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Camilo Nogueira, ingeniero del nacionalismo gallego

El revoltoso de la Citroën

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Camilo Nogueira

Actualizado:

@CrisSBarbarroja

MADRID.- Su madre lo trajo al mundo mientras su pueblo –hoy barrio vigués- resistía el embate de los golpistas en plena Guerra Civil. Será por eso que a Camilo Nogueira Román (Lavadores, 1936) le molesta profundamente que se hable de su tierra como la tierra de Franco. “El jefe de los levantados era gallego, pero el presidente del Gobierno, Santiago Casares Quiroga, también lo era. Aquí hubo una resistencia muy dura –por eso a Lavadores la bautizaron como la Rusia chica- y de aquí salieron buena parte de los guerrilleros que tuvieron en jaque al franquismo durante los años 40”.

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“Galicia no era falangista, ni mucho menos”, dice con un golpe en la mesa este hijo de modista y escultor, dirigente local del Partido Galeguista, que prefiere definirse “heredero de una familia labriega de luchadores; una familia tradicional pero de izquierdas”, que evitó educarle en la política y la religión. “Siendo consciente de la dictadura, no me eduqué condicionado por ella. Viví en un ambiente laico, incluso en el instituto Santa Irene de Vigo. ¡Parece mentira!”, exclama. “Los fascistas para mí eran entes extraños”.

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Pero la Guerra y la dictadura pesaban demasiado para el rapaz que recuerda las dificultades de aquel tiempo y una cierta sensación de pérdida. “De aquellos años me quedó grabada una expresión gallega: Cando veña a volta. O sea: cuándo se acabaría aquel régimen franquista. Teníamos la idea de que, tras la victoria contra los nazis, un soplido de los aliados acabaría con Franco”. Y a los aliados responsabiliza hoy Camilo de “los años perdidos; de las consecuencias económicas y sociales, y las cientos de personas paseadas durante 40 años de dictadura”.

Camilo durante un partido con el Estudiantes de Vigo - FOTO Archivo Personal de Camilo Nogueira

Estudioso y modesto –baja la voz para decir que siempre sacaba muy buenas notas- distrajo su adolescencia posbélica con el deporte. Le daba a todo: fútbol, bolea e incluso a la pelota vasca. Aunque con su “pase largo y cierta visión de jugada”, triunfó en el Estudiantes de Vigo, con el que llegó a la Primera División del baloncesto. Mientras estudiaba Peritos, cuenta, “el deporte se convirtió en una escuela de vida en la que aprendí el compañerismo, a trabajar sin medios, la importancia de la colaboración…”

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El revoltoso de la Citroën

Camilo diseñaba coches… pero también los panfletos que aparecían por la fábrica

Licenciado, en 1964 volvió a Vigo, a golpear tenazmente la puerta del director general de Citroën, un francés que lo convirtió en responsable de la mitad de la producción de la empresa. Camilo diseñaba coches… pero también los panfletos que aparecían por la fábrica. Hasta que el 10 de marzo de 1972, hoy Día da Clase Obreira Galega, su participación en la concentración de los trabajadores de la Bazán de Ferrol, que terminó con dos obreros muertos y 16 heridos de bala, le dejó sin empleo. Recuerda aquel día con un deje de rabia: “Como no pasaba en Madrid no se reconocía, pero fueron posiblemente las huelgas más importantes que hubo en el Estado”.

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Camilo Nogueira y Teresa Román, padres de Camilo - Foto Archivo personal de Camilo Nogueira

Cuenta que aquel nacionalismo pretendía terminar con la división entre socialistas y comunistas. “Éramos partidarios de la autodeterminación, pero sin referencias al pasado y aquella división nos parecía cosa del siglo anterior. Como la Unión do Povo Galego, luchábamos contra la colonización, pero la UPG estaba condicionada por aquella herencia y la nuestra era una visión más europeísta”.

Las preocupaciones del europeísta

"En el Parlamento Europeo hablé en gallego siempre"

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Recuerda la intensidad del trabajo en el escaño de la Rúa do Hórreo, al final en las filas del BNG. Pero la energía más fresca en su memoria es la que empleó, a partir del año 99, en otro parlamento: el europeo: “El trabajo fue inmenso. Por cierto, que hablé en gallego siempre. Cada vez que me levantaba en el pleno, las traductoras ya sabían que idioma iba a utilizar –el portugués es lengua oficial- mientras en las Cortes españolas estaba prohibido”.

Presidió el Intergrupo Naciones sin Estado con el que participó en la redacción del Tratado Constitucional de la UE, a pesar de que confiesa que, “en aquel momento, hablar de una nación sin estado era pecado”. Y hace un aparte para echar por tierra uno de los argumentos contrarios a la pelea catalana en las instituciones europeas: “Hay muchas minorías nacionales que quieren ser reconocidas como tales frente al jacobinismo… pero países que aspiren a tener un Estado sólo hay seis o siete”.

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“Yo ya lo defendía en los 80 el derecho a decidir en el Parlamento gallego”

A Camilo le inquieta “el capitalismo neoliberal que nos está jodiendo. Necesitamos otros gobernantes para avanzar en el estado del bienestar, que hoy sería la verdadera revolución”. Y le preocupa, sobre todo, “la intensa conciencia nacional que no está reconociendo un Estado que los políticos definen como Mediterráneo, aunque aquí se produzca más leche que aceite”.

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