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Del adiós de Iglesias a la guerra en el PP: los hitos que han marcado la política en 2021

Los últimos doce meses han estado copados por movimientos a izquierda y derecha que han agitado los partidos a todos los niveles. Un trasiego de acontecimientos que marcarán el devenir del tablero político para el año que entra. La salida del exvicepresidente del Gobierno y líder de Podemos y el protagonismo a todos los niveles de Isabel Díaz Ayuso, enfrentada abiertamente a Pablo Casado, han marcado el año que termina. 

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Arriba, Pablo Iglesias, el día que anunció su dimisión. Abajo, el presidente del PP Pablo Casado, la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso y el expresidente del Gobierno Mariano Rajoy. / Europa Press

MADRID, Actualizado:

Lejos del ciclo electoral de los años anteriores y una vez superado el shock por la irrupción de la pandemia, los últimos doce meses han estado copados por movimientos a izquierda y derecha que han agitado la política a todos los niveles. Un trasiego de acontecimientos que, además de influir en las estructuras de los partidos y del propio Gobierno, marcarán el devenir del tablero político para el año que entra. 

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Un pequeño y, a priori, aislado movimiento de fichas en la Región de Murcia en forma de moción de censura causó un auténtico terremoto que hizo saltar por los aires el espejismo de un panorama libre de elecciones. Y es que, una vez celebrados los comicios en Catalunya, no se esperaban más citas con las urnas hasta 2023, con las autonómicas en Andalucía.

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Terremoto político

Nada más lejos de la realidad. Entre las consecuencias más directas de la doble moción de Murcia (sólo una llegó a prosperar) fue la convocatoria de elecciones en la Comunidad de Madrid, una cita fijada para el 4 de mayo que tuvo que ser ratificada por el Tribunal Superior de Justicia de Madrid ante la carrera de mociones de censura registradas para contrarrestar un movimiento fraguado en Génova con unas encuestas al alza para su candidata, Isabel Díaz Ayuso.

Precisamente, el auge de una figura apenas desconocida dos años antes, la posibilidad real de que la ultraderecha llegara a las instituciones y la ausencia de candidatos en la izquierda que hicieran frente a la derecha —más allá de la representante de Más Madrid, Mónica García— hizo que el entonces vicepresidente segundo del Gobierno y secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, dejara una silla que había costando tanto alcanzar.

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La decisión de abandonar el Ejecutivo para ser el candidato a las elecciones de Madrid y dar la batalla a Ayuso estimuló una campaña electoral que de autonómica tenía poco. Además, obligó al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a realizar movimientos en su gabinete antes de tiempo, movimientos que había consignado previamente Iglesias en su anuncio de retirada de la política estatal.

Cambios en la izquierda

Por un lado, la entonces secretaria de Estado para la Agenda 2030, Ione Belarra, asumió el Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030, mientras que la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, sumó la vicepresidencia tercera a sus funciones desde mayo hasta julio. Asimismo, esta abogada laboral, habituada a despachar con los agentes sociales con éxito, quedó al mando de las negociaciones del espacio morado con el PSOE en el seno del Gobierno.

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Tras la debacle de la izquierda en los comicios madrileños, Iglesias dimitió como secretario general de Podemos y abandonó la política en la misma noche del 4 de mayo —Unidas Podemos obtuvo 10 escaños, solo tres más que en 2019—. Así, un mes después, el 13 de junio, Ione Belarra fue elegida secretaria general de Podemos en la IV Asamblea Ciudadana Estatal de la formación morada, estableciendo un nuevo liderazgo femenino con perspectiva territorial.

No obstante, desde un tiempo atrás, todas las miradas van dirigidas a Yolanda Díaz y a ese "frente amplio" que lleva meses pergeñando tras un continuo proceso de escucha. Pocos detalles se han dado a conocer de esa plataforma. Tampoco de cuándo se estrenará. En cualquier caso, no hablará de siglas y no consistirá en estar a la izquierda del PSOE, ya que en palabras de la propia ministra, es una "esquinita muy pequeña y marginal".

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Remodelación del PSOE

Otro movimiento importante, acelerado por la debacle del PSOE en Madrid y con la vista puesta en los comicios autonómicos y municipales de 2023 fue la remodelación de Gobierno que llevó a cabo Pedro Sánchez un sábado de julio. Los cambios no dejaron indiferente a nadie y sorprendieron en dos direcciones (aunque en la parte del espacio morado solo afectó a Díaz, pasando a la vicepresidencia segunda).

Por un lado, la baja de pesos pesados hasta ese momento intocables para el líder del PSOE, como Carmen Calvo (vicepresidenta primera), José Luis Ábalos (ministro de Transportes) e Iván Redondo (jefe de Gabinete). Por otro, la inclusión de figuras críticas dentro del partido para apuntalar un solo PSOE, el mismo que meses más tarde, a mediados de octubre, volvió a elegir a Sánchez como secretario general en el 40º Congreso federal.

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El eclipse de Casado por la irrupción de Ayuso

En el lado derecho del tablero político la situación tampoco ha sido demasiado tranquila. Es indudable que uno de los nombres propios más destacados ha sido el de la presidenta de la Comunidad de Madrid. Ayuso ya se había convertido en protagonista durante 2020 por su gestión de la pandemia, continuamente enfrentada al Gobierno de Sánchez. Pero desde comienzos de año lo iba a ser aún más.

La mencionada jugada fallida en Murcia le supuso poco después una victoria contundente. Rompió definitivamente con Cs, sus socios de Gobierno, con los que tuvieron una tensa relación. Y arrasó electoralmente, tras una campaña muy polarizada frente a Iglesias y tirando de "comunismo o libertad", rozando la mayoría absoluta. En la Puerta del Sol aún se jactan de haber sacado al exvicepresidente de la política. "España me debe una", llegó a decir Ayuso al respecto. 

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La victoria, que se suponía iba a ser un impulso fuerte para el PP y su líder, Pablo Casado, hizo aún más omnipresente a Ayuso. Y su popularidad no dejaba de subir, entre especulaciones de que sus verdaderas intenciones eran quitarle la silla a su amigo y compañero. La confección de las listas electorales ya generó alguna disputa entre Génova y Sol. A Ayuso le acabaron imponiendo a Toni Cantó, fugado de Cs meses antes. Pero su falta de empadronamiento impidió que fuera diputado. A cambio, se creó un organismo unipersonal a su medida, la Oficina del Español. 

La crisis del PP entre Génova y Ayuso, que ya estaba soterrada, empezó a estallar públicamente a principios de septiembre

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La crisis del partido, que ya estaba soterrada, empezó a estallar públicamente a principios de septiembre. La presidenta mostró sus intenciones de liderar el PP de Madrid, en manos de una gestora desde hace años. Y en Génova no lo veían con buenos ojos, especialmente por recordar tiempos pasados en los que Esperanza Aguirre acumuló todo el poder. La expresidenta se sintió agraviada y salió públicamente a apoyar a Ayuso y, por extensión, insultar a algunas personas de la confianza de Casado. Teo García Egea, secretario general y otro de los nombres propios en la batalla, le recordó la corrupción. Todo estalló por los aires. 

Fueron semanas de titulares cruzados en los medios de comunicación, acusaciones veladas o directas y un clima de tensión creciente. Mientras tanto, Génova trataba de impulsar el liderazgo de Casado con una Convención Nacional marcada por algunos invitados polémicos como Nicolas Sarkozy, condenado por corrupción o el excanciller de Austria, Sebastian Kurz

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Ayuso y Génova jugaron al gato y al ratón durante todo el fin de semana y la mandataria madrileña, y sus palabras sobre el escenario en Valencia, eclipsaron a Casado. La dirigente mostró su lealtad a Casado y dijo que su lugar era Madrid. Pero la cosa no iba a quedarse ni mucho menos ahí y pocos días después, tras una mini tregua, el conflicto se destapó ya como guerra total

La guerra en el PP pasa factura

El desgaste en la formación por los ecos del conflicto, que llegaron a todos los territorios, se ha visto reflejado en un frenazo en las encuestas pese a que el PP las sigue liderando. La situación todavía no tiene pinta de solucionarse. El Congreso para renovar el partido sigue sin fecha pese a las exigencias de Ayuso de que se adelante. En Génova no van a ceder y la incógnita es si finalmente alguien le disputará el poder a Ayuso.

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En el punto de mira está el alcalde y portavoz nacional, José Luis Martínez-Almeida, que sigue deshojando la margarita. La opción preferida de la dirección nacional es una "tercera vía" con otro perfil. Pero la presidenta madrileña no va retirar su apuesta y se prevén meses intensos, a tenor incluso de que el enfrentamiento entre Casado y Ayuso ha llegado ya a ser de forma directa por cuestiones como la gestión del coronavirus. Varios frentes se le han ido acumulando al líder del PP, especialmente en los últimos meses

Más sentencias judiciales sobre la corrupción del PP

Este año no ha desaparecido la corrupción. Los populares anunciaron que venderían su sede en Génova para "romper con el pasado". La sentencia de la Audiencia Nacional que confirmaba el pago de las obras con dinero negro llegó antes que la mudanza. Y en el horizonte se vislumbran más posibles sentencias judiciales. El PP ha potenciado su estrategia de guardar silencio sobre estos asuntos.

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2021 ha sido un año en el que también se han roto algunas costuras entre los tres partidos de la derecha y extrema derecha. Los protagonistas de la famosa "foto de Colón" de 2019, PP, Cs y Vox, han evitado fotos similares este curso a pesar de coincidir tanto en las calles como en las instituciones. Las relaciones entre Cs y el PP se han estropeado especialmente a raíz de la moción en Murcia.  Vox y PP mantienen una guerra fría con la extrema derecha hurgando en el conflicto interno de los populares y Casado derechiza cada vez más su discurso mientras no termina de aclarar si aceptaría gobernar con Vox.

El año ha acabado con un adelanto electoral anunciado en Castilla y León. El presidente de la Junta, Alfonso Fernández Mañueco, decidió romper con Cs y convocar elecciones para el mes de febrero. Lo hizo entre acusaciones cruzadas de deslealtad a las que se sumaron Casado e Inés Arrimadas y en base a una hipotética moción de censura que el partido naranja niega. La crisis interna con Ayuso o el horizonte judicial de Mañueco también se pusieron sobre la mesa en esta ruptura. Sea como fuere, unas elecciones decisivas para Casado y para la supervivencia de Cs. Y un posible ensayo de la relación de los populares con Vox dependiendo de la aritmética parlamentaria. 

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