El cordón sanitario a Vox en la Mesa del Congreso, la prueba de fuego de la legislatura de los pactos
Ante la negativa del PP a excluir a la extrema derecha del órgano de gobierno del Congreso, el PSOE y Unidas Podemos deberán sumar una amplia mayoría para dejar fuera a los de Abascal. La complejidad del reparto de la Mesa anticipa una legislatura que necesitará de amplios pactos para sostenerse.
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madrid, Actualizado:
No ha arrancado todavía la legislatura nacida de las elecciones del 10 de noviembre, y el PSOE y Unidas Podemos ya necesitan su primera gran mayoría parlamentaria con el resto de partidos del Congreso. Los únicos números que incumben a los de Sánchez y a los de Iglesias no son los de la investidura; antes, la Cámara tendrá que pasar por el trámite de su constitución, donde se elegirán a los miembros del órgano de gobierno del Parlamento: la Mesa.
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El objetivo de ambas formaciones, que buscan una mayoría de investidura para poner en marcha un gobierno de coalición, es el de excluir a una extrema derecha que tras los comicios de noviembre es la tercera fuerza de la Cámara Baja, por detrás de los socialistas y del PP. Con 52 escaños, Vox pasar de ser una fuerza residual, que en la pasada legislatura ni siquiera optó a tener presencia en la Mesa, a prácticamente garantizarse un asiento en el órgano.
La única forma de que los de Abascal no entren a la Mesa del Congreso pasa por una mayoría parlamentaria lo suficientemente amplia para superar los 52 escaños de Vox en una votación donde es necesario coordinar estratégicamente los apoyos para superar a los de la extrema derecha. Es decir, el cordón sanitario necesita un gran pacto en un arco parlamentario que destaca por su gran número de partidos y por su pluralidad.
El PSOE y Unidas Podemos habían tanteado al PP para que se sumara a la exclusión de Vox de la Mesa a cambio de más representación de los de Casado en el órgano, pero los conservadores están decididos a no participar del cordón sanitario y han optado por alejarse de cualquier acuerdo y votar a sus propios candidatos.
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En este escenario, la única fórmula posible es que la mayoría de las formaciones minoritarias del Congreso voten a los mismos candidatos que el PSOE y Unidas Podemos (que, en principio, serán diputados del grupo socialista y del grupo confederal). Más allá de la Presidencia de la Mesa (donde los de Sánchez se garantizan el puesto), el órgano cuenta con cuatro vicepresidentes y cuatro secretarios, miembros que se eligen en una única votación directa y secreta en la que los diputados deben escribir el nombre del candidato al que apoyan; se reparten los asientos en sentido decreciente y en función de los votos obtenidos (de mayor a menor, del vicepresidente y el secretario primeros hasta los cuartos puestos).
El PSOE y Unidas Podemos cuentan con 155 escaños, una cifra que les garantiza mayoría en el órgano (cinco de los nueve puestos), pero que no es suficiente para excluir a Vox de la Mesa. Con cuatro diputados más (159) podrían dejar fuera a los de Abascal, pero la vicepresidencia primera del órgano recaería en el PP, que cuenta con 91 escaños junto a los de Navarra Suma (aunque los conservadores seguirían siendo minoría). Solo una gran mayoría reforzada de casi 200 escaños permitiría llevar a cabo un cordón sanitario a la extrema derecha y conservar la vicepresidencia primera, pero para lograrla los de Sánchez y los de Iglesias necesitan el concurso del resto de fuerzas parlamentarias (incluido Ciudadanos).
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El cordón a la ultraderecha genera consenso
Fuentes parlamentarias apuntan a que, al menos de momento, no se han producido negociaciones con otras formaciones, aparte del PP, para excluir a Vox, pero no se descarta que en los próximos días haya movimientos en este sentido. La designación de los miembros de la Mesa representa la primera prueba de fuego de una legislatura que precisará de numerosos pactos para avanzar. Los acuerdos que se necesitan para constituir el órgano de gobierno de la Cámara sin los de Abascal volverán a ser necesarios en la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado o en la que la precede, la del techo de gasto.
Aunque se necesitan más escaños para este objetivo en concreto, un acuerdo para excluir a la ultraderecha cuenta, a priori, con más consenso que un proyecto presupuestario o que la mayoría de las reformas que se pretenden impulsar en el Congreso (reforma laboral, ley mordaza, pensiones...) Por eso, la votación de la sesión constitutiva de las Cortes (y los pactos que la precedan) pueden servir para medir el arranque de una de las legislaturas más plurales y complejas de la historia reciente.
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En la pasada legislatura fue precisamente la designación de los miembros de la Mesa lo que parecía anticipar buenos vientos para la investidura. Sin embargo, mientras la Presidencia de Meritxell Batet en el Congreso fue respaldada con 175 votos a favor, Sánchez no pasó de 124 en sus intentos de ser presidente del Gobierno.
La conformación de la Mesa es el primer escenario para realizar "gestos" de cara a la investidura, y el cordón sanitario a Vox puede ser el primer precedente de una legislatura de acuerdos, o la primera prueba de que la cultura del pacto tendrá una difícil imposición en un Parlamento donde, de salir adelante la investidura, será más que necesaria.