Madrid
Actualizado:Si no hay una sorpresa de última hora, el presidenciable de ERC, Pere Aragonès, no será investido este martes president de la Generalitat. Junts ha anunciado este jueves por la mañana que mantendrá la abstención que ya practicó el viernes pasado.
Los juntistas han hecho pública su posición después de ser ratificada por la ejecutiva del partido a 24 horas de la segunda sesión de investidura. Los de Carles Puigdemont no han querido ni agotar el plazo negociador, lo cual no ha sentado muy bien en Esquerra, ya que algunos dirigentes republicanos lo consideran una muestra de la falta de voluntad de Junts de llegar a un acuerdo sin demorar innecesariamente la formación del nuevo Govern.
Para los republicanos aún hay tiempo para el entendimiento y la secretaria general adjunta ha exigido una "muestra de confianza" a Junts para permitir la investidura de Aragonès y rematar posteriormente el acuerdo de legislatura. Para Vilalta es necesario "un gesto de responsabilidad y de confianza" insistiendo en que aún es factible la investidura. La dirigente republicana ha fundamentado esta petición recordando que Junts y ERC gobiernan conjuntamente y apelando a la reciprocidad por la investidura que Esquerra concedió a candidatos de Junts como Carles Puigdemont en 2016 o Quim Torra en 2018. Pero nada parece indicar que haya alguna posibilidad en la sesión de este martes.
La decisión de Junts de tumbar definitivamente el primer asalto a la investidura de Pere Aragonès tiene una consecuencia directa e incuestionable: pone en marcha el reloj que marca dos meses hasta la repetición electoral automática si no se da una investidura. Y aritméticamente, la única posible es la de Aragonès, si Junts decide pasar en algún momento de la abstención al sí. La legislación no limita las veces que un mismo candidato puede someterse a una investidura.
La decisión de Junts de tumbar la investidura de Pere Aragonès pone en marcha el reloj que marca dos meses hasta la repetición electoral
Por lo que, aunque parezca paradójico decirlo a las puertas de la frustrada investidura de Aragonès, estamos en la antesala del accesos del republicano a la presidencia. La cuenta atrás que se abrirá mañana -si no hay ningún cambio de última hora- tiene más un regusto de dilación para que Aragonès sea president de la Generalitat que de bloqueo a este efecto. La cuestión es ¿hasta cuándo? Y la mayoría de las fuentes consultadas de los dos partidos concluyen que no será al límite. No está previsto agotar los dos meses de plazo, se continuará negociando durante esta Semana Santa, incluidos los días festivos, y la pipa de la paz se prevé fumarla en abril. Probablemente en la segunda quincena. Aunque cualquier detalle puede acelerar o frenar unos pocos días el acuerdo.
Una aritmética endiablada y diversos escenarios improbables
El ‘sí’ de Junts es imprescindible para la investidura. El acuerdo cerrado entre ERC y la CUP le facilita a Aragonès el apoyo de solo 42 de los 135 diputados del Parlament. Por lo cual, la abstención de los 32 diputados de Junts no permite a los republicanos superar los 61 votos contrarios del resto de fuerzas políticas (PSC 33, Vox 11, En Comú Podem 8, Cs 6 i Pp 3). Las fuentes consultadas en Junts garantizan que "en ningún caso" está previsto llegar a un escenario de repetición electoral.
Aunque algunas voces apuntan a que esto podría darles la victoria sumando los más de 70.000 votos del PDeCAT, desde la dirección se descarta absolutamente esta maniobra ya que el electorado podría castigarlos culpabilizando a Junts de una impopular repetición electoral en plena pandemia. Además, forzar la pugna con ERC hasta este extremo supondría una fractura total en el independentismo que tampoco les permitiría formar Govern aún ganando las supuestas elecciones.
Otra estrategia que apuntan algunas personalidades afines, como el exdiputado Germà Bel, es la posibilidad que, si no hay acuerdo, se le dé la investidura a Aragonès para desbloquear la legislatura, pero Junts se quede en la oposición. Tal como hizo Oriol Junqueras en 2012 cuando ERC hizo president a Artur Mas. Pero esta es otra maniobra absolutamente descartada desde la dirección juntista que consideran imprescindible formar parte del Govern. Con todas estas variables la cuestión parece clara: Junts forzará la máquina para desgastar a Aragonès, pero la sangre no llegará al río y más pronto que tarde habrá investidura. Y así se desprende de las palabras de la portavoz de Junts y mujer fuerte del partido, Elsa Artadi: "Nosotros queremos dar el sí tan rápidamente como sea posible y que Aragonès deje de ser vicepresident para iniciar la nueva legislatura", añadiendo que en Junts son "optimistas" y confían en que se podrá llegar "al acuerdo que el país necesita".
El PSC tiene cartas, pero no juega la partida
Solo el cambio de estrategia del tercer jugador clave, que no es otro que el PSC, podría cambiar el escenario y abrir alguna otra opción. Y es cierto que tiene cartas, pero ha decido no jugar la partida. El PSC tendría dos opciones básicas al margen del ‘no’. La primera, una abstención por sorpresa que este martes permitiera a Aragonès la investidura aunque en franca minoría. La abstención conjunta del PSC y Junts permitiría que los 42 diputados de ERC y CUP superen al resto de fuerzas que puedan votar en contra. El temor a esta opción ha llevado a Junts a discutir la posibilidad de asegurar el bloqueo con un ‘no,’ pero finalmente se ha descartado por considerarse demasiado agresiva.
La segunda maniobra de los socialistas seria la que piden los Comuns: que tengan "generosidad" -en palabras del portavoz Joan Mena- y permitan un Govern en minoría de ERC y En Comú Podem votando que sí desde la oposición. Lo que vendría a ser un tripartito en diferido. Pero ni ERC está dispuesta a jugar con esta opción sin agotar todas las opciones de un Govern independentista, ni el PSC está por la labor de dar ni una burbuja de oxígeno al independentismo a las puertas de una elecciones como las del 4 de mayo en la Comunidad de Madrid donde sus compañeros del PSOE se la juegan. De hecho, la portavoz socialista Eva Granados, ha sido extremadamente dura con los republicanos acusándolos de "menospreciar" las instituciones y de prestarse a sucursalizar la Generalitat a los designios de Puigdemont. ¿Y después del 4 de mayo podría cambiar de posición el PSC? Quizás… Pero por eso mismo Junts no tiene previsto arriesgar alargando el calvario de la negociación más allá de esta fecha.
Con todas las piezas sobre la mesa y una sola vía factible, ERC y Junts están condenados a entenderse. Los puntos de fricción entre los dos socios continúan siendo los ya comentados durante las últimas semanas de infructuosa negociación: el principal escollo es el papel del denominado Consell per la República y su derivada que no es otra que el futuro de la figura de Carles Puigdemont, su liderazgo en el movimiento independentista que ha quedado en entredicho en las elecciones y su incidencia en la gobernabilidad de Catalunya.
Otros puntos candentes son la gestión de los fondos europeos para la reconstrucción, los famosos Next Generation, que Aragonès quiere controlar a través de un comisionado y Junts querría adscritos al departamento de Economia que dirigiría Artadi como posible vicepresidenta. Por no olvidar el habitual reparto de carteras del Govern, la coordinación en la actuación política en el Congreso, la mesa de diálogo con el Estado español que ERC quiere reactivar y Junts rechaza por inoperante o la discusión sobre la hoja de ruta independentista.
Pero según la secretaria general adjunta de ERC, Marta Vilalata "ninguno de estos puntos es insalvable y en todos ellos podemos llegar a acuerdos rápidamente si hay voluntad". Para muestra un botón y este jueves mismo el Consell per la República de Puigdemont ha emitido un comunicado en que se muestra dispuesto a afrontar una remodelación del organismo que haga factible un acuerdo para el cual habrá que esperar, pero que todo apunta que va viniendo, con hastío pero viniendo.
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