Público
Público

análisis Ferraz pasa a la ofensiva en Andalucía

La elaboración de las listas del PSOE en la Comunidad desvela la profundidad del abismo que existe entre Sánchez y Díaz

El presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (c), y la secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz (i), participan este sábado en el acto de presentación de la candidatura de Juan Espadas (d) a la Alcaldía de Sevilla para las próximas elecciones municipales. EFE/ Raul Caro Cadenas

raúl bocanegra

Cuenta Nick Evangelista, maestro de esgrima, en el volumen La enciclopedia de la espada, la historia de dos oficiales del ejército napoleónico, Fournier y Dupont. Este último recibió la orden de llevarle un “desagradable mensaje” al primero, que era un “duelista rabioso”. Cuando le entregó la misiva, el oficial Fournier pagó los platos rotos con el mensajero, el oficial Dupont, y le retó a un duelo.

A partir de este duelo primigenio, a lo largo de décadas, ambos, Dupont y Fournier, con espada y con pistola también, protagonizaron multitud de desafíos, en los que uno nunca terminaba de doblegar de manera definitiva al otro. “La disputa finalizó solo cuando Dupont logró superar en un duelo a pistola a Fournier, y le forzó a prometer que jamás le volvería a molestar”, escribe Evangelista. La historia de Dupont y Fournier fue novelada por Joseph Conrad en Los Duelistas, y llevada al cine por Ridley Scott en una película homónima.

Estos días se está llevando a cabo el proceso de elaboración de las listas del PSOE al Congreso y el Senado y lo vivido en Andalucía y, sobre todo en Sevilla, la organización mas importante del PSOE en Andalucía, por numero de militantes y por historia -de Sevilla son Felipe González y Alfonso Guerra-, ha revelado la profundidad del abismo que separa a Ferraz de San Vicente, a Pedro Sánchez y a Susana Díaz.

El sanchismo -los sanchistas-, con el apoyo y el empuje de Ferraz y de su secretario de Organización, José Luis Ábalos, ha pasado a la ofensiva en Andalucía, y ha decidido enfrentar en su terreno a Díaz y sus lugartenientes, quienes han optado por dar la batalla, por resistir. Esta, la de las listas al Congreso, es la primera escaramuza de entidad entre ambos ejércitos desde las primarias que resultaron en la elección de Sánchez, en mayo de 2017, con un resultado demoledor para Díaz, quien solo pudo ganar en Andalucía con el 63% de los apoyos.

Hasta hoy, Ferraz había respetado en los momentos orgánicos de relevancia las decisiones de la dirección andaluza. No presentó candidato alternativo en el Congreso exprés que montó Díaz para protegerse tras el vapuleo en las primarias ni tampoco le discutió las listas al Parlamento de Andalucía.

Pero ahora se trata de unas elecciones generales. Y Sánchez, que se la juega, quiere un grupo parlamentario cohesionado, que no se convierta en noticia cada dos por tres a causa de las divisiones, lo mismo que tiene Díaz en Andalucía. El presidente no quiere en esta ocasión chinas en el zapato. Para ello, la idea de Ferraz es que los ministros y los miembros de su ejecutiva entren en el Congreso y que el resto de puestos los ocupe gente con cierta disciplina de partido.

Ábalos ya ha manifestado que tocará las listas que haga falta para lograr ese objetivo. En Andalucía se ha producido un entendimiento en cuatro provincias y en otras cuatro, no (Sevilla, Córdoba, Almería y Cádiz). En San Vicente no se terminan de comprender las razones de la falta de acuerdo, porque, aseguran, ellos lo han intentado hasta el final. "Hemos intentado casar, buscar la concordia, el consenso, de tal manera que los militantes y las estructuras provinciales del partido se vean representadas y también se atiendan las solicitudes que se puedan hacer desde los órganos de dirección del partido", dijo esta mañana Juan Cornejo, secretario de organización del PSOE de Andalucía. 

Choque en Sevilla

El choque fundamental entre los dos bloques en los que se hoy se divide el partido en Andalucía se ha producido en Sevilla, el feudo de Díaz, en donde Ferraz, precisamente por ello, tenía el mayor interés en meter la cuña. La falta de acuerdo con San Vicente le sirve a los sanchistas para vender que en las filas de Díaz ya no existe la cohesión de antaño. Lo cierto es que algunos prebostes locales andan reposicionándose, a la vista de la confrontación que se olfatea en el horizonte, en el tablero de juego.

Dos nombres han sido en Sevilla claves para la falta de acuerdo entre Ferraz y San Vicente. Ferraz quería en los puestos de salida, los que garantizan, salvo debacle, asiento en el Congreso -en el caso de Sevilla los cuarto primeros- a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, como número uno; de dos, a Alfonso Rodríguez Gómez de Celis, el delegado del Gobierno, y en el cuatro, a Paco Salazar, un hombre de escaso predicamento orgánico en Sevilla, pero que goza de la total confianza del presidente. Y además, por escribirlo en términos crudos, liquidar a Antonio Pradas, afín a Díaz, el número uno por Sevilla en las pasadas generales, una de las personas que dimitieron de la Ejecutiva Federal para forzar la dimisión de Sánchez en su primera etapa como secretario general. Algo que el presidente no ha olvidado.

San Vicente apostaba también por Montero en el uno y porque Celis ocupase uno de los puestos de salida, pero no aceptó el veto a Pradas ni tampoco que se impusiera a Salazar en la lista sin tener en cuenta las mayorías de la provincia, aún hoy -a la vista de los datos y según admiten fuentes de ambos sectores- en manos de Díaz. San Vicente ofreció a Ferraz un acuerdo en el que se repartieran dos a dos los puestos de salida y en el que tanto Salazar como Pradas fueran al Senado. Pero no se produjo. Después de que se reunieran las asambleas y votaran los militantes, el comité provincial de Sevilla aprobó una lista liderada por la ministra Montero, con Celis en el cuarto puesto, en la que Salazar no va. Y con Pradas en el dos. A mediados de esta semana, Ferraz la va a modificar e impondrá, con seguridad, su criterio inicial.

Cambio de estrategia

Detrás de estas consideraciones que son en rigor las que se dilucidan estos días, está el cambio de estrategia de Ferraz con respecto a Díaz. A la espera del resultado de las generales y municipales, que cambiarán en un sentido o en otro las percepciones e influirán en la correlación de fuerzas entre bandos, el liderazgo que está en cuestión hoy no es el de Sánchez, sino el de Díaz. Su estrella, que brilló con fuerza los años pasados, la quiere apagar para siempre el sanchismo.

La única posibilidad que tiene Díaz de sobrevivir es lograr de nuevo conectar con la militancia en Andalucía, que es quien elige en unas elecciones internas a la secretaria general. En esta contienda de las listas, ese, recuperar a las bases y meter a Sánchez en una contradicción con su propio discurso en este ámbito, ha sido uno de los objetivos de San Vicente. Cornejo defendió que en el proceso había habido "una participación viva de todas las direcciones y un pronunciamiento de toda la militancia".

Las listas enviadas a Madrid por el PSOE provincial reflejan de manera más precisa el sentir de las bases de Sevilla que el orden que se dispone a imponer Ferraz. Pradas, según ha podido saber Público, se llevó algo más de 3.000 votos mientras que Salazar se quedó en los 1.300, menos de la mitad. Hay quien, como Luis Ángel Hierro, profesor de Economía y exdiputado socialista en el Congreso, considera que la democracia necesita que se publiquen los escrutinios oficiales y, por eso, reclama que el aparato dé a conocer los resultados al completo.

Tras las primarias, Sánchez y Díaz, que era entonces la presidenta de la Junta de Andalucía, iniciaron un periodo que se puede describir como de vidas paralelas. Cada uno trabajaba en su ámbito de decisión y no se discutían las decisiones que tomaban. Luego, cuando Sánchez llegó a la presidencia del Gobierno, comenzó una etapa de cohabitación en la que se respetaron los roles institucionales y, aunque las cosas no llegaron al extremo de la sintonía en lo personal, sí la hubo en las políticas que ambas administraciones pretendían llevar a cabo.

Ese escenario se rompió la misma noche del 2 de diciembre, en cuanto se supo que el PSOE había perdido la Junta de Andalucía por primera vez. A la mañana siguiente, Ábalos olfateó la debilidad de Díaz y le enseñó la puerta de la dimisión. La expresidenta, espoleada por ese desplante, que no se esperaba, decidió resistir. Díaz considera que ganó las elecciones autonómicas, aunque perdiera por primera vez el Ejecutivo, y que eso le da derecho a tener una bola extra: presentarse como candidata del PSOE en los siguientes comicios autonómicos, sean cuando sean estos.

Como Díaz no dimitió, Ferraz inició una estrategia basada en la paciencia y comenzó a tejer una tela de araña para atrapar a Díaz, que pretende tener ultimada cuando llegue el momento de las primarias. La batalla de las listas al Congreso es el primer episodio con fuego real de esta nueva estrategia de Sánchez, cuyo objetivo final es tomar el control de la federación andaluza, la más potente del país, por número de militantes y por votos -hoy 20 de los 84 diputados del PSOE provienen de la Comunidad-. “Sánchez no va a sentir que es mayor hasta que no controle Andalucía”, analizan fuentes socialistas.

Retorno de la ultraderecha

De momento, al ejército sanchista, hoy deslavazado, le falta un general o una generala que lo cohesione. Algunos sectores, que reconocen que aún no tienen la fuerza suficiente para liquidar a Díaz en campo abierto, en unas primarias, promocionan precisamente a la ministra Montero para que sea ella quien se enfrente a la expresidenta de la Junta. La ministra de Hacienda, por ahora, no ha dicho esta boca es mía y se limita a dejarse querer, mientras se aleja de la expresidenta Díaz.

La refriega se ha producido a poco menos de dos meses de unas próximas elecciones generales de incierto resultado -no está claro quién será el próximo presidente- y que supondrán, con seguridad, el retorno de la ultraderecha a las instituciones españolas 43 años después de la muerte del dictador Francisco Franco.

Esta coyuntura ha causado cierta preocupación en distintos círculos socialistas. Sin embargo, la dirección del PSOE de Andalucía no cree que la pelea se vaya a trasladar a los resultados electorales y zanja el asunto con una conclusión: "Sean las que sean las candidaturas, los socialistas andaluces se echarán a la calle para defender al partido y el proyecto que ofrece a los españoles". Aunque hay alguna voz en la Ejecutiva del PSOE de Andalucía que piensa en pequeño, Díaz es consciente de que cuanto mejor sea el resultado del PSOE en toda España, más fácil le resultará al partido -y a ella, en su caso- regresar al Gobierno de Andalucía.

¿Te ha resultado interesante esta noticia?

Más noticias