situación que ya de por sí se estaba volviendo insostenible.
La pandemia y el confinamiento hicieron que muchos negocios cerraran temporalmente y el petróleo bajara de precio porque no había demanda. A medida que se restableció la nueva 'normalidad', la demanda aumentó y elevó los precios. El dólar estadounidense, moneda con la que se paga el crudo para producir la gasolina, subió a sus niveles más altos con respecto a otras monedas, como el euro, el yuan o el yen. Entonces se ha tenido que pagar aún más por el combustible en moneda local. Y con todo esto, comenzó la guerra que llevó a muchos países a imponer sanciones a Rusia y a buscar otros proveedores de crudo.
No todo pinta tan bien. Por varios motivos. Primero, porque esos otros proveedores son más caros. La UE no tenía opciones energéticas más baratas que los combustibles fósiles rusos (no solo hablamos del gas natural, sino también del petróleo y del carbón). Esto se sabía también desde antes del inicio de la guerra.
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El ‘think tank’ estadounidense RAND Corporation elaboró en 2019 un informe de política exterior en el que afirmó, textualmente, que "los suministros de gas alternativos (al ruso) probablemente serán más caros. Eso reducirá la capacidad de los europeos para acceder a otros bienes y servicios y creará un lastre para la economía".
¿El motivo? El diésel. Habló de ello en su cuenta de twitter hace unos días Antonio Turiel.
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De cada pozo petrolero se extrae un crudo que tiene una composición química única. El crudo puede ser pegajoso, suave, incluso duro. También varían los colores: puede ser negro o transparente. ¿Por qué es importante? Bueno, porque nadie echa el crudo sacado del pozo directamente al depósito del coche, antes hay que refinarlo.
Cada refinería se especializa en procesar determinados tipos de crudo con determinadas propiedades. Si no tienes un tipo de crudo en concreto de un yacimiento en concreto, pues no sale nada. Si procesas en una refinería un crudo de composición diferente a la que tu refinería procesaba, en el mejor de los casos perderás parte del producto.
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En Europa hay mucha demanda de diésel, y Rusia proveía a Europa unos hidrocarburos muy concretos, de la marca Urals, que son muy importantes para la producción de diésel. Con lo cual, el hecho de que Europa no pueda contar más con el crudo de los Urales, supone un problema estructural para la industria local.
No es que pierdas parte de producto que puedas sustituir con otro, es que pierdes un producto en concreto para el que estaba configurado tu sistema. Y esto es alarmante, porque el diésel es el motor de la economía: es importante para camiones, furgonetas, barcos, trenes, excavadoras. Una escasez de diésel supondrá precios más altos para absolutamente todo: no solo para el transporte. Tu teléfono móvil, tu capacidad de llegar al trabajo, el pañal de tu hijo. Todo.
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Según Antonio Turiel, por más que la crisis actual en Francia se acabe, por más que las protestas se calmen, los problemas en las refinerías seguirán. La escasez de combustibles seguirá, no habrá posibilidades de mantener el tejido industrial en el mismo nivel, lo que llevará a un decrecimiento inevitable y a una desindustrialización.
¿Saben qué es lo peor? Que el veto europeo al diésel ruso aún no entró en vigor. Iba a activarse ya, pero decidieron aplazar el momento hasta febrero. La mera expectativa de que este momento llegue provoca esta subida de precios.
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Y la crisis del diésel no es propia de Europa. Informa Javier Blas en Bloomberg que las reservas de diésel de EEUU (donde el embargo a los hidrocarburos rusos ya entró en vigor) están en sus niveles más bajos desde 1951 y todo ello, independientemente de la decisión que tome Biden (que bien podría ser dejar en paz al mercado o intervenir en él), tendrá consecuencias en todo el mundo, especialmente en Europa y América Latina.
Según informes de Bloomberg, China acaba de detener las ventas del gas natural licuado a Europa para garantizar su propia seguridad energética para este invierno. La política de cero COVID hizo que la demanda interna se redujera y les quedaba mucho gas ruso que podían revenderle a Europa. Y ya sabemos: si le compras gas ruso a Rusia, violas las sanciones, si se lo compras a China o la India, todo ok. El caso es que este salvavidas que en su momento le lanzaron a Europa (llegando a venderle en agosto unas 4 millones de toneladas de GNL) lo están quitando. Así que el decrecimiento, la desindustrialización, y la disminución de rentas parecen inevitables. Habrá más protestas.