ACUERDO DE GOBIERNO Los partidos maniobran para evitar sorpresas en las consultas internas a las bases
Hasta ahora, ninguna votación de este tipo se ha saldado con resultados contrarios a los defendidos por las direcciones de las formaciones. Distintos politólogos y sociólogos evitan considerarlas como ejemplos de “democracia participativa”.
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bilbao,
Las respuestas a veces sirven para resolver dudas. En otras ocasiones, ayudan a reafirmar lo que ya se creía. Entonces la interrogante no busca aclarar, sino confirmar, ratificar y consagrar eso que inicialmente se sabía. En este segundo terreno se mueven las consultas a las bases que distintos partidos realizan estos días en torno a qué hacer (o incluso qué no hacer) en la próxima sesión de investidura. Sorpresas, lo que se dice sorpresas, ni se esperan ni se desean.
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PSOE, Podemos e IU recurren estos días a sus militantes para preguntarles qué les parece el pacto del abrazo entre Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. “¿Apoyas el acuerdo alcanzado entre el PSOE y Unidas Podemos para formar un Gobierno progresista de coalición?”, es la interrogante socialista. “¿Estás de acuerdo en que participemos en un gobierno de coalición en los términos del preacuerdo firmado por Pablo Iglesias y Pedro Sánchez?”, pregunta Podemos.
“Nadie puede pensar en este momentos que Sánchez o Iglesias estén pensando que haya una negativa por parte de sus afiliados. Se trata de una consulta legitimadora”, afirma a Público el sociólogo y profesor de la Universidad del País Vasco (UPV) Imanol Zubero, quien observa estas consultas con ojos críticos. “No hay sociedad civil ni democracia interna real dentro de los partidos”, considera.
IU, por su parte, ha optado por una fórmula algo más extensa y explicativa: “En base al preacuerdo programático de 10 puntos y el último acuerdo de Presupuestos Generales del Estado, ¿está de acuerdo con que miembros de Izquierda Unida participen en un Gobierno de coalición entre Unidas Podemos y el PSOE?”. Se puede elegir sí, no o abstención.
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Las consultas "servirán para legitimar las posiciones de las ejecutivas"
Para la politóloga catalana María Corrales, estas consultas “servirán para legitimar las posiciones de las ejecutivas y mejorar el margen de negociación”. Poco más. A su juicio, en el caso de PSOE y Podemos “buscan evidentemente una legitimación de un acuerdo ya hecho”, aunque en el caso de la formación socialista “con la dificultad añadida de tener una interna en la que no todo el mundo está de acuerdo con este pacto”.
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En el caso de ERC, que este lunes planteará a su militancia si "está de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación", Corrales cree que “se trata de una consulta que busca fortalecer su posición en la negociación”. Su resultado, en cualquier caso, no será vinculante.
"Democracia plebiscitaria"
Preguntas aquí, preguntas allá… ¿acaso hay nuevos niveles de democracia participativa en la política española? “Yo creo que a esto no se le puede llamar democracia participativa. En todo caso, sería democracia plebiscitaria”, responde Guillermo Fernández, investigador de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid.
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A su juicio, “las consultas son válidas porque constituyen un instrumento de democratización que hace 20 años no se usaba”. “De algún modo –continúa– son una consecuencia al funcionamiento excesivamente cupular de los partidos”. Sin embargo, Fernández apunta que existen grandes limitaciones. “Las preguntas a las que nos tienen acostumbrados los partidos –destaca– son muy genéricas o muy dirigidas a contestar lo que la dirigencia o la cúpula quiere”.
En efecto, las consultas internas en los partidos constituyen una suerte de referéndum en el que siempre ganan las tesis de las direcciones de los partidos. “Legítimas son siempre, la cuestión es con qué sentido están pensadas”, apunta Corrales. De hecho, hasta ahora no ha habido ningún plebiscito entre la militancia de los partidos que se saldara con un resultado contrario a los intereses manifestados previamente por la dirección política.
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“Las consultas internas se han convertido en un instrumento para que los líderes de los partidos se reafirmen en sus decisiones”, afirma el analista Jorge Tamames, jefe de Redacción de Política Exterior y doctorando en la University College de Dublín. A su juicio, “muchas veces las preguntas están planteadas de forma muy deshonesta”. “Se infantiliza a la militancia, y eso es un error”, considera.
Tamames se muestra muy crítico con la forma de realizar esas consultas en formaciones de izquierda de nuevo cuño, como Podemos y Más País. De hecho, cree que en ambos partidos “se usan para camuflar una carencia muy importante: la falta de una estructura de pesos y contrapesos” dentro de las formaciones.
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"No tan sesgada"
“Es una herramienta de participación cosmética”, sostiene por su parte Asier Blas, director del Departamento de Ciencia Política y de la Administración de la UPV. En tal sentido, este politólogo no cree que este tipo de votaciones esté dirigido a “tratar de incentivar la participación de la militancia”, ya que “si lo buscase de verdad, sería un proceso más regulado y pausado, con una pregunta más abierta u objetiva, no tan sesgada en su formulación”.
En esa misma línea, el investigador Guillermo Fernández subraya que no se trata de interrogantes que permitan “abrir un debate” y así “democratizar las decisiones”, sino que “son preguntas para ser refrendadas”. “Dicho de otro modo, está muy bien abrir los partidos a la opinión de los simpatizantes, pero hacerlo desde una lógica plebiscitaria tiene demasiados límites”, añade.
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Herencia del 15-M
La primera formación que recurrió a este mecanismo en España ha sido Podemos. Lo hizo al calor de las reivindicaciones heredadas del 15-M, el movimiento que inspiró al partido morado. Para el analista Rodrigo Amírola, licenciado en Filosofía, todo esto tiene algo de paradójico. “Sin 15-M este cambio se vuelve impensable, pero en realidad tiene poco que ver con él y su naturaleza asamblearia, de carácter más deliberativo”, reflexiona.
Amírola sostiene que las consultas internas “son válidas en el sentido de que están recogidas institucionalmente en unos estatutos y tienen efectos”. No obstante, señala que “desde un punto de vista ideal democrático, es evidente que las consulta actuales no son perfectas. Sirven más para reforzar las posición de los partidos que para abrir debates y construir posiciones políticas de manera colectiva”. Los resultados se conocerán en los próximos días.