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SEVILLA.- “Nuestros valientes legionarios y regulares han demostrado a los rojos cobardes lo que significa ser hombres de verdad y de paso también a sus mujeres. Esto está totalmente justificado porque estas comunistas y anarquistas predican el amor libre. Ahora, por lo menos, sabrán lo que son hombres y no milicianos maricones. No se van a librar por mucho que berreen y pataleen”.
Queipo de Llano lanzaba estas insultantes proclamas, como general del Ejército del Sur, desde los micrófonos de Unión Radio Sevilla días después del golpe. Incitando a las tropas sublevadas a la violación y el maltrato de aquellas mujeres “rojas”, como denominaba de forma despectiva. El investigador José María García Márquez afirma a Público que en la provincia de Sevilla se encuentran documentadas alrededor de 790 casos de mujeres, víctimas de la represión durante toda la dictadura. “Asesinadas ante el pelotón de fusilamiento, muertas en las cárceles mientras cumplían condena, desaparecidas o incitadas al suicidio tras el brutal choque por la muerte de algún familiar”. El recuento es claro pero no ocurre lo mismo con el perfil común de todas ellas. Márquez destaca que “había victimas de todas las edades. Desde los 16 a los 60 años, encontrando bastantes casos de embarazadas con hijos a su cargo”.
Hijas, madres y esposas de desaparecidos
El autor del libro Las víctimas de la represión militar en la provincia de Sevilla 1936-1963 ha explicado que, a diferencia de algunas mujeres que protagonizaron actuaciones destacadas, la gran mayoría no tenía implicación política o sindical alguna y no quisieron huir de sus lugares de origen, puesto que no temían a la represalia militar. “La represión del golpe se cebó con estas mujeres inocentes por ser hijas, madres, esposas de algún desaparecido o por haber dado cobijo a algún fugitivo. Sevilla es la provincia donde se encuentra el número más alto de mujeres represaliadas de toda España. El interés era crear un estado de terror que sirviera de escarmiento ante cualquier intento de resistencia”.
"Sevilla es la provincia donde se encuentran mujeres represaliadas de España"
Estas fosas de mujeres han sido aún más ocultas que el resto por la mala imagen que tenía, dentro del régimen, la tortura y asesinato de una mujer, uno de los pilares más importantes del nuevo sistema. Detrás de todos estos asesinatos estaba, sin lugar a dudas, la firma del general golpista Gonzalo Queipo de Llano.
La visibilidad del sufrimiento de las mujeres durante el régimen es prácticamente nula en muchas investigaciones de memoria. El estudio La memoria histórica de las mujeres. Perspectivas de género realizado por las catedráticas Cándida Martínez y Lola Ramos apunta cómo los datos difundidos sobre el número de mujeres fusiladas en Andalucía tiene una horquilla demasiado amplia: entre un 2 y un 5%. Esta represión, en clave de género, “era muy distinta a la de los hombres, ya que las humilla y las degrada de mayor manera. Y es una tortura específica que forma parte de esa memoria que no se recoge”. En muchos de los casos, se realizaba una violencia corporal específica que pretendía degradar, hasta el límite, su dignidad como mujeres.
Las cinco principales fosas conocidas de Andalucía donde se vivió con especial crudeza la violencia específica contra un grupo arbitrario de mujeres se sitúan entre las provincias de Cádiz, Huelva y Sevilla. Los hechos se suceden entre el mes de agosto del 36 y finales del 37, siendo esta segunda fecha significativa al asesinar de forma inocente a un importante número de víctimas, en este caso mujeres, a causa de la desaparición de sus familiares o por pura venganza personal.
Agosto del 36: Muerte a las 15 rosas de Grazalema
La primera fosa común de mujeres se ubica, por fecha, en el pueblo de Grazalema (Cádiz) a primeros de agosto de 1936. Las víctimas no tenían un perfil común, tampoco la edad que rondaba desde los 14, la víctima más joven hasta los 61 años, la mayor. Su único delito, ocultar el paradero de sus maridos ante la terrible represión militar que se avecinaba en la provincia de Cádiz.
la exhumación de esta
fosa en 2009 fue la primera que se realiza de oficio, sin ayudas de asociaiones
En una zona boscosa, junto a un viejo alcornocal, los falangistas cavaron la zanja gracias a la ayuda de un niño conocido en el pueblo como el Bizarrito, que fue fusilado junto a estas vecinas, sin alcanzar los catorce años. Ubicada en la curva de una carretera, la fosa estuvo oculta demasiados años, hasta la localización llevada a cabo por el primer alcalde democrático de la localidad, Antonio Mateos. Cecilio Gordillo, coordinador del Grupo de Memoria de CGT Andalucía afirma que “la exhumación de esta fosa en el año 2009 fue la primera que se realiza de oficio sin ayuda de ninguna asociación, actuando en colaboración la Diputación de Cádiz y el Ayuntamiento de Grazalema”.
Poco se conoce de la biografía de aquellas mujeres. Gordillo apunta que “algunas fueron arrojadas embarazadas al agujero”. No tenían delitos de ninguna clase y fueron llevadas hasta la cuesta de la carretera para ser asesinadas en una cuneta. Hoy sus cuerpos se encuentran enterrados en el cementerio actual de Grazalema.
El crimen aguaucho en Fuentes de Andalucía
Se dice que en Fuentes de Andalucía (Sevilla) no hubo guerra. Solo represión, siendo el municipio de la provincia de Sevilla con más violencia ejercida hacia la mujer en proporción al número de hombres asesinados en la provincia. En total 27 mujeres y 78 hombres.
Los soldados las obligaron a preparar y servirles la comida. Las violaron, asesinaron y arrojaron sus cuerpos a un pozo
En la conocida finca del Aguaucho se vivió un terrible episodio cuando varias jóvenes fueron arrojadas a un pozo tras ser violadas y paseadas para escarnio público. Las víctimas tenían entre 16 y 22 años. Eran casi niñas y entre ellas se encontraban, Mercedes Medrano de 18 años, Josefa González de 16 años, la hija de la Polonia de 15 años, la hija de Manuel de la Melliza de 14 años, entre otras.
La sed de venganza no parecía tener límites para este grupo de falangistas. Los soldados las obligaron a preparar y servirles la comida. Las violaron, asesinaron y arrojaron sus cuerpos a un pozo horas más tarde. No hubo fosa. Nadie pudo hallar sus restos. Ya de madrugada, el camión volvió y recorrió las calles principales del pueblo para enseñar, bajo el cántico de “Cara el Sol”, en la punta de sus fusiles, la ropa interior de aquellas jóvenes inocentes.
Un crimen personal: Las 15 rosas de Puebla de Guzmán
A pesar de los intentos de familiares y de asociaciones por encontrar la fosa de las 15 rosas de la Puebla de Guzmán (Huelva), no se ha logrado dar con los restos de las mujeres de este pueblo minero. El investigador Rafa Moreno recuerda cómo en el mes de septiembre de 1937 “aquellas mujeres eran hasta religiosas. Ninguna estaba metida en política pero aun así, las secuestraron las llevaron al antiguo matadero para esperar a darles muerte esa misma noche”, la del 13 de septiembre del 37.
Pedro el Sastre, hijo de una de aquellas rosas, lo dejó bien claro en sus memorias. Fue un crimen personal hacia ellas. “Una matanza indiscriminada. No fue por un tema político”. Moreno recuerda que “fueron purgadas y rapadas antes de su asesinato por grupos”, siendo fusiladas en el callejón de la fuente vieja y el antiguo cementerio de la localidad.
"Quisieron hasta
hacer desaparecer sus cuerpos sin vida”
Moreno reconoce “inconcebible la desaparición de los restos de esta fosa”, desde el año 1974. “Ninguna placa recuerda aquella matanza y los trabajos arqueológicos no lograron dar con ningún hallazgo de sus huesos que fueron expoliados años antes del final de la dictadura”. ¿Dónde están las rosas de Guzmán? Moreno recalca que fue tal la venganza hacia estas víctimas y sus familiares que “quisieron hasta hacer desaparecer sus cuerpos sin vida”.
Guillena, 1937: 17 rosas que hoy descansan en paz
“Había entre ellas un vínculo de parentesco. Algunas eran hasta hermanas y cuñadas, nueras y suegras”. Lucía Socam recuerda como familiar y cantautora del movimiento de la memoria, la cruel historia de las 17 rosas de Guillena (Sevilla). Los últimos documentos, hallados en el archivo militar de Ávila, retratan como el régimen consideró a estas mujeres como “sujetos peligrosísimos” al auxiliar a los huidos de la sierra. Socam afirma que también eran “hijas, madres y esposas de milicianos que no estaban en el pueblo al haber salido para luchar en el frente”.
Torturadas, rapadas y paseadas por el pueblo a modo de escarnio. “Las 17 mujeres fueron trasladadas hasta el vecino pueblo Gerena para ser fusiladas” buscando otras localizaciones para borrar huellas de los crímenes cometidos. Una a una fueron cayendo ante el pelotón entre el 6 y 8 de noviembre de 1937. Tenían entre 24 y 70 años de edad y su historia nunca fue olvidada en Guillena, a pesar del paso de los años. “En el pueblo, los familiares siempre las buscaron y no dejaron de investigar para saber cuál era su paradero durante la dictadura”.
Las 17 rosas se encuentran hoy enterradas en el cementerio de la localidad, tras la exhumación de la fosa en el año 2012. “Hemos luchado por cambiar hasta su estado en el Registro Civil donde aún constan como desparecidas, además de llevar la investigación de este crimen ante los juzgados de la ciudad de Sevilla”.
Bañadas en aceite ante el pelotón: Las 25 rosas de zufre
La fecha del asesinato es conocida por muchos vecinos en el pueblo. 4 de noviembre de 1937. Las 25 mujeres fusiladas, procedentes del pueblo onubense de Zufre (Huelva), fueron previamente “bañadas en aceite, desnudadas y azotadas” antes de su asesinato. Como si se tratara de una pequeña cuadrilla de animales. Algunos testimonios orales recuerdan las violaciones cometidas a estas víctimas antes de ser arrojadas a la fosa común.
Sus restos no han sido aún exhumados en el vecino pueblo de Higuera de la Sierra, donde fueron trasladadas para prestar “supuestamente” declaración en la comisaría de Aracena. La escena de pánico hizo que muchas de ellas “no pudieran ni bajar del camión”, en la cuesta que conducía al cementerio. Santi González, concejal del Ayuntamiento de Zufre destaca que “fueron empujadas a golpe de fusil”. La crueldad de aquellos hechos hizo, según apunta González, que la “Junta Rectora franquista que mandaba en Zufre diera hasta una llamada de atención a los guardias que habían perpetrado aquellos hechos”.
El investigador Diego Velázquez recuerda la importante diferencia de edad entre aquellas y la escasa implicación política. “La víctimas tenían diferentes edades. Teodora Garzón Núñez tenía 46 años, Remedios Gil Cortés 58, Modesta Huerta Santos de 30, Josefa Labrador Ardillo de 40 o Elena Ramos Navarro de 55”.
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