MADRID
Actualizado:Gregorio Serrano llega con tiempo a su cita parlamentaria, saludando a la prensa: “Me alegro de verte”, dice a un lado y a otro. Traje impecable, corbata turquesa, muy peinado con raya al lado y mucho apoyo. Llega veinte minutos antes de que empiece su comparecencia y lo hace acompañado por seis personas. Empieza declarando que viene a “petición propia; bueno y también por petición de Ciudadanos y de Unidos Podemos, creo”. Y cree bien.
Con un acento andaluz domesticado empieza disculpándose a su manera: “Quiero empezar pidiendo disculpas a los ciudadanos que se quedaron atrapados en la AP-6 y también en otras vías. Hubo fallos y cosas que no funcionaron todo lo correcto que se debía haber hecho.” “Sufrieron frío, desesperación, rabia, frustración… y con niños pequeños.” Luego estuvo casi dos horas tratando de contar la bien que lo hicieron las administraciones públicas ese fin de semana y lo mal que lo hizo la concesionaria de la AP-6 con esquemas, gráficos y fotografías, puntero verde luminoso en mano.
Primero leyó la ley de 1972 que rige estas concesiones y que da todo el poder a las concesionarias sobre su concesión, “para dar un contexto”. Después nos dio a los asistentes un cursillo acelerado sobre los colores de las diferentes alertas que manejan los entendidos, otro sobre los partes meteorológicos de aquellas horas y las previas, otro más sobre muchas vías en las que hubo algún incidente aquella noche -incluído un coche averiado-. Después nos contó la cronología completa de esos dos días, excluyendo su asistencia al fútbol con el ministro del Interior, pero mostrándonos la foto del coche en el que su segundo, el subdirector general de operaciones, estaba “en el lugar de los hechos a las cuatro de la mañana”.
Por fin llegó al momento álgido de la comparecencia, su acusación directa y clara a la concesionaria: “A las 7 de la tarde, ya nieva bien nevao, ya han visto las previsiones, pero a pesar de eso la concesionaria decide levantar el cierre dirección Madrid y Coruña, solo corta a camiones. En la AP-61 si cierra pero en la AP51 deja abierto hasta a camiones”.
En su cronología pormenorizada también acusa a la concesionaria de haber dejado abierto el acceso de la AP-51 a la AP-6 a las 18:15 y de a las 21:07 tener la AP-61 solo con restricción a camiones y la AP-51 “abierta a todo”. Errores que llamó “mortales de necesidad”.
Jugando nuevamente a las comparaciones comparó estas actuaciones a su labor, en las carreteras públicas, sin incidentes y sacó pecho tanto por el trabajo de la DGT y como por la guardia civil de tráfico: “la mejor policía de tráfico del mundo”. Esa noche se atendieron “41911 llamadas informando en tiempo real, con un 94 % de satisfacción en las encuestas posteriores”, etc,etc.
Y entonces procedió al linchamiento de la concesionaria: “Por lo tanto la actuación de la concesionaria fue incorrecta y errónea”. “No se realizó de manera coordinada para las tres vías. […] Durante 2 hora y 25 minutos no fue posible embolsar a los camiones que llegaban a la AP-6. También hubo errores en el flujo de comunicación, inexactitudes, en ningún momento se marca el nivel rojo”. Y continuó “la sociedad concesionaria tampoco cortó las calzadas como marca la ley. Sus paneles tampoco fueron los más adecuados. Debería tener suficientes medios para cortar las vías sin que dejen de limpiarlas”. Y otra vez : etc, etc, etc.
Como consecuencia del expediente informativo que se abrió a la AP-6 el mismo día 7 de enero -y que nos acababa de contar entero-, hizo su gran anuncio: “El Ministerio de Fomento va a proceder a abrir expediente sancionador y penalizador -de forma complementaria porque la ley permite que se multe por las dos vías”. “Y los costes que haya acarreado a su costa”.
Y entonces llegó el momento de la oposición.
Miguel Gutiérrez, por Ciudadanos, se mostró el más duro con diferencia:
Llegó a cantarle su currículum para luego afirmar: “Usted siempre está cerca de cosas del Ministerio del interior”. Terminó pidiéndole su cabeza o la de alguno en los que delegó aunque también dijo: “la responsabilidad no es suya es del ministro y del señor Rajoy que le dejan en su cargo”.
Jorge Luis Bail, portavoz de Unidos Podemos:
“Está agarrándose a una ley de Franco para decir “es el mercado, amigo”. “Su gobierno está atado a la hemeroteca de 2009 cuando clamaron pidiendo la dimisión de Magdalena Álvarez”.
Joan Olòriz Serra, portavoz de ERC:
“No me parece mal que en el siglo XXI si tienes un buen equipo y los medios adecuados para hacerlo gestione desde Sevilla”. “Se está dirigiendo la Generalitat desde Madrid y tal vez se dirija desde Bruselas o Copenhague”.
Pablo Bellido, portavoz del PSOE:
“Las respuestas que dan ustedes son absolutamente contradictorias con las que da la concesionaria. Pero eso no les exonera de ninguna de las maneras. Sumaron a la incompetencia la insensibilidad y eso es lo que no tiene perdón”. ”No es que se le pidamos nosotros la dimisión. Es que se lo piden los suyos: Marhuenda, Inda… Se tiene que marchar”.
Óscar Gamazo, portavoz del PP:
Preguntó al infinito dónde estaba la máxima responsable de la concesionaria “ya que la localización geográfica está resultando ser un dato tan relevante”.
Varios portavoces intentaron colar el otro asunto polémico que persigue a Don Gregorio: el piso de la Guardia Civil que el Ministerio del Interior le adjudicó como vivienda en Madrid pero el presidente de la comisión, Teófilo de Luis Rodríguez, lo evitó.
El PNV, no lo intentó. De hecho, ni se presentó a la comisión.
Los broches de oro vinieron de boca del compareciente que dijo aceptar con “deportividad y resignación” los ataques personales, se negó a cesar a ninguno de los responsables que estuvieron “48 horas al pie del cañón”, afirmó que “nunca cuando hay una situación extrema hay los efectivos necesarios” e, incluso, se permitió dar consejos: “jamás escriban nada en las redes sociales cuando estén indignados, cabreados o dolidos. Cuenten hasta 10.000 y luego vean como va la cosa”. “Se dice q con dos copas no se puede conducir ni escribir en las redes sociales, yo añado esto.” Su chimpún final fue: “Y déjenme que termine con una frase de Churchill: “Tragarse sus propias palabras puede ser una dieta muy saludable”. Así cerró tres horas de comparecencia.
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