Rato: el sacrificio necesario para la recomposición del régimen
El ascenso y caída encarnados en la figura de Rodrigo de Rato nos muestra una secuencia que acompaña el contexto político y económico reciente. Rato representa la quintaesencia del singular proyecto neoliberal que realmente ha existido. Como una de sus figuras más insignes, con su defenestración se marca el final de un ciclo para los viejos partidos del régimen.
Publicidad
Rodrigo Rato representa ese Neoliberalismo de Estado que emplea al sector público para provecho privado. Sin dudarlo, manejó las instituciones del Estado para arrancar derechos sociales y convertirlos en espacios y oportunidad de negocio para los grupos sociales privilegiados, librando al capital de un pago razonable de impuestos y estableciendo medidas financieras que continuaron emborrachando el consumo sin contemplar la necesaria resaca posterior. Una época de orgías económicas y personales –en la que los ricos ya ni sabían en qué gastar sus excedentes extraordinarios, seguramente dando a pie a los consumos ostentosos y privados más extravagantes y morbosos–.
Publicidad
"Desde el inicio cabalgó
la época de la orgía inmobiliaria y se vio sumido en un optimismo irresponsable, creyéndose impune a los excesos"
Siendo abogado de origen, aprendió la economía convencional y sus recetas al uso, materializándolas en los diferentes ámbitos en los que se movió. Desde el Gobierno, privatizando grandes empresas públicas (Argentaria, Tabacalera), reduciendo impuestos y formulando modelos regresivos de gasto social, que abrirían las puertas a la explosión de déficits post2007 y al crecimiento de la deuda pública que hoy conocemos. Desde el inicio cabalgó la época de la orgía inmobiliaria y se vio sumido en un optimismo irresponsable, creyéndose impune a los excesos. Desde el FMI, en el que ya dejó señales de su incapacidad de prever el final de la burbuja, promovió un esquema de financiarización de la economía que fue una de las causas que acrecentaron la complejidad y profundidad de la larga decadencia económica que padecemos.
Su ritmo desbocado de vida fue soportado al amparo de las instituciones públicas sin control social, al tiempo que trabajaba para la gran banca privada española.