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CDR: Coordenadas para entender lo que está por venir

El historiador Xavier Milian publica sobre los referentes históricos, el presente y el futuro del movimiento en un momento en el que los comités vuelven a situarse bajo el foco de la opinión pública y también del aparato represivo.

Manifestació dels CDR a la Via Laietana de Barcelona aquest matí. Joel Kashila

Casi año y medio después de la celebración del referéndum de autodeterminación en Catalunya el debate sobre las consecuencias del episodio sigue abierto. A partir del evento, precisamente, aparecieron en el entramado social la figura de los CDR, los comités que en un primer momento velaban por la celebración del referéndum y que posteriormente llevaban a la calle el desconcierto derivado de la no implementación de la República catalana y se erigían como actor de la sociedad civil para recordar la necesidad de avanzar en el terreno de la autodeterminación.

Ahora, en un momento de consolidación de los Comités de Defensa de la República, ha llegado a las librerías El poder del pueblo. La autoorganización vecinal de los CDR (Sembra Llibres), un título escrito por el historiador, periodista y activista social Xavier Milian. A partir del hilo histórico de luchas en la geografía de los Països Catalans sopesa el impacto de los Comités y traza varios posibles mapas de futuro para el movimiento. Milian es militante de la CUP y fue cabeza de lista de la formación en Tarragona en las elecciones autonómicas del 21 de diciembre de 2017, en las que no fue elegido diputado.

Con el paso del tiempo, la función que deben desarrollar los CDR convive con un debate constante. De hecho, como toda iniciativa asamblearia y autoorganizada, avanza a partir de los consensos generados por los miembros de cada núcleo. Una de las características que dan un carácter genuino al movimiento es su autonomía barrio a barrio y localidad a localidad. Cada grupo apuesta por las actividades que deben llevarse a cabo sin depender de un órgano superior. Al mismo tiempo, los grupos agrupan tanto a perfiles con una larga trayectoria militante como a personas que probablemente comenzaron a asistir a manifestaciones con motivo de los actos multitudinarios convocados los últimos años los 11 de septiembre, la Diada nacional de Catalunya.

Milian explica a Público que la posibilidad de agrupar a personas con ideologías tan diversas –en algunos casos con militancias a partidos y organizaciones que en el día a día están enfrentados– por la causa independentista se debe a una "caída del mito del régimen del 78 ". A partir del rechazo de la propuesta del Estatuto de 2005 y hasta ahora "hay gente que ve que el régimen del 78 no es más que una continuación de lo que había habido hasta entonces", concluye.

Precedentes lejanos

En el siglo XXI todavía hay en la geografía española zonas con dinámicas latifundistas y con una gran influencia del sector eclesiástico. Muchos años antes, en 1868, los republicanos federales, tal como consta en los libros de historia, ya ponían en cuestión la herencia feudal de las estructuras españolas de poder y piden cambios. En la actualidad, el problema sigue latente. A pesar de las experiencias de lucha que también nutrirán a los CDR, el Estado ha ido encontrando, según Milian, equilibrios a fin de no hacer posible el cuestionamiento de ciertas estructuras, la última el régimen forjado alrededor de la última Carta Magna, la del 78, que daba paso al periodo democrático.

En las postrimerías del régimen franquista un tejido discreto y bien trabado fue configurando una red clandestina de oposición a los principios totalitarios liderados por el dictador y generó un cúmulo importante de iniciativas alternativas. Sin embargo, con la democratización de las instituciones muchos de los líderes de estas propuestas pasaron a ocupar escaños en los ayuntamientos y los parlamentos pasando a la desactivación del contrapoder. En el caso de los CDR, que comparten algunos puntos con los episodios de entonces y teniendo en cuenta la proximidad de varias convocatorias a las urnas, el autor del libro reconoce que habrá que estar alerta pero a la vez remite a la naturaleza asamblearia del movimiento mientras recuerda que "el hecho de que una persona de golpe desaparezca no suele implicar un gran revés en tanto que el proceso de empoderamiento colectivo hace que alguien fácilmente la pueda suplir".

Los meses previos al referéndum se abrieron cuestiones tales como la necesidad de abrir una etapa de proceso constituyente que pusiera sobre la mesa aquellos rasgos que debían contribuir a crear el nuevo estado. Uno de los órganos que se creó fue la Comisión de Estudio del Proceso Constituyente, que dejaba por escrito en sus conclusiones la "legitimidad" de avanzar hacia una propuesta así y a la vez otorgaba al mecanismo de la "unilateralidad" el hecho de ser la única opción posible para construir una Catalunya independiente.

Ahora, con el juicio al Procés en marcha, habiendo pasado el periodo de aplicación del artículo 155 de la Constitución y con la maquinaria represiva sin frenos, el historiador reconoce que "la forma de construir la república debe llegar con un pacto con el Estado". Eso sí, apunta que los CDR son una herramienta imprescindible para tensar la situación y llegar a este escenario.

No evita hacer una crítica a los organismos de la Unión Europea, que "están del lado de España en tanto que organizaciones supranacionales" y pide acciones para cambiar la situación: "O somos capaces de forzar desde la desobediencia una situación política que haga que el resto de estados se vean obligados a posicionarse o esto no puede avanzar de ninguna manera".

El empoderamiento, factor clave

Milian habla de los CDR como una "escuela de militancia", ya que más allá de ser el primer contacto con la politización para mucha gente, "que el CDR esté implicado no sólo en la lucha independentista o soberanista, sino también en el barrio o el municipio ha hecho que la gente se haya visto abocada a entrar en contacto con diversas luchas y que se haya generado un proceso de construcción ideológica conjunto".

La construcción ideológica sirve, tal como se expone en las páginas del título, para ir generando de forma progresiva alternativas a posibilidades que hasta hace poco tiempo no eran puestas en duda por la ciudadanía en general. Tanto es así que según el activista social, plantear iniciativas paralelas a, por ejemplo, las empresas del Ibex 35, pone de relieve dos cuestiones. En primer lugar demuestra "que si construimos una república, no es para poner una bandera y fijar unas fronteras, sino que es para construir un proyecto político que dé solución a las problemáticas de la sociedad en la que vivimos". Y también "porque es la mejor forma de llegar a toda aquella gente que todavía no se ha añadido al bloque republicano ante el miedo de la represión o por una cuestión identitaria".

Ciertamente los CDR han pasado unos meses en los que han mostrado poca presencia pública y no han socializado sus progresos. Sin embargo, hay que tener en cuenta que en algunos casos miembros de varios núcleos están siendo investigados o se encuentran exiliados. "Las detenciones de Tamara [Carrasco] y Adri [Carrasco] marcan un punto de inflexión importante para el movimiento -explica Milian- porque en ese momento los CDR estaban empezando a consolidarse y el Estado intentó hacer una jugada para frenar el movimiento y que la gente supiera que eran ellos quienes tenían el poder a la hora de marcar las limitaciones de lo que se podía hacer y lo que no ". Ahora bien, constata que "este aviso se ha entendido pero a la vez ha sido el enésimo fracaso de la política represiva del Estado, porque en lugar de acobardar a la gente le ha hecho consciente de cuál es la realidad y de que se deben tomar unas precauciones".

Estos pensamientos del autor buscan nuevos caminos para, en uso de conceptos empleados por los partidos soberanistas, "ensanchar la base" de personas favorables a la construcción de un nuevo Estado. Relacionándolo con la crisis del régimen del 78, Milian pone énfasis en el "fracaso del autonomismo" y es por eso que propone utilizar el "poder popular como política prefigurativa", una herramienta que ayudará a limar diferencias internas en el marco de los propios CDR y a la vez para hacer que las personas se conviertan "sujetos políticos y pieza clave en el proceso constituyente".

La participación de los ciudadanos en la arena política en las últimas décadas ha quedado prácticamente reducida a la participación en unos comicios al final de cada una de las diversas legislaturas a la vez que, en la opinión del historiador, la lógica de mercado potenciada a raíz de la última crisis económica, ha llevado a las administraciones a tratar a los electores como si fueran clientes.

Una clase política insuficiente

El autor recalca que la actividad de los CDR desde su creación ha sido "notable" y considera que ha sido capaz de cristalizar en un movimiento que ha venido para quedarse. Al mismo tiempo, no tiene problemas en criticar los últimos movimientos de todos los partidos, incluida la CUP, partido en el que milita. Cree que así como los CDR han sido capaces de situarse en el tablero de ajedrez, el resto de actores "son incapaces de trazar una línea estratégica para resolver la actual situación de bloqueo del proceso", llegando incluso a generar "una crisis en el sistema de partidos" en el momento de "ver cuál es esta nueva fase a iniciar".

El horizonte de los CDR pide hacer un diagnóstico de sus puntos débiles y sus fortalezas, elemento ineludible para una consecución de una república que si bien se abría con el referéndum y quedaba en punto muerto después del 27 de octubre de 2017, ahora tiene el futuro por definir. "Nos encontramos en una situación similar a la previa al 1 de octubre donde la única iniciativa que hay desde los partidos hegemónicos para salir adelante es el Consell de la República, una estructura que hoy en día nadie ha entendido que es", sentencia Milian.

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