El vientre de la mujer como objeto de consumo
Ocho puntos para afrontar los “vientres de alquiler”, fenómeno de del cual no se conocen cifras fiables y que contará con su propia feria en Madrid el mes que viene
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MADRID,
Ley 14/2006, de 26 de mayo, sobre técnicas de reproducción humana asistida.
Artículo 10. Gestación por sustitución.
1. Será nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero.
2. La filiación de los hijos nacidos por gestación de sustitución será determinada por el parto.
3. Queda a salvo la posible acción de reclamación de la paternidad respecto del padre biológico, conforme a las reglas generales.
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UNO
La expolítica Pilar Rahola levanta la mirada de sus manos con gesto audaz. Se encuentra sentada en una de los lados de la mesa con forma de U colocada en el centro de un plató de Tele5. La flanquean dos mujeres que tienen sendos hijos gestados por otras madres. Una de ellas es la presentadora y modelo Tamara Gorro, casada con el futbolista Ezequiel Garay. Rahola mira al extremo opuesto de la mesa, la otra pata de la U, con el aire de quien va a ganarse una victoria y me espeta: “Mira cómo has acabado, Fallarás, con tus ideas, sentada al lado del Foro de la Familia”. Efectivamente, a mi lado se sienta una de las representantes de la asociación católica ultraconservadora. Mis ideas a las que alude la tertuliana son una oposición radical a lo que ellas llaman maternidad por gestación subrogada y yo, alquiler de vientres y explotación de mujeres.
Minutos antes, un conocido participante del programa Sálvame llamado Kiko Hernández ha llorado de emoción relatar el encuentro con sus “nuevas mellizas”, Abril y Jimena. Las ha ido a recoger a algún punto de Estados Unidos, gestadas allí en el vientre de una mujer. Comenta en el plató que la operación ha costado más de 100.000 euros.
DOS
Los próximos 6 y 7 de mayo se celebra en Madrid, en el Hotel Meliá Avenida América la primera feria de alquiler de vientres en España. Se llama Surrofair y cuenta con 23 expositores dispuestos a explicar a los compradores de sus servicios qué ventajas ofrecen frente a sus competidores.
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El producto que ofrecen: vientres de mujeres en los que gestar a sus futuros hijos, más todo lo que rodea (médicos, asesores, abogados, gastos de viajes…) a dicho servicio.
La mayoría de los expositores basan sus ofertas en tres ejes: Precio, calidad de producto (o sea, salud, edad y vigilancia del vientre de la mujer) y seguridad de que la madre ofrecerá a su hijo recién parido y no volverá a reclamarlo. Para ello se firma al menos un contrato estricto.
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La Ley de Reproducción asistida de 2006 afirma que será "nulo de pleno derecho el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o de un tercero". Lo que significa que la feria Surrofair ofrece unos servicios que en España está prohibido realizar.
Alicia Miyares, doctora en Filosofía, profesora colaboradora de la Universidad de Oviedo y portavoz de la plataforma No somos Vasijas explica AQUÍ:
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“La Constitución española declara como derechos fundamentales el derecho a la dignidad y el derecho a la integridad física y moral por lo que las personas no pueden ser sometidas, entre otras cosas, a tratos degradantes. Nuestro Código Civil, a su vez, abunda en estas cuestiones cuando determina qué puede ser objeto de contrato en nuestra sociedad imponiendo un límite que no acepta interpretación posible: las personas no pueden ser objeto de comercio o transacción contractual. ¿Cómo hemos llegado, entonces, a la situación actual en la que algunos quieren regular favorablemente la “gestación subrogada”? Esta práctica se resume en un “contrato de subrogación” por el cual una mujer se compromete a gestar un embrión para luego entregar la criatura a terceras personas, renunciado al derecho fundamental de filiación y custodia, en definitiva, a la patria potestad. Parece, pues, evidente que este “contrato de subrogación” infringe el Código Civil, ya que la criatura recién nacida es objeto de una transacción contractual, y vulnera, de acuerdo a la Constitución, el derecho a la integridad física y moral de las mujeres.”
TRES
El alquiler de vientres para gestación ha tenido en España diversos representantes populares.
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La revista Divinity lo tituló Nuevos modos de familia: Cantizano y más vips que han acudido al vientre de alquiler. Allí aparecían Miguel Bosé, Cristiano Ronaldo, Miguel Poveda, la baronesa Thyssen, Jaime Cantizano, Tamara Gorro y Ezequiel Garay, Nicole Kidman, Ricky Martin, Kike Sarasola y Robert de Niro. Todos ellos padres y madres gracias al “alquiler” de “vientres”.
El diario El Español ofreció una lista parecida de nombres apoyándose en las propuestas de Albert Rivera. La colocó en su sección Corazón bajo el título Gestación subrogada: 9 famosos que apoyarán la propuesta de Albert Rivera.
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El diario El País acaba de publicar una noticia titulada Miguel Bosé publica por primera vez una foto con sus cuatro hijos. La ilustra con la foto del cantante en Instagram:
Desde las asociaciones feministas se critica el espacio que se presta a estos personajes al entender que suponen un reclamo para la “industria” de los vientres de alquiler.
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A raíz del anuncio de la celebración en Madrid feria Surrofair, la revista Shangay, dirigida al mundo gay, publicó recientemente un reportaje promocional titulado ¿Deseando ser papás? Esta puede ser vuestra gran oportunidad.
CUATRO
La periodista Geeta Pandey escribió desde India un reportaje (2016) para la BBC que arranca así:
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“La mayoría de las madres sustitutas son mujeres de familias pobres que asumen la asignación de dinero. En general, se cree que la transacción es puramente comercial, pero tres madres de alquiler hablan con la BBC sobre los vínculos emocionales que desarrollaron con los bebés que llevaban en sus úteros durante nueve meses y el dolor que sentían una vez que el cordón umbilical se rompió.”
Por su parte, el periodista de El Mundo Igor G. Barbero visitó en Anand (India), en 2013, la clínica Akanksha. Así acababa su reportaje: }
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“Lejos de allí, en una pequeña aldea junto a Anand, Amita celebra los frutos de haber alquilado su vientre. En abril dio a luz a un bebé para un matrimonio extranjero y recientemente recibió el cheque que gratificó sus esfuerzos. Dentro de poco se reincorporará a la difícil realidad: un empleo de contable en una tienda remunerado con 50 euros al mes. Pero hoy toca festejar la inauguración del nuevo hogar, una casa de cuatro habitaciones con terraza construida con el dinero ganado."
“Más de un centenar de familiares y amigos asisten con envidia a la fiesta. La gente come samosas, chapatis y arroz. Se reparten dulces. El inmueble aún necesita una capa de pintura. Amita lleva al periodista a un rincón. «Estoy muy contenta». Muestra la foto de un bebé dormido con el pelo moreno. Mira hacia los lados y dice: «Es para ti. La mayoría no sabe cómo gané el dinero. Prefiero mantenerlo en secreto, por el qué dirán». Se coloca el sari y regresa con su marido y su hijo. La fiesta continúa. Su familia es ahora importante en el pueblo.”
Se pueden ir engarzando informaciones sueltas sobre los vientres de alquiler en el mundo, y sin embargo, tras horas y horas de lectura y vídeos, uno acaba con la espesa sensación de que no existe verdadera información sobre lo que sucede.
La única certeza es que solamente personas ricas pueden permitirse alquilar cuerpos de mujeres para que gesten a sus criaturas y después renuncien a ellas.
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CINCO
No hay cifras fiables de cuántas personas o parejas tienen hijos gracias a pagar por usar el cuerpo de una mujer que después ha renunciado a la criatura. Menos aún se sabe cuánto han pagado efectivamente o a quién. No hay noticia segura de cuánto dinero mueve este negocio en el mundo. Se desconoce la dimensión de las prácticas ilegales ligadas a este tipo de comercio con “vientres”. Se ignora el número si quiera aproximado de intermediarios en dichas transacciones.
Existen algunos testimonios muy dolorosos conseguidos por periodistas y activistas, y otros testimonios felices divulgados por las agencias que comercian con este servicio.
La información que circula sobre los vientres de alquiler es deficiente, y de ahí que sea necesario agarrarse al concepto mismo: Existen en todo el mundo agencias al servicio de personas ricas que les proporcionan cuerpos de mujeres, y en ocasiones óvulos o esperma, para que compren un hijo. Se llama compra porque siempre se realiza a cambio de dinero, aunque cada vez son más los países que solo permiten esta “maternidad” en su “modalidad altruista”. O sea, en la que “la gestante no puede percibir compensación económica alguna”. Paradójicamente, el resto de los participantes (agencias, abogados, médicos, enfermeros…) sí cobran.
En los meses que llevo leyendo sobre el tema, no he dado con ningún caso en el que todo el proceso se realice de forma totalmente gratuita, y de ahí una de las principales diferencias entre tráfico y donación.
SEIS
Los países en los que está permitida la llamada “gestación subrogada” son Rusia, Grecia Georgia o Ucrania. En Estados Unidos, donde se realizan las operaciones más caras y, según opinión general, más seguras, depende de los estados. Mientras en Florida se trata de una práctica abierta y habitual, en Nueva York constituye delito penal.
El precio en dichos países oscila entre los 30.000 euros mínimo de Ucrania o Grecia, y los más de 200.000 de Estados Unidos, siempre ateniéndonos a las “cifras oficiales”.
India, Tailandia y China, que se convirtieron en distintos momentos en las mecas de lo que se denomina “turismo reproductivo”, han legislado en los últimos años de manera que el alquiler de cuerpos de mujer para gestar está prohibido o severamente limitado. En Tailandia o China se prohíbe el acceso a estos “servicios” a extranjeros. En India dicha prohibición está en proceso, y mientras tanto, solo se permite la “gestación subrogada” a parejas heterosexuales casadas en cuyos países sea legal.
La llamada “modalidad altruista” se permite en Canadá, Portugal, Brasil, algunos estados mexicanos o, con muchas restricciones, Reino Unido u Holanda.
Cabe preguntarse por qué una mujer prestaría “de forma altruista” su cuerpo para gestar una criatura a la que luego renunciará, para beneficio de terceros y agencias.
SIETE
Los vínculos físicos y emocionales entre la madre y el hijo durante la gestación son animales, evidentes y conocidos. Los cambios que se producen en la mujer no sólo afectan al tamaño y forma de su cuerpo. Explicar los vínculos entre el feto y la madre requeriría una serie entera de reportajes.
Cuando el político de Podemos Íñigo Errejón se manifestó a favor de los vientres de alquiler, la feminista Lidia Falcón le escribió una carta pública donde, entre otras cosas, afirmaba:
“Las mujeres no sólo invertimos en la maternidad los óvulos y las hormonas que fabrican nuestros ovarios, el calcio, los minerales y los nutrientes que van construyendo el feto; no solo soportamos durante nueve meses que nuestra anatomía vaya cambiando hasta hacer casi irreconocible la persona que éramos antes de la fecundación; no sólo perdemos la turgencia de los pechos y la firmeza de los músculos en esa ímproba tarea de dar vida a otro ser humano, tan lentamente; no sólo perdemos la capacidad de movernos con agilidad, de realizar tareas pesadas y de realizar ejercicio durante nueve meses; no sólo padecemos dolores, desgarros, cesáreas, y a veces infecciones, en el gran trabajo del parto y necesitamos días para recuperarnos de tanto sufrimiento, sino que como seres conscientes de lo que nos está sucediendo invertimos sentimientos y emociones, esperanzas y temores, alegrías y miedos, en esa etapa trascendental de nuestra vida. Y de la misma manera que en la esclavitud no solamente se utiliza la capacidad laboral del trabajador sino la persona misma, y por eso es infame, manipular el cuerpo femenino para fertilizarlo, embarazarlo y después sustraerle el 'producto', como si se tratara de que hubiera fabricado unos zapatos, es también infame.”
OCHO
Durante meses he preguntado a distintas personas de todas las edades su opinión sobre los llamados “vientres de alquiler”. Fue un hombre quien me dio la siguiente respuesta: “No es alquiler de vientres, sino de mujeres. No alquilan solo su vientre, alquilan a la mujer entera.”