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¿A quién quiso convencer el rey?

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¿A quiénes esperaban convencer el rey Felipe y las personas a las que consultó a la hora de redactar y escenificar su discurso de nochebuena? Sirvió, sin duda, para reconfortar las mentes de los ya convencidos de la ‘necesidad’ de mantener indefinidamente la institución que él representa ahora, pero conviene preguntarse con un poco de distancia si pensaba en alguien más y con qué propósito se dirigió a los ciudadanos de esa manera.

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El rey señaló el reconocimiento que debe darse a la diversidad cultural y territorial de España, pero sólo para afirmar que “lo que nos debe importar a todos es España”

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En dos ocasiones señaló el reconocimiento que debe darse a la diversidad cultural y territorial de España, pero sólo para afirmar que “ser y sentirse español, querer, admirar y respetar a España es un sentimiento profundo, una emoción sincera y es un orgullo muy legítimo”. “Lo que nos debe importar a todos es España”. Insistió en esa idea de todas las maneras posibles.

El rey quiso lanzar además una advertencia severa a quienes confían en poder ejercer con su voto el derecho de su pueblo a decidir sobre su futuro

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Pero el rey Felipe no se limitó a ensalzar de diferentes maneras los valores de la España unida. Quiso lanzar además una advertencia severa a quienes confían en poder ejercer con su voto el derecho de su pueblo a decidir sobre su futuro. Lo hizo con referencia a un “error del pasado”, identificando ese derecho democrático con la “imposición de una idea o de un proyecto”, que “solo nos ha conducido en nuestra historia a la decadencia”, como si la responsabilidad del “empobrecimiento y el aislamiento” que padeció España durante décadas debiera atribuirse a gentes demócratas y no a los militares golpistas que se alzaron contra la legalidad republicana y pusieron la jefatura del Estado en manos de un dictador.

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