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C's, el partido 'business friendly' que triunfa en los barrios ricos y en los barrios populares

A pesar de tener un programa y una actuación política claramente marcados por la defensa de los intereses de las rentas altas y las grandes empresas, la formación de Inés Arrimadas y Albert Rivera obtiene grandes resultados igualmente en  barrios de Barcelona como Pedralbes o Ciutat Meridiana. La clave es que no se le vota por "clase social", sino por una "cuestión identitaria".

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La candidata de Ciudadanos (Cs) a la Presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas, se fotografía junto a un simpatizante durante el acto de campaña en la Seu Vella de Lleida. EFE/ Enric Fontcuberta

BARCELONA, Actualizado:

Pedralbes y Ciudad Meridiana constituyen dos mundos antagónicos, con casi nada en común. El primero es el barrio con mayor renta familiar disponible de Barcelona. El segundo, el 73º, es decir, el que tiene menos. En promedio, una persona de Pedralbes dispone de una renta que multiplica por más de siete la que tiene un vecino de Ciudad Meridiana.

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A pesar de este abismo, los dos barrios tienen un comportamiento político con unas similitudes destacables. En ambos el rechazo a la independencia es mayoritario. Y tanto en uno como en el otro, Ciudadanos tiene opciones plausibles de ser la fuerza más votada en las elecciones del 21 de diciembre.

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En 2015, la candidatura encabezada por Inés Arrimadas recibió el 28,5% de los votos en Pedralbes, casi 11 puntos por encima de su media en la capital catalana, y sólo quedó por detrás de Junts per Sí (36, 7%). En Ciudad Meridiana, directamente, se impuso, con el 25,6% de los sufragios, por delante del PSC (25,4%).

¿Cómo se explica que un partido obtenga grandes resultados en barrios tan antagónicos? ¿Su propuesta es capaz de defender los intereses de los vecinos de una y otra zona? Si ponemos el foco en las cuestiones sociales y económicas, es obvio que no; pero la clave es la preeminencia del eje nacional a la hora de elegir a quién votar. Para Lluís Orriols, politólogo y profesor en la Universidad Carlos III de Madrid, "el eje nacional lo come todo y Ciudadanos se ha convertido en el punto focal del antiindependentismo, lo que le permite recibir votos de diferentes sensibilidades ".

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La candidata a la presidencia de la Generalitat por Ciudadanos, Inés Arrimadas, atiende a la prensa. EFE/ Enric Fontcuberta

En conversación telefónica con Público, Orriols destaca que en Catalunya el votante de Ciudadanos es "más ecléctico que el del PSC" y esto es fruto de que su voto "no está basado en la clase social, sino en la cuestión identitaria".

Este hecho, al mismo tiempo, le ha permitido "robar" electorado a diferentes partidos, primero sobre todo al PSC y después, con el estallido del proceso soberanista, parcialmente a CiU (personas que no ven con buenos ojos la independencia) y, sobre todo, al PP.

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De hecho, el reciente barómetro del CIS apunta que casi la mitad de los electores que en 2015 votaron al PP ahora optarían por la formación naranja. También es cierto que ahora le detecta una fuga de votantes hacia el PSC que hasta hace poco no existía y, en este sentido, al partido de Albert Rivera e Inés Arrimadas le interesa una alta polarización de la campaña para detenerla, apunta Orriols.

La misma encuesta le da opciones de convertirse en la formación más votada el 21-D, con una fuerza especialmente grande en la demarcación de Barcelona. Para que esto sea posible, el partido naranja debería mejorar los resultados en las zonas donde ya logró un apoyo importante el 27-S de 2015, como buena parte de los municipios del área metropolitana de Barcelona, ​​la ciudad de Tarragona y buena parte de los núcleos de la Costa Dorada. Así, por ejemplo, hace dos años el partido fue el más votado en L'Hospitalet de Llobregat, Sant Boi de Llobregat, El Prat, Gavà, Castelldefels, Rubí, Barberà del Vallès o el distrito barcelonés de Nou Barris.

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Si ponemos el foco en la capital catalana, en las pasadas elecciones al Parlament, el partido españolista superó con creces su media de votos en la ciudad a los cinco barrios más ricos (Pedralbes, las Tres Torres, Sant Gervasi-Galvany, Sarrià y Sant Gervasi-Bonanova). Pero también lo hizo a los siete más pobres, donde incluso fue la opción más votada (Ciudad Meridiana, Trinitat Nova, la Marina del Prat Vermell, Vallbona, Trinitat Vella, Torre Baró y Roquetes).

La candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas, durante el inicio de campaña para las elecciones del 21-D en Barcelona. REUTERS/Sergio Perez

El contraste, como ya hemos dicho, viene marcado por el peso de la cuestión nacional, porque el programa y la praxis política de Ciudadanos favorece mucho más los intereses de las grandes empresas y las clases altas que los votantes de los barrios populares.

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Programa y actuación favorables a las clases altas

El programa del partido naranja tiene un acento marcadamente liberal a nivel económico y, por ejemplo, plantea un "plan de choque para la vuelta de las empresas", que contenga un "programa ambicioso de incentivos fiscales, financieros y administrativos".

Dicho de otro modo, quiere ofrecer ventajas económicas a las compañías que los últimos dos meses han trasladado la sede fuera de Catalunya, un movimiento liderado sobre todo por las grandes compañías, hasta el punto que la han encabezado seis de las siete sociedades catalanas del Ibex 35 (Caixabank, Banco Sabadell, Gas Natural Fenosa, Abertis, Cellnex y Colonial).

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El documento también plantea diseñar una política fiscal para "atraer empresas", un eufemismo para hablar de bajar impuestos, una idea que también está detrás de la idea de rebajar el impuesto de la renta "para atraer talento". En todo momento, C's habla de lograr una "fiscalidad atractiva". Se ha convertido claramente en un partido business friendly.

La candidata de Ciudadanos a la presidencia de la Generalitat, Inés Arrimadas, con el presidente de la formación naranja, Albert Rivera, durante el inicio de campaña para las elecciones del 21-D en Barcelona. REUTERS/Sergio Perez

Pero más allá de las propuestas de cara el 21-D, la actividad en el Parlament y en el Congreso de Ciudadanos ya hace tiempo que está marcada por una defensa clara de medidas liberales, o neoliberales, que favorecen las rentas altas y las grandes empresas. Así, por ejemplo, en Catalunya ha votado en contra del incremento del IRPF a las personas que ingresan más de 120.000 euros y se ha opuesto al incremento del Impuesto de Sucesiones y en la creación del impuesto especial sobre la riqueza que pactaron la CUP y Junts per Sí, así como al tributo a las bebidas azucaradas.

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En las elecciones al Congreso se presentó haciendo bandera del contrato único, que deja a los trabajadores sin prácticamente indemnización en caso de despido los primeros años de trabajo. Además, también ha rechazado echar atrás la reforma laboral del Gobierno de Rajoy y ha defendido la firma de tratados de libre comercio como el TTIP o el CETA, ampliamente rechazados por la izquierda y los sindicatos y, en cambio, aplaudidos por las patronales y los lobbies empresariales.

Todo ello no sorprende si se tiene en cuenta que el responsable de su programa económico, Luis Garicano, pasó por Fedea, un think tank financiado por las empresas del Ibex 35 y que, obviamente, defiende sus intereses. Ciudadanos también es el partido que más votaciones coincide con el PP en la Cámara baja, hasta el punto de votar lo mismo en el 75% de los casos.

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La reaparición con fuerza de las identidades nacionales, y el hecho de que la formación naranja se vea inequívocamente como la formación que en Catalunya mejor simboliza la identidad española es la clave de la transversalidad entre el electorado de un partido que en determinados casos puede seducir por un programa económico marcadamente de derechas y en otros lo hace básicamente por la bandera.

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